Habían pasado ya, 32 años
desde que se mandó aquel mensaje.
La emoción diaria, fue
pasando a la esperanza anual y a la desidia con cada decena que
pasaban.
Pedro ya se había jubilado y
hacia varios años que ya no estaba, siquiera en las Islas canarias.
Carmen y Andrés seguían
allí.
Las condiciones en las cuales
se había redactado el primer mensaje habían cambiado.
La energía era básicamente
renovable. Aire, agua y electromagnetismo.
El orden global en la tierra,
en los ya finales del siglo XXI, estaba muy normalizado.
La fuerza fue utilizada en
busca de la paz a nivel global para ello, pero partiendo de la unión
de todos aquellos países que así la buscaban. La utilización de la
alimentación genérica y trasgénica daba de comer, con absoluta
salud y validez a todo el mundo, en el cual seguían habiendo
diferencias pero de una forma mucho mas pequeña y leve que digamos,
a principios del siglo XXI. La comida natural existía, pero era como
un buen vino de principios de siglo, es decir, se disfrutaba y
saboreaba. La alimentación estaba, por ley, al total alcance de
todos de manera gratuita y la máxima calidad de ella, es decir, la
criada y cultivada en pequeñas huertas propias, como disfrute, había
que pagarla. El que quisiera y pudiera, tenía unas lechugas,
Calabacines y Pimientos, digamos, plantados en la parte trasera del,
también afortunados, pequeño adosado con pequeño jardín.
El paladar de Andrés era muy
poco, poquísimo exigente y desde hacia 20 años, cuando se instauró
la alimentación generalizada a nivel mundial, no gasto ni un
Carquio, que era la moneda a nivel mundial, por comer.
Lo único en lo que la
humanidad no sólo no había mejorado, sino que habíase sido dejado
atrás debido a la inestabilidad en las convicciones y al aumento de
la investigación materialista, eran los conocimientos de las letras
en la juventud. Andrés, seguía buscando un pequeño pasado perdido
entre las lineas de Quijote. Lo habían comentado con Carmen. Pensaba
que solo los mayores de 60, que ya tuvieron unas mínimas enseñanzas,
conocían con relativa completud, las artes, literatura y filosofía
clásica podrían trasmitirlo en persona y no por el colegio. Pero
Carmen estaba absolutamente convencida que no se había perdido, de
por vida, una solo línea de todos estos conocimientos, pues
almacenados en todo tipo de formatos y que con toda fuerza, surgirían
de nuevo.
Seguía encantado con su
trabajo en el conocimiento del cosmos circundante y el la cartografiá
de las galaxias posibles, pero su corazón seguía criando y
alimentando aquella respuesta que siempre no paraba de amamantarla.
En los finales del siglo XXI,
la amistad y compenetración en el trabajo de Carmen y Andrés era ya
máxima. Trabajaban realmente agusto el uno con el otro y confiaban
plenamente en sus conocimientos respectivos.
Andrés tenía dos hijos, dos
hombres, y éstos, tres cada uno, hombres y mujeres. Se había casado
con una mujer de la isla, María, y tenían un matrimonio estable y
bueno. Vivían toda la familia, en la ciudad de Tenerife, aunque
seguía durmiendo algunas noches en su casita de madera, la cual
había cogido más cuerpo y espíritu con el paso de los años.
Carmen nunca se casó. Vivía
para y por la ciencia. Le satisfacía, le llenaba, le daba
tranquilidad y necesitaba poco más. La familia de Andrés era la
suya también.
- Andrés, ¿has procesado las
últimas variaciones magnéticas provenientes del la galaxia
OrioB345?
- Sí.
- ¿Algo especial?
- Sí, el proceso de expansión
alcanza unas cuotas mayores.
- Esto nos lleva a una
disminución desde el momento de la concentración en el punto
primero e inicial.
- Sin duda.
- Habrá que poner esta
noticia en conocimiento del circulo Europeo de investigación.
- Sí, mañana.
- Andrés – le dijo Carmen,
mirándole con cara de ternura- mañana es mi cumpleaños, 68.
- No¡
- Sí¡
- Y ¿qué vamos a hacer? - le
dijo Andrés guiñándole el ojo.
- Nada, estoy un poco agotada.
Quizás necesite algo más de vidilla. Sigo enamorada de mi trabajo,
pero..
No acabó la frase, Andrés
sabía que los planes y proyectos de la antigüedad la habían
alejado bastante de la vida social. Sus Padres habían muerto ya y su
único hermano, vivía en la península. Quizás, la soledad que las
estrellas antes llenaban, crecía en demasía.
- No,no, no Carmen. Mi mujer
nos hará una enorme tarta de chocolate, que nos comeremos en mi
casa. Voy a reunir a toda mi familia, para que por orden de estatura
– se giró riéndose- pasen a felicitarte.
Paseaban por los últimos
pasillos, camino de la puerta de salida y apagando las luces, cuando
detrás de una puerta que hacia tanto tiempo que no habrían,
comenzaron a sonar, unos leves pitidos de actividad. No reaccionaron
ninguno de los dos. Apenas se miraron. Pero la mirada continuó y
continuó a la par que sus ojos se iban abriendo con emoción.
- Andrés, es la sala especial
del asunto B56 – La comunicación-
- Sí, lo sé – le contestó
ante la imposibilidad de quedarse callado.
Diéronse la vuelta con
rapidez y habiendo rejuvenecido quince años los dos, fueron, como si
perdieran el autobús de su vida, hacia esta sala. El aviso se hizo
más claro y patente. Había actividad en aquel lugar que dejó de
haberla hacia ya más de treinta años. Abrieron la puerta. La sala
estaba en perfectas condiciones, mantenido por los equipos propios de
cuidado, aunque la maquinaria era ya antigua.
Se acercaron los dos a la
pantalla y el canal seguidor del mensaje hacia el planeta Monolito
daba señales. Se cogieron de la mano. No hicieron ningún comentario
y se sentaron en las banquetas que durante tanto tiempo habían sido
sus asientos llenos de convicciones, ilusión, trabajo y
convivencia. No dijeron ni una palabra técnica, ninguno trato de dar
ninguna suposición o base interpretativa. No esperaron descodificar
ni comprobar nada. En sus caras había una gran sonrisa, de
satisfacción, de melancolía agradable. En un segundo todo su
trabajo cobró validez.
Se levantó del asiento
Andrés, el cual tecleó el código de emergencia en la puesta en
marcha del protocolo conveniente. Llamarían a Pedro. 30 y muchos
años habían sido mucho tiempo y Andrés, ya con 69 años, esa
noche no tenía ganas de más ciencia. Salieron contentos,
sonrientes, relajados, dispuestos a mañana, con tranquilidad
continuar el trabajo. Se dijeron que de momento, ni una palabra al
mundo entero, pues si no, de inmediato, estarían allí la mitad de
los dirigentes a nivel mundial.
- Yo no me lo creo todavía –
le dijo Andrés.
- Yo plenamente – le
contesto carmen- es el regalo y el premio a mi trabajo
Se sonrieron y abrazaron los
dos.
Carmen le llevo a su casa y
allí le dejo.
- Como cambia la vida en dos
minutos, Carmen.
- No Andrés, no, será la
tuya, pues esta información lleva viajando de una parte a otra del
espacio ya casi treinta años.
Arrancó el coche
- !Ah¡, Andrés, tráete la
antigua bata del observatorio para comenzar el trabajo mañana por la
mañana como yo haré
La incredibilidad que sentían
de la noticia, les dejó dormir con tranquilidad aquella noche.
La noche, con calma y
tranquilidad, transito por el cielo de la isla hasta la mañana
siguiente.
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