Paseando íbamos los dos y en el primer
café que encontramos, allí nos metimos.
Era un grandes almacenes de primera
linea y además situados en el centro de la ciudad.
Pedorras, ilusos, desencantadas y
perdidos, con cash, vacías, tontos a tropel, allí andaban todos,
locamente, en búsqueda de gastarse el dinero, aquellos porque les
sobra y esos otros pues les gusta comprase pequeñas cosas allí
donde todo es carísimo.
- Un carajillo cognac – pidió Pedro.
- Para mi un poliol.
Apenas habíamos hablado hasta ese
momento pues los dos estábamos deleitarnos con los especímenes que
nos cruzábamos, hasta que me dijo.
- Andrés – apenas cambió la
expresión de su cara, ¿tú crees que la cultura y la sabiduría te
aleja de toda concepción divina?
- ¿Me hablas de la debilidad que
Nietzsche otorgó a los ignorantes?
- ¡No, no!, no te vayas tan lejos y
quédate aquí. Te pregunto si con el mayor conocimiento del
funcionamiento, a todos los niveles, del mundo que nos rodea, aleja
de nosotros la necesidad de las divinidades
- Dan como cierto, Pedro, las personas
cultas y especialistas en la temática que así empezó el
movimiento religioso, que surgió ante las dificultades máximas de
comprensión. Pero claro, estamos en el mismo problema pues es la
decisión tomada mediante estudios, análisis, trabajo, restos,
escritos y otros elementos para explicar la aparición de las
religiones, por una parte involucrada en la cuestión y que por su
mecanismo de acción, parece ya tener la decisión tomada.
- Bueno, en la misma problemática
metodológica caería aquel que hablara, digamos, de la revelación
intencional Divina, que podía existir, perfectamente en esas
alusiones prehistóricas en forma de dibujos que hacían en los
fondos de las cuevas.
- Debemos de concluir, entonces, que es
una opción de elección intuitiva y no de decisión personal, que
siempre estará ahogada en las circunstancias, anteriores y actuales.
Se miraron y cogiendo las tazas giraron
la cabeza y comenzaron a pensar los dos en la imposibilidad de la
discusión o debate sobre la existencia de las Divinidades.
- ¿Quieres decirme, Andrés, que antes
de iniciar cualquier razonamiento ya viene definido por tus valores?
Pues entonces tienes un cambio de paradigma o no cambiaras de
situación.
- ¿Y cómo aparece este cambio
paradigmático, es decir, radical?
Nos callamos.
- ¡Yuuju!, chicos ¿que tal?
No, era Jenny.
No era su nombre pero así le gustaba
que le llamarán.
Ni una tormenta, desnudo, en invierno,
en mitad del monte, me hubiera importunado tanto.
Pedro alucinaba, pues era una de las
pedorras que tanto criticábamos y que venía a saludarme como si de
toda la vida nos conociésemos. Eso pasaba y hacía siempre, aunque
solo te conociese tres minutos antes.
Tras llenarnos de besos huecos de
sentido pero llenos de carmín, se volvió a sus falsedades y nos
dejó, a los dos, en nuestros errores, vale, pero en el campo de la
verdad.
- Pienso que estamos mezclando dos
campos de pensamientos.
- ¿Si?, dijo Pedro.
- Mira, poco tiene que ver como hemos
conocido o no conocido cada uno de nosotros a estas divinidades y la
influencia que ha tenido estas mecánica pedagógica en nosotros o la
demostración racional y la explicación por fe. Son dos temáticas
diferentes.
- ¿Hacemos teología y filosofía o
nos vamos ya de aquí a buscarnos la vida en otro lugar?
No fuimos de allí, siendo dos
marcianos en la entrega de diplomas en un acto de fin de curso.
La multitud se fue dispersando a medida
que llegábamos a la bifurcación de nuestros caminos.
- Sabes Andrés, en ocasiones mi cabeza
encuentra la solución a la problemática pero, en otras, mi corazón
niega estas conclusiones.
Así que nos despedimos con naturalidad
pues nos veríamos pronto.
Me quedé tranquilo por ver que mi
amigo estaba tan perdido como yo en está temática.
El mal de todos es consuelo de tontos,
pero estar solo en tus conclusiones, es peligroso.
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