miércoles, 11 de junio de 2014

LA CENA




Entre la equivocación me encontraba yo en aquella biblioteca, pues no0 sabía si hacer poesía con razonamientos o deducciones con belleza.
- !Hola, Andrés! - me dijo la bibliotecaria.
Camisa blanca con bordados y falda larga, color gris claro. Muy formal y evocaba en amor limpio. Llevaba una melenita corta que se tenía que apartar con cada libro que buscara.
Llevaba mucho tiempo indicándome e insistiéndome que no hacia filosofía, pues me salía de los ámbitos y márgenes de la razón. Era bibliotecaria y licenciada en filosofía, es decir, tenía conocimientos buenos y varios del asunto.
Me gustaba más por días.
- Andrés, ¿por qué no pones los pies en el suelo?, ¿por qué no razonas sobre objetos en los cuales podamos aplicar nuestras estructuras y condiciones mentales?, !Habla de totalidades¡, si quieres fenomenológicas pero ¡deja lo individual!,al individuo perdido, pues te enloquecerás sino en los razonamientos.
A Susana, que así se llamaba, jamás le interesó aquella filosofía que sobrepasase temporalmente a Hegel, salvo el materialismo de Marx y los diferentes tipos de Marxismo.
“Teoría y Crítica marxista, !genial! ahora bien, de revolución nada”. Era moderna pero algo chapadita a la antigua. Los surtidores de aire del metro que elevaron a la gloría a Marilyn y a su falda, a ella la hubieran matado, ahora bien, no hubiese llevado una falda tan ligera.
- Susana, yo sólo creo en el individuo. Tu ves tu mundo y yo el mio y lo fenomenalizamos para conversar, pero no tiene unidad ni forma definida.
- ¿Qué?
- Que no quieras poner límites al intelecto de cada uno.
- ¿Por qué no?
- Porque el mundo es solo voluntad de ser y querer en nosotros y la representación que le demos.
- ¿No te da pena la falta de fin y completud?
- No
- ¿Todo subjetivo?
- No, pero lo objetivo no existe. Lo que hay es individuos que quieren ser.
- ¿De ahí que escribes así? - me dijo más suavemente.
Aquí me quedé pensativo.
Cierto es que tenía una concepción grande de la individualidad como formadora de la realidad pero también pensaba que mi manera de escribir era más que por unos motivos filosóficos era por una inclinación vital, por cómo eran mis entrañas.
- Qué piensas – entre el silencia de la biblioteca y la mirada perdida, poco sitio me quedaba de salida.
- En que la filosofía son aforismos, verdades sucintas, simples y totales, crítica directa, no concibo un largo desarrollo filosófico. Cr3eo más en un pensamiento intuitivo del que surgen verdades necesarias, se aquí que los grandes sistemas totales y sus desarrollos se me hagan tan pesados y lejanos.
- Vale, vale, amigo – me decía mientras me sonreía y a mi se me caía el techo en cima de placer- pero dime ¿tú escribes poesía o filosofía?, ¿buscas la verdad o la belleza?
- Pero ¿qué son incompatibles. Cuando hago filosofía trato de narrar los paradigmas que me dan movimiento y razón a través del lenguaje y su belleza. Excepto la lógica que está a años luz, toda la demás filosofía trata de términos abstractos que encuentran su cabida siempre en la antropología, que que mejor para trasmitirla que desde la sensibilidad humana.
- Eso te piensas tú, guapo.
- Vale, tú eres guapa, aun que no pensaras.
- Si me escribes una verdad con forma de relato o poesía y esta noche te invito a cenar.
- Bien, te la leeré esta noche en el sofá de tu casa.
- Tú vas muy rápido cuando sólo te he invitado a cenar.


 Se fue sonriendo y me dejo con la gran inquietud y ganas de saber si cenaré esta noche con ella.

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