viernes, 31 de julio de 2015

El Café. De las circunstancias.



- !No!, no me hables más de circunstancias y deja de apoyarte en ellas para justificar los actos.
Andrés y María, hablaban en la barra del café, sobre su situación económica. Era más que suficiente para llevar una vida digna y  buena, totalmente ella, pero sí les privaba de ciertas comodidades relativizante generalizas entre todos aquellos que le rodeaban.
- María, tenemos que vivir conforme y de acuerdo con lo que tenemos. No es un acto de sumisión, cobardía o resignación, es sino la definición correcta de cómo son las cosas.
- Siempre huyes de lo objetivo, de lo defiible en su totalidad y  te quedas con las palabras de aquel.
- ¿Qué eres tú y tus circuntancias?
- Sí, él mismo.
- Mira María, no sé que punto de objetividad te crees que tiene tu juicio sobre la realidad, constitución y desarrollo de ella. El actuar correctamente está inserto en la realidad que te circunda. Si quieres podemos hablar como voluntad en el momento de acción calificatoria de tus hechos, pero los hecho definidores son inseparables de cada uno de nosotros y definitivos.
- ¿Me quieres decir que la esencia propia y definidora de la especie no, ni eso, nos vale?
- Sí, eso mismo.
- Sigue
- El individuo es conciente de su persona y pensamientos. Con ellos actua y con ellos trabaja. Los errores y aciertos de cualquier hecho de calculo, depende primero de la verdad, de los principios primeros constitutivos de éste. Las personas actuamos en funcion de aquello que nos constituye,  esto son nuestras circunstancias y lo que somos, en ellas y con ellas.
- Andrés, qué poco espacio dejas al individuo com elemento decisorio y cuan le dejas dentro de las muchedumbres formadoras. Entonces ¿haces al individuo exclavo de sus lugares?, y ¿donde dejas mi libertad de elección?. No, no pienso como tú, al abogar por la rendición del individuo ante las circunstancias y totalidades que le rodeen.
- Estamos mezclando Antropología Ontológíca y Ética - concluyó María.
Siguieron tomándose el café. Toda la discusión había surgido tras la pregunta de Andrés  a Maria sobre su estado anímico, a lo que ella le contestó que estaba un tanto alicaida ante lo que él le  trasmitió su alegría por apreciar lo que tenían.
- Andrés, el dinero te da libertad y poder y te permite escapar de los refugios de los resignado.
Andrés cambió levemente su expresión.
- Ándate con cuidado y no acabes hablandome de cobardes que es peligroso y déjame que te diga que la aceptación con voluntad de los hechos, es un acto de valor. No entiendo por qué buscas tramos diferentes a un camino que ya estás inserta. !Por qué vas a llorar por algo que no tienes, cuando es imposible que así sea!. No es resignación, es realidad. Yo, Maria, soy feliz a tu lado y el resto del mundo me sobra.
Maria le sonrió y con algo de tristeza agridulce, y sin paulativos, volvió su mirada hacia la taza de café.
Tras unos instantes, continuó
- Bien, de acuerdo, empezemos a vernos dentro de un status quo propio y determinado y dejémosnos de juzgar pensando o haciendo referencia a una totalidad genérica, vale, pero déjame que te diga, que dentro de esa realidad, en la que siempre me insertas, yo voy a luchar a muerte por mis deseos y objetivos. No quiero morirme contemplando placidamente y desde el balcón de mi casa como pasan delante mio los acontecimientos, es decir, mis circunstancias que van a tomar las decisiones en mi nombre. Voluntad de poder, pichoncito - al apelativo bajo el tono de la conversacion a susurro y se sonrieron con franqueza.
- Sí, sí, me gusta, voluntad, voluntad, !es algo que sólo a nosotros nos pertenece!, !es el arma de nuestra libertad y control!, pero que no se te olvide que aquello que tu quieras coseguir como fin objetivo, pensado y decidido, no surge ni en tu esencia pensadora, unidad ontológica, individuo, sino, viene de lo que tú eres, es decir, unas circunstancias cuaquiera concretadas. No hay un ser absoluto y definitorio - María.
- ¿todo esto a venido decidiendo si saliamos a cenar y gastarnos dinero o no?
- Sí, de ahí mismo.
- ¿aceptar con tranquilidad y sosiego que no nos viene bien los gastos, asumir sin problemas nuestras circunstancias y concluir que mi felicidad no depende de nada más en cómo construya y forme esos elementos a mi al rededor?, Sí, vale y escucha -continuó, manda a carajo a las malditas circunstancias, vivamos en el riesgo de la guerra y la emoción, no vivamos sujetos a condiciones, seamos valientes y luchemos contra lo supuestamente admitido. Me cuesta demasiado, Amor, sucumbrir hasta la deidad mistica del sosiego y tranquilidad en la asumision de mi momento puntual.
- ¿la amargura de la lucha o la tranquilidad de aceptar lo que somos? - preguntó Andrés.
- ¿la angustia de la inmovilidad o la realización en el movimiento?, respondió con otra pregunta María.
No las tenían a diario esta conversaciones, pero si qué surgian. Ambos dos estaban enriquecidos culturalmente por sus estudios y eran bastante sabios, por las multiples incidencias que habían tenido en sus vidas y el gran aprendizaje que en ellas obtuvieron. Eran un matrionio ocupado, trabajaban ambos y tenían tres niños. La conexión era buena, se complementaban bastante bien, precisamente porque el uno era la que el otro no. Disputas y unión. El amor tenso, duro, emocional, pero bueno pues esto era signo que a los dos les gustaba, les interesaban y nunca se iba de la cabeza de ninguno de los dos la otra parte del matrimonio. No hay mejor para el desamor que la indeferencia, y si hay amor, los roces y las disputas, son buenas. Ellos las tenían, para su enriquecimiento y amor.

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