Debido a unas circunstancias que no vienen al caso, soy
testigo de la evolución temporal de aquellas personas que empiezan un trabajo
nuevo en un edificio de oficinas.
No es una evidencia supuesta, sino el reflejo de una
realidad.
Con el refuerzo del trabajo esperado, la felicidad se
refleja en la cara y conversación propia del trabajador. La psique está
pletórica con alegría y futuro.
Pasa el tiempo, y tras él, no se pierde el futuro sino
que pasa la ilusión cuando llega la realidad.
El hábito, la constancia y la repetición mella el acto y éste deja de ser una
aventura y se trasforma en una aburrida repetición.
Hablo de oficinas en la que la proyección personal, queda
anclada en una situación laboral fija, repetitiva y sin ilusión de superación pues
el horizonte de llegar a más queda proyectado en el ordenador.
Pero el proceso continua y este sinpas se puede y comienza a alternar con momentos
positivos, al calibrar la posibilidad de huir de este aburrimiento vital en tu
propia persona.
Aceptar con resignación, entra dentro de la dignidad propia, a
sabiendas que esto es lo hay.
Si tu trabajo no es vocacional, la salida sólo está en tu
mismo y en la relación con la gente circundante que, también es, en modo
grueso, un asunto propio de la realización personal.
La ilusión y ganas jamás se encuentran en el objeto y sí
en el sujeto. Este sujeto, ha sido estudiado, visto, entendido y querido, en la
búsqueda de unas explicaciones ontológicas que te lleven a una gnoseología para
alcanzar la plenitud y la felicidad.
Propongo escoger el camino hacia ti. Nadie podrá evitar
que en tu interior escribas cartas a la esperanza, mientras voces externas te
exigen entrega a tu trabajo y que éste sea un movimiento exclusivo y último de
tus movimientos.
Buscar cotejar la realidad, a discutir los motivos, o plantear elementos de acción en un monologo
interno, propio y enriquecedor, que te forma y construye como persona. Ante la
falta del lugar y momento para tener un dialogo externo sobre la vida, tengamos
un monologo esotérico con nuestra propia persona.
Responder ante un
motivo y contestar dudas son acciones propias, directas y formadoras como
entidad pensante, curiosa y consciente de nuestra diferente singularidad frente
a ellas.
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