Tenemos
ya a absolutamente asumida la acción de estereotípicar y clasificar de manera estática
las tendencia económicas y políticas.
El predominio o no de los andares propios del mercado
será asociado a una serie de inclinaciones morales y éticas.
Aquel que aboga por una mayor o máxima acción de centralizar el
poder estatal en los vaives propios de la economía, a continuación y todo seguido
se le otorga una serie de ideas respecto al tipo de matrimonio, su inclinación
religiosa o el tipo de educación que pretendería establecer, digo y por
ejemplo.
Si, este otro busca que sea el mercado, en su propio y
único desarrollo, sea el que haga funcionar
la economía es inmediatamente enlazado a otras inclinaciones morales, éticas e
incluso estéticas como a aquel otro del que hablaba antes.
Entiendo y pienso que no es una acción directa y menos,
pero mucho menos necesaria.
Un personaje puede entender y compartir, que dos
hombres se coman a besos y plantear una economía muy conservadora respecto a la propiedad privada o aquel que vea el mercando como un animal a domar baja los
auspicios del estado, puede ir a misa con su familia todos los domingos.
Aquí, esta idiosincrasia no se da.
Estamos todos absolutamente tipificados según una serie
de elementos que no tienen por qué traer todos los demás.
Es una temática llena de ejemplos.
Es un canto a la tolerancia de todos con todos.
No quiero que me
encapsulen en ningún sitio y quiero que dejen hueco a mi libertad de
pensamiento
Tengo mis ideas personales, intransferibles y totalmente
opinativas sobre los que me rodean(es la Doxa necesaria en estos campos), pero
tengo, también una ideas en el campo económico y de reparto social (epistemológicas
por entenderlas como necesidades) Y ambas dos posturas están cada una en una
cara, pero de diferentes monedas.
Imagino que la solución está en educar con puros hechos
de convivencia, es decir de poder vivir juntitos y dar a su vez, una gran, grandísima
formación humana, técnica y demás a cada pipiolo que seamos por ahí.