Entre la equivocación me encontraba
yo en aquella biblioteca, pues no0 sabía si hacer poesía con
razonamientos o deducciones con belleza.
- !Hola, Andrés! - me dijo la
bibliotecaria.
Camisa blanca con bordados y falda
larga, color gris claro. Muy formal y evocaba en amor limpio. Llevaba
una melenita corta que se tenía que apartar con cada libro que
buscara.
Llevaba mucho tiempo indicándome e
insistiéndome que no hacia filosofía, pues me salía de los ámbitos
y márgenes de la razón. Era bibliotecaria y licenciada en
filosofía, es decir, tenía conocimientos buenos y varios del
asunto.
Me gustaba más por días.
- Andrés, ¿por qué no pones los pies
en el suelo?, ¿por qué no razonas sobre objetos en los cuales
podamos aplicar nuestras estructuras y condiciones mentales?, !Habla
de totalidades¡, si quieres fenomenológicas pero ¡deja lo
individual!,al individuo perdido, pues te enloquecerás sino en los
razonamientos.
A Susana, que así se llamaba, jamás
le interesó aquella filosofía que sobrepasase temporalmente a
Hegel, salvo el materialismo de Marx y los diferentes tipos de
Marxismo.
“Teoría y Crítica marxista,
!genial! ahora bien, de revolución nada”. Era moderna pero algo
chapadita a la antigua. Los surtidores de aire del metro que elevaron
a la gloría a Marilyn y a su falda, a ella la hubieran matado,
ahora bien, no hubiese llevado una falda tan ligera.
- Susana, yo sólo creo en el
individuo. Tu ves tu mundo y yo el mio y lo fenomenalizamos para
conversar, pero no tiene unidad ni forma definida.
- ¿Qué?
- Que no quieras poner límites al
intelecto de cada uno.
- ¿Por qué no?
- Porque el mundo es solo voluntad de
ser y querer en nosotros y la representación que le demos.
- ¿No te da pena la falta de fin y
completud?
- No
- ¿Todo subjetivo?
- No, pero lo objetivo no existe. Lo
que hay es individuos que quieren ser.
- ¿De ahí que escribes así? - me
dijo más suavemente.
Aquí me quedé pensativo.
Cierto es que tenía una concepción
grande de la individualidad como formadora de la realidad pero
también pensaba que mi manera de escribir era más que por unos
motivos filosóficos era por una inclinación vital, por cómo eran
mis entrañas.
- Qué piensas – entre el silencia de
la biblioteca y la mirada perdida, poco sitio me quedaba de salida.
- En que la filosofía son aforismos,
verdades sucintas, simples y totales, crítica directa, no concibo un
largo desarrollo filosófico. Cr3eo más en un pensamiento intuitivo
del que surgen verdades necesarias, se aquí que los grandes sistemas
totales y sus desarrollos se me hagan tan pesados y lejanos.
- Vale, vale, amigo – me decía
mientras me sonreía y a mi se me caía el techo en cima de placer-
pero dime ¿tú escribes poesía o filosofía?, ¿buscas la verdad o
la belleza?
- Pero ¿qué son incompatibles. Cuando
hago filosofía trato de narrar los paradigmas que me dan movimiento
y razón a través del lenguaje y su belleza. Excepto la lógica que
está a años luz, toda la demás filosofía trata de términos
abstractos que encuentran su cabida siempre en la antropología, que
que mejor para trasmitirla que desde la sensibilidad humana.
- Eso te piensas tú, guapo.
- Vale, tú eres guapa, aun que no
pensaras.
- Si me escribes una verdad con forma
de relato o poesía y esta noche te invito a cenar.
- Bien, te la leeré esta noche en el
sofá de tu casa.
- Tú vas muy rápido cuando sólo te
he invitado a cenar.
Se fue sonriendo y me dejo con la gran
inquietud y ganas de saber si cenaré esta noche con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario