miércoles, 16 de septiembre de 2015

EL MERCADO Y SU SOLUCIÓN





Respecto a su cambio o sustitución, es una guerra ya perdida, es un imposible, pues es nuestra esencia la que imposibilita todo otra manera de unión, entendiendo siempre por ésta, entre gente desconocida que pueblan, digamos y para darle una aplicación directa, la tierra con los humanos.
La asimilación de los principios de trabajo en un mercado y sus reglas propias formadoras produce un dinámica de funcionamiento, de tal calibre que se convierte en una segunda naturaleza actuante.
Sin dinero e intercambio de materiales con éste, no podríamos funcionar, entonces y ahora.
Por dos motivos, una, por, como ya visto, habito convertido en normalidad formativa y dos, amigos, si no hay una recompensa por nuestro trabajo, el valor, la plusvalía de éste, pierde validez en el momento que no es proporcional de su intensidad con sus ganancias.
Puede ser, pero difícilmente pondrá mas interés en su trabajo aquel que cobra por comisiones de ventas que del otro, que siempre tendrá los mismos y suficientes honorarios, haga más o menos, con unas ganancias ya estipuladas.
Una vez dicho esto, hay que decir que esta inevitable situación en vías del crecimiento desarrollo humano, tiene trampa y truco.
El mercado humilla y subyuga al individuo.
Las fuerzas actuantes en éste, adquieren todo su vida en su funcionamiento.
Dentro de la normalidad funcionan y actúan todas las fuerzas alienantes del individuo.
Nadie, como persona, individuo, particular o como institución, tiene capacidad para prevenir, estructurar y planificar el movimiento, propio y absolutamente propio, del, siempre injusto, mercado.
Pero una vez vista su necesidad, tratemos de dominar al caballo que montamos.
Agarremos bien las riendas y tirémosle fuerte del morro.
Hay dos funciones por las que empezar.
Primero, y como un elemento técnico mas, que los beneficios propios e individuales del individuo solitario, de la persona como entidad jurídica, que tuviera unas limitaciones de beneficios. En el caso que así los tuviese por el buen funcionamiento de su trabajo, reinvertirlo al sobrate en el mercado.
- ¡Qué injusto!- me dijo aquel-y yo le dije
- Mira, el limite máximo sera treinta veces veces lo que tu ganarás en toda tu vida, ¿te parece suficiente?, pero este límite, no es nada y suficiente, pues hay, demasiados que tienen y tendrán, multiplicado por cien la suma del dinero tuyo y mio, en toda nuestra vida. Esto hay que limitarlo. Esto es demasiado. Es un sinsentido.
Y dos, y ésta es, la solución definitiva sobre el control del mercado, que no sé si es posible.
Que fuese el ciudadano en el acto de la compra quien rompiera la necesidad dominante y la evolución consecuente del mercado, con maniobras dirigidas al funcionamiento correcto de éste.
Una, elegir, siempre que se pueda, la compra en pequeños establecimientos, agrupaciones, autónomos y demás, con el fin de quitar la fuerza actuante, a las grandes empresas dominantes, los beneficios máximos que malforman a su interés y dirigen el mercado.
La compra dirigida y utilizada como arma de cambio, es el único sistema posible de crear una entidad social justa.
Además, podría tener unos elementos normativos no impositivos que calibraran con cifras las diferentes posibilidades y condiciones de hacer estas compras.
El sacrificio primero sería grande, sin duda.
Éste, consistiría en la perdida de facilidades operativas, de tiempo y en la puesta de esfuerzo.
Pero los resultados son seguros, claras, y directos.
Si descentralizamos el lugar de llegada de los beneficios, la creación del movimiento, justo del mercado es mayor.
Sin ser bucólicos, en cualquier barrio, pudiera haber, diez tiendas que sustituyeran a los grandes almacenes.
Mas humano y cercano.
Pero, hasta que entrara en la normalidad y estuviese la visión de la situación anterior, siempre nos resultaría mas incomodo que entrar en los grandes supermercados y salir con el carrito de la compra lleno.
Así pues, resumiendo, entiendo la inavitabilidad de trabajar con el mercado, primero por nuestra formación cultural y segundo por nuestro egoísmo propio formativo. Y pienso también que este necesario mercado, hay que dominarlo y controlarlo si se quiere evitar nuestra enajenación y alienación por sus fuerzas compositivas.
Unas soluciones y hay más.:
- !Durante dos meses, nadie, ninguno va a comprar a los grandes almacenes y compra solo en tiendas individuales!
- ¡Durante los mismos dos meses, todo el mundo va a coger el coche solo y únicamente para lo necesario en el trabajo!, autobús y tren.
- ¡Sean capaces de estar durante dos meses sin abrir ninguna cuenta de Internet, telefónica u otros!

Si los hiciésemos estas y oras cosas parecidas durante dos meses, os puedo asegurar como inmediatamente veríamos la fuerza de nuestros actos en el funcionamiento del aparentemente inevitable mercado.

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