domingo, 28 de abril de 2013

LAS DOS CARAS DE DIFERENTES MONEDAS


            



Tenemos ya a absolutamente asumida la acción de estereotípicar y clasificar de manera estática las tendencia económicas y políticas.
            El predominio o no de los andares propios del mercado será asociado a una serie de inclinaciones morales y éticas.
            Aquel que aboga por una mayor o máxima acción de centralizar el poder estatal en los vaives propios de la economía, a continuación y todo seguido se le otorga una serie de ideas respecto al tipo de matrimonio, su inclinación religiosa o el tipo de educación que pretendería establecer, digo y por ejemplo.
            Si, este otro busca que sea el mercado, en su propio y único desarrollo, sea el  que haga funcionar la economía es inmediatamente enlazado a otras inclinaciones morales, éticas e incluso estéticas como a aquel otro del que hablaba antes.
            Entiendo y pienso que no es una acción directa y menos, pero mucho menos necesaria.
            Un personaje puede entender y compartir,  que dos  hombres se coman a besos y plantear una economía muy conservadora respecto a la propiedad privada  o aquel que vea el mercando como un animal a domar baja los auspicios del estado, puede ir a misa con su familia todos los domingos.
            Aquí, esta idiosincrasia no se da.
            Estamos todos absolutamente tipificados según una serie de elementos que no tienen por qué traer todos los demás.
            Es una temática llena de ejemplos.
            Es un canto a la tolerancia de todos con todos.
            No quiero  que me encapsulen en ningún sitio y quiero que dejen hueco a mi libertad de pensamiento
            Tengo mis ideas personales, intransferibles y totalmente opinativas sobre los que me rodean(es la Doxa necesaria en estos campos), pero tengo, también una ideas en el campo económico y de reparto social (epistemológicas por entenderlas como necesidades) Y ambas dos posturas están cada una en una cara, pero de diferentes monedas.
            Imagino que la solución está en educar con puros hechos de convivencia, es decir de poder vivir juntitos y dar a su vez, una gran, grandísima formación humana, técnica y demás a cada pipiolo que seamos por ahí.

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