Los
coches de tres espacios aparecían subiendo, como torpes caracoles,
por las curvas, cerradas y caprichosas que les llevaban hasta el
observatorio.
Ya
hacia unos años atrás, todo aquello, había sido construido y
reformado y tenía a continuación las grandes instalaciones y salas
de trabajo, donde estaban, Andrés, Carmen y Pedro, esperándoles.
Bajaron
de los coches al compás en el que iban llegando.
La
Unión Europea, los Estados Unidos de América del norte, la Unión
de América del sur, dirigentes de la China democrática junto a
Japón, representando a los países asiáticos, Rusia y Australia y
un observador de la incipiente creación de la Unión de Estados
Africanos.
Ocho
mujeres y seis hombre caminaban, sin relax ni comodidad hacia ellos.
Allí
y entonces todos sabían de la importancia total que iban a tener
esas reuniones.
Al
momento en el que quisieron darse cuenta, cientos de folios, en
Ingles, recorrían la mesa de trabajo en todas direcciones.
¿Qué
era lo que nos definía?
¿Qué
le queríamos contar de nosotros?
¿Cómo
englobar nuestros principios formadores de todos los habitantes de la
tierra?
¿Qué
símbolos metafóricos, interpretables o directos les enviaremos?
¿Cuando,
donde, cómo?,
Debido
al pequeño y reducido grupo necesario ¿Qué equipo y quienes
confeccionarían el mensaje para tomar decisiones? así y más.
El
mandar un mensaje en el cual pudieran englobar toda la esencia
formadora del ser humano y su manifestación en la realidad de siglo
XXI, se mostraba difícil y complicado, pero todos, absolutamente
todos, sabían de su importancia y dejaron a un lado sus intereses
propios pues sabían que esto afectaba a todos en el mismo nivel.
Tras
dos años de trabajo se compuso unos datos representativos. Fotos,
textos, formulas, técnicas, ciencia, mapas, mensajes,
conocimientos, historia, arte y filosofía.
Se
trató de trasmitir un mensaje de bienvenida partiendo de los códigos
del Morse trasformados en imágenes y símbolos formativos de un
lenguaje.
Andrés,
Pedro y Carmen, estaban y participaron en todas estas reuniones.
El
estupor, la humildad, la impresión, el retraimiento propio al estar
ante los representantes de tal alta alcurnia, quedo en nada cuando
fueron conscientes que iban a ser los científicos, lingüistas,
filósofos, ingenieros y demás los que mandaban y actuaban. Ya no
entraban en las salas con cara de inocencia hacia los diferentes
representantes burocráticos e incluso les corregían y enfadaban
cuando repetían el error en base a su poco comprensión sociológica,
comunicativa, técnica o lingüística.
Dos
años de trabajo en los que el sol pareció no aparecer nunca en sus
vidas.
Cuando
el mensaje fue codificado en las posibilidades de las ondas
electromagnéticas con las cuales podían ser mandados, lo fueron y
el silencio se hizo dueño del lugar.
Con
las letras en la pantalla anunciado la correcta realización del
proceso, cinco minutos de contemplación hacia la pantalla fueron
necesarios, para que todos los técnicos, científicos y humanistas,
volvieran a tener conciencia de la realidad y saliesen de aquello que
todavía, en ocasiones les parecía un sueño.
El
mensaje tardaría, con total seguridad, 19 años en llegar al planeta
Monolito, no sabían cuanto tardaría en llegar su respuesta, en el
caso de que la hubiera.
Esa
misma noche, los tres científicos y compañeros, se fueron, ya por
fin, relajados a cenar.
La
noche era clara y fuera de toda contaminación luminosa, en la
terraza del restaurante bien pagado por los científicos de
diferentes países, pero por ello mismo, tranquilo, apartado y
solitario en una pequeña aldea cercana, se relajaron y conversaron.
-
Y la tierra, la gente y la organización, ¿habrá cambiado mucho
cuando llegue, si llega su respuesta?, recordar que trabajamos en un
descompas temporal?, pensar en lo que han cambiado las cosas desde
los finales del siglo XX o los del siglo XIX, cuando les llegó
nuestra primera información.
Carmen
se incorporó ligeramente. Era una mujer hermosa, de cabello negro,
opaco, liso y largo. Sus ojos eran exactamente igual y urgían la
atención cuando los ponía sobre cualquier persona.
-Mira,
Andrés, llevo dos años, hablando, planificando, dialogando,
comiendo, durmiendo, trabajando, todo y de todo, conforme a esa
temática. ¡cambiala!. Hablame del hijo que esperas, pues, veo que
tú si que tuviste un rato, no sé cuanto, hace ocho meses en el que
olvidaste este, llamémoslo, problema.
-
Sí, Carmen, todo va fenomenal. Al parecer, yo no quería saberlo
hasta el momento del parto, pero accidentalmente me he enterado, voy
a tener una niña – le dijo con una franca y tierna sonrisa.
-
Que tendrá unos 20 años cuando llegue la respuesta, si llega –
dijo Pedro, aguantando la mirada de corrección de carmen.
Fueron
capaces de olvidar durante la cena el asunto y al encontrar el relax
que habían perdido dos años acompañado de una buena botella de
vino, tuvieron una velada estupenda y llena de risas, muchas risas.
Como
habían bebido, alquilaron, los tres unas bicicletas y volvieron con
ellas a casa.
El
cielo resplandecía con gratitud de su conocimiento. Al llegar a la
puerta de su casa, apagó la luz exterior y se sentó a disfrutar del
dulce y pequeño mareo del buen vino de Requena. Se iban, por
necesidad a tomar una semana de máximo relax, hasta reencontrarse el
lunes de la próxima semana. Habrá que estudiar que hacer si algo
pasara.
¿Cambiará
mucho nuestra vida?, ¿recibiremos datos y conocimientos que moldeen
nuestra existencia hacia el cambio radical?, ¿tendrán alguna
aplicación sus pensamientos y datos o la diferencia será máxima y
sólo tendremos, la ya enorme noticia, de otras inteligencias en el
mundo?, ¿estaré todavía trabajando aquí aquel día en el que
llegue la supuesta respuesta? Sus ojos comenzaron a cerrarse entre la
agradable frescura de la bella noche bajo las estrellas e
imaginándose corriendo por los pasillos del observatorio al recibir
la respuesta.
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