Hoy fui testigo, en primera persona,
de ello.
Se puede viajar a través de tus ojos,
o con el corazón, la mente y la capacidad de interpretar.
Comencé, de manera accidental, la
conversación, con aquella mujer, que en todas las partes del mundo
que ella había estado, yo apenas me había acercado.
Me contó una información particular,
con la que estuve de acuerdo, pero al irme a casa pensé que si esta
mujer, una agradable Judia, Israelita que como siempre han sido su
pueblo, también había caminado por medio mundo, me hubiese
propuesto ciertas conversaciones sobre valorar otras ciertas
acciones, seguro estoy que hubiéramos encontrado momentos de mutua
incomprensión.
Estoy contando un caso en el cual la
diferencia no hubiese sido más que una experiencia enriquecedora.
Y esto me trajo a la mente esta idea
que tanto arrastro en todos mis pensamientos.
¡Cuando aceptaremos todos que
nuestros planteamientos vitales se extienden entre un grupo mínimo y
reducido de los habitantes de este planeta!
Tenemos una gran, por cantidad y no
por calidad, costumbre de pensar que tu razonamiento a partir de lo
que ves, es el correcto y rara vez somos conscientes que tu claridad
en algunas ideas, pueden no ser más que pequeños errores en la
constitución cosmológica, ética, civil, o estética ante los
demás.
Hagamos un punto y a parte en nuestros
principios.
Aprendamos a vivir conforte a ellos y
huyamos del torrente que arrastra de las mayorías, pero siempre hay
que tener en cuenta que sólo tenemos una visión censurada y
reducida del mundo en nuestra ansiada, por algunos, y necesaria, para
todos individualidad.
Respetemos a los demás, aun siendo
sólo por reconocer la limitada visión que tenemos, para juzgar y
definir en general y todo.
Cansado estoy de escuchar que esto
está claro cuando no son conscientes que debaten y opinan desde unas
decisiones ya tomadas por antelación, consecuencia de los principios
que manejamos cada caballo en su caballeriza.
Vivimos cegados por nuestras
circunstancias.
Queremos creer que toda persona con
estabilidad y lucidez mental ibanse a pensar como yo.
Nos cuesta descolgarnos de los hilos
que nos tratan tal que cual y como marionetas, movidos por las manos
de la cultura, estructura, intereses y educación que nos hace bailar
al ritmo, de además, la música que, en el peor de los casos, las
fuerzas de influencia deciden.
Es la ceguez producto de la
prepotencia surgida del siglo del miedo, el XX (Jean Paul Sartre.
Moral y Política)
Démosnos cuenta que la razón sólo
es aséptica haciendo matemáticas y lógica formal. ¡Ni siquiera un
pensamiento lógico con contenido, pues los conceptos en sí pueden
estar ya mal formados o equívocos con el ansia de totalidad!
La música y la tranquilidad me llevan
a elevar la posibilidad del error al punto máximo que nos permita
actuar y avanzar pero nos evite la imposición de nada asumiendo la
falibilidad propia de nuestras acciones.
Con ganas me quedé de seguir hablando
de sus viajes, sitios donde vivió y familia. Poco tiene que ver su
experiencia vital a la mía. ¡Y cómo me voy atrever a juzgar desde
la distancia un conflicto de 4000 años del pueblo Judío allá, en
oriente próximo, en la Jonia, en Babilonia, en Egipto, en la Europa
central y Oriental, en la España de entonces de los Sefardíes,
desde la tranquilidad de la otra orilla del mar del disfrute y
sosiego, aquí, en la costa de donde nace el sol, en las playas de
Valencia!
Seamos tolerantes, pero no desde la
misericordia que demos sino desde la ignorancia que admitamos.
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