Pedro y yo llevábamos, quizás, 15
años de servicio en la secreta y jamás habíamos tenido una misión
tan estranbótica, especial, difícil y delicada.
Debíamos recorrernos todos los
puticlubs de Valencia buscando a un mal nacido proxeneta y pedófilo
que traficaba con el cuerpo y corazón de menores.
Esta semana nos tocó “el dulce
melón”.
Era un relativamente viejo caserón,
bien arreglado, bien iluminado y con el acceso fácil.
El sexo mueve muchísimo dinero pues es
demasiado apetitivo para muchos hombres.
Entramos allí. Dijimos que eramos dos
amigos de 45 años, recién llegados a la ciudad que habíamos parado
a tomarnos un doble whisky. Eramos presas fáciles y apetitivas.
Debíamos hacernos querer y que se
acostumbrara el jodido proxeneta a nosotros y proponerle más
adelante el anzuelo para pescarlo.
Nada más apoyarnos en la barra y
pedir el primer tubo, se nos acercaron Margarita y Jass.
- Hola guapos, ¿que tal?
Aquí comenzamos la charla y los
sobeteos.
- ¿de donde sois, princesitas?
- !ahy,¡, a quien le importa eso, me
dijo riendose.
Margarita era Sudamericana, seguro. Una
mujer realmente sexi. Era el ejemplo de la inútil, en su caso,
fertilidad despanpanante. Grandes senos y caderas. Labios muy
carnosos y la piel morenita. Tenia una gran sonrisa y no paraba de
meterme mano. Era realmente difícil no dejarse llevar. Pero me
repetía que estábamos trabajando.
Jass estaba apoyada en la barra justo
al lado de Pedro. Era de la Europa occidental y llevaba melenita.
Rubia y ojos claros. Loco estaba Pedro.
Era un puticlubs de alto estandin,
vimos una vez entrados.
Nos pedían mucho dinero.
No habían más clientes con lo que aun
con nuestro no a sus favores, con excusa y la promesa de volver,
estuvieron bebiendo, invitadas por nosotros unas cervezas.
No habíamos parado de observar a todo
el personal y hubo uno que no me gusto nada, es decir, que tenía
pinta de ser un gran hijo de puta.
No había bebido nada en toda la tarde.
Había salido y entrado un par de veces
y no paraba de controlarlas a todas.
Puede que fuera ese el cerdo que
estábamos buscando por romper la vida de más de una adolescente
engañadas y obligadas.
Nos despedimos y se pusieron muy
caramelito al final buscando el último empujón.
- Andrés – me dijo Pedro, aquel que
estaba al fondo no paró de controlarnos.
- Si, no es malo que nos vea raritos
para el asunto que le vamos a proponer.
- Oigame, teniente, tu compañero, o
sea yo, se va a dormir con su mujer pues entre el Whisky y las putas,
ya te lo cuento.
Sonreímos y nos despedimos.
Yo me fui a casa a dormir solito.
A la noche siguiente volvimos.
Ésta vez se acercaron María y Carmen
y también comenzaron a calentarnos desde el primer sorvito de
alcohol.
- Venga tonto, que va a ser el mejor
polvo de tu vida- me decía María, que tenía un acento Sevillano
realmente atractivo y seductor. Era algo gordita pero, tal y como me
dijo, tenía una clientela muy fiel.
- Pedrito, Pedrito, que te voy a hacer
, por fin, a tu edad, un hombre, le decía al oído, mientras Carmen
le mordía suavemente la orejita
Se fueron con las manos vacías de
dinero ellas también.
Así tres días más, buscando lo que
llegó al sexto día de entrar en el infierno.
El patanatas llevaba un bigotito de
sado.
Bajito y zampeante.
Estaba musculado de anabolizantes y
hablaba peor que el hijo tonto de la prima del novio de mi vecina.
- Qué clientes, ¿qué tal?
- Bueno, pensándolo.
- Hombres, ya lo veo y me pregunto ¿que
no les gustan?
-Bueno..e..
- Marcelo
-Eso Marcelo, la verdad es que buscamos
algo especial.
- Ahhh¡, - dijo sonriendo, qué malos
que sois algunos, dijo riéndose.
Mis ganas por saltarle los dientes se
iban acrecentando. Y estaba entrenado para hacerlo.
- Pero. ¿de qué habláis?
- Ya me entiendes – le dije giñandole
el ojo, jovencitas, mucho, le dije poniendo una cara de cabrón como
la suya.
- Venir mañana también. Os espero a
media tarde y veremos lo que puedo hacer por ustedes. Ahora os saldrá
muy caro. Sobre los 300 euros la hora.
- El dinero no será ningún problema –
le dije carcajeandome.
Esto hay que grabarlo ya, nos decíamos
mientras volvíamos a la comisaría, pues había que prepararlo todo
para pillarle.
Iría yo solo, y Pedro se quedaría en
el coche de fuera grabandolo. Me iba a meter en el local con una
grabadora audiovisual colocada un la montura de mis gafas falsas.
Llegué por la tarde y comenzamos las
pruebas desde la misma puerta.
Yo no hablaba y Pedro me comunicaba por
los pequeños auriculares insertos también en la montura que todo
grababa y se oía a la perfección, así pues entré.
Tras mirarnos y acercarnos, todo
comenzaba.
- Hombre que tal, amigo – me dijo.
- Señor ¡deme placer y no guerra! -le
dije riendonos, mientras el gran capullo también lo hacia.
Me indico que le siguiera por uno de
los pasillos más lejanos. Era grande y escondido llegando a lugares
sin apenas ventanas. Con dos soplidos rápidos, Pedro me daba
información sobre la grabación
- Perfecto, perfecto – me dijo.
Cada vez le veía mas cara de cabrón y
notaba que iba perdiendo mi capacidad de control y mi misión de
hacer imponer la ley de forma legal. Llegamos al final del pasillo y
abrió una pequeña puerta.
- ¡Guarra!, ¡levantate!, ¡por fin
van a darte mucha guerra¡
Se acercó a una jovencita que no
llegaría a los 16 años, era guapa pero en su cara se veía toda una
vida desecha. Ya nunca podrá tener una vida normal. La levanto muy
bruscamente y a empujones la tiró encima de la cama. La niña
comenzó a llorar.
- ¡Desnudate!, vamos.
Se acerco a la cama y bajando la voz le
dijo
- Haz disfruar a este hombre o si no,
ya sabes lo que te haré.
Resople dos veces
- Sí, sí, Andrés, está todo
gravado.
Me quite las falsas gafas y todo el
equipo audiovisual, con tranquilidad, miré fijamente con el corazón
compungido a la pobre chiquita y giré la cabeza muy lentamente hacia
el pederasta y Pedófilo. Debió notar que algo más había en la
expresión de mi cara pues la suya también cambió.
Llevaba la mini porra escondida en el
interior de la chaqueta
- No mujer, no, estate tranquila, el
que va a tener sexo va a ser este hijo de puta.
A la media hora, con la policial
nacional ya en el prostíbulo, salí yo, cogiendola de la mano, con
la chiquita, Nigeriana, que todavía llevaba su carita de miedo e
incomprensión.
Por la otra puesta, sacaban en camilla
al hijo de puta. Jamás volverá a andar sin cojear.
No me sentía contento por haber
utilizado la violencia, no era mi estilo, pero no me pude
contenerme.
Cobarde e indeseable.
Total que alñ final no pude evitar y
machacarle algún diente y sobre todos las rodillas. La rotula le
hubiera cabido en un sobrecito de azucar.
A mis compañeros de la nacional, tras
ver las grabaciones, no quisieron oír ni una palabra de como se
había iniciado la pelea final.
La que le dijeron que iba a ser
princesita aquí en España, no sabía apenas Español y no tenía ni
una sola idea ordenada.
Jodido llegué a casa, uno por haber
utilizado la violencia y dos por pararme a pensar a tamaño miseria y
podredumbre que podemos llegar a ser las personas.