Respecto
a su cambio o sustitución, es una guerra ya perdida, es un
imposible, pues es nuestra esencia la que imposibilita todo otra
manera de unión, entendiendo siempre por ésta, entre gente
desconocida que pueblan, digamos y para darle una aplicación
directa, la tierra con los humanos.
La
asimilación de los principios de trabajo en un mercado y sus reglas
propias formadoras produce un dinámica de funcionamiento, de tal
calibre que se convierte en una segunda naturaleza actuante.
Sin
dinero e intercambio de materiales con éste, no podríamos
funcionar, entonces y ahora.
Por
dos motivos, una, por, como ya visto, habito convertido en normalidad
formativa y dos, amigos, si no hay una recompensa por nuestro
trabajo, el valor, la plusvalía de éste, pierde validez en el
momento que no es proporcional de su intensidad con sus ganancias.
Puede
ser, pero difícilmente pondrá mas interés en su trabajo aquel que
cobra por comisiones de ventas que del otro, que siempre tendrá los
mismos y suficientes honorarios, haga más o menos, con unas
ganancias ya estipuladas.
Una
vez dicho esto, hay que decir que esta inevitable situación en vías
del crecimiento desarrollo humano, tiene trampa y truco.
El
mercado humilla y subyuga al individuo.
Las
fuerzas actuantes en éste, adquieren todo su vida en su
funcionamiento.
Dentro
de la normalidad funcionan y actúan todas las fuerzas alienantes del
individuo.
Nadie,
como persona, individuo, particular o como institución, tiene
capacidad para prevenir, estructurar y planificar el movimiento,
propio y absolutamente propio, del, siempre injusto, mercado.
Pero
una vez vista su necesidad, tratemos de dominar al caballo que
montamos.
Agarremos
bien las riendas y tirémosle fuerte del morro.
Hay
dos funciones por las que empezar.
Primero,
y como un elemento técnico mas, que los beneficios propios e
individuales del individuo solitario, de la persona como entidad
jurídica, que tuviera unas limitaciones de beneficios. En el caso
que así los tuviese por el buen funcionamiento de su trabajo,
reinvertirlo al sobrate en el mercado.
-
¡Qué injusto!- me dijo aquel-y yo le dije
-
Mira, el limite máximo sera treinta veces veces lo que tu ganarás
en toda tu vida, ¿te parece suficiente?, pero este límite, no es
nada y suficiente, pues hay, demasiados que tienen y tendrán,
multiplicado por cien la suma del dinero tuyo y mio, en toda nuestra
vida. Esto hay que limitarlo. Esto es demasiado. Es un sinsentido.
Y
dos, y ésta es, la solución definitiva sobre el control del
mercado, que no sé si es posible.
Que
fuese el ciudadano en el acto de la compra quien rompiera la
necesidad dominante y la evolución consecuente del mercado, con
maniobras dirigidas al funcionamiento correcto de éste.
Una,
elegir, siempre que se pueda, la compra en pequeños
establecimientos, agrupaciones, autónomos y demás, con el fin de
quitar la fuerza actuante, a las grandes empresas dominantes, los
beneficios máximos que malforman a su interés y dirigen el mercado.
La
compra dirigida y utilizada como arma de cambio, es el único sistema
posible de crear una entidad social justa.
Además,
podría tener unos elementos normativos no impositivos que calibraran
con cifras las diferentes posibilidades y condiciones de hacer estas
compras.
El
sacrificio primero sería grande, sin duda.
Éste,
consistiría en la perdida de facilidades operativas, de tiempo y en
la puesta de esfuerzo.
Pero
los resultados son seguros, claras, y directos.
Si
descentralizamos el lugar de llegada de los beneficios, la creación
del movimiento, justo del mercado es mayor.
Sin
ser bucólicos, en cualquier barrio, pudiera haber, diez tiendas que
sustituyeran a los grandes almacenes.
Mas
humano y cercano.
Pero,
hasta que entrara en la normalidad y estuviese la visión de la
situación anterior, siempre nos resultaría mas incomodo que entrar
en los grandes supermercados y salir con el carrito de la compra
lleno.
Así
pues, resumiendo, entiendo la inavitabilidad de trabajar con el
mercado, primero por nuestra formación cultural y segundo por
nuestro egoísmo propio formativo. Y pienso también que este
necesario mercado, hay que dominarlo y controlarlo si se quiere
evitar nuestra enajenación y alienación por sus fuerzas
compositivas.
Unas
soluciones y hay más.:
-
!Durante dos meses, nadie, ninguno va a comprar a los grandes
almacenes y compra solo en tiendas individuales!
-
¡Durante los mismos dos meses, todo el mundo va a coger el coche
solo y únicamente para lo necesario en el trabajo!, autobús y tren.
-
¡Sean capaces de estar durante dos meses sin abrir ninguna cuenta de
Internet, telefónica u otros!
Si
los hiciésemos estas y oras cosas parecidas durante dos meses, os
puedo asegurar como inmediatamente veríamos la fuerza de nuestros
actos en el funcionamiento del aparentemente inevitable mercado.
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