sábado, 14 de junio de 2014

LA CRÍTICA Y CONFESIONES








La capacidad de crítica se potencia protegida bajo el disfraz de la distancia, el anonimato y las palabras.
Perdido entre las sensaciones de desamparo, leo compungido los comentarios realizados envainando la espada de la impotencia .
Los ojos se me abrían a medida que su odio sentido en el comentario leído, iba atrapado mis razonamientos.
Me volví a preguntar cuales serán los motivos que nos hacen y nos llevan a la incomprensión, por intencionalidad con los demás.
¡Parto de mi error!, pero cuando entiendo que otros lo tienen, trato, me creo que actúo, desde mi propia inseguridad, dudas, necesarias, para llegar y construir conclusiones.
Recibí, hace poco tiempo, un comentario crítico que traspasaba los confines de la temática y sacaba conclusiones calificativas de la validez, intención, claridad del contenido y aludiendo los errores de del escrito calificando al autor. Fantasioso, inconsistente, irracional y etc, me decía (era un razonamiento sobre entidades abstractas, bueno, el nombre que no sé nunca donde situarlo, sería filosofía).
En el parón que tuvo mi pensamiento, no fermentaban la validez o no, de ellos, sino la crítica gratuita sin ejemplos prácticos o justificaciones racionales de ella.
Ante esto, comencé a preguntarme por, en este caso el autor del escrito actuó con antipatía.
Como decía aquel, el principio de causalidad se extiende y se vuelve ontológico y necesario, lo que me llevó a estudiar la personalidad de este contertulio que emanaba violencia por todo doquier.
No insultaba, pero con otras construcciones, demostraba un desprecio grande hacia lo leído realizando unas contestación llena de afirmaciones conclusas y finales, totales y terminales.
El actuar, desde la distancia, tiene sus motivos y consecuencias.
Quiero pensar que los hombres sabios no califican sino que estudian y comparten construcciones, aciertos y errores.
El que impone sus conclusiones por una supuesta y creída superioridad intelectual, está, directamente dirigido, al error.
Son los tontos los que envuelven al conocimiento en unas luchas triviales por la verdad.
Mi estado anímico, cayo hacia la duda, tras la lectura.
¿Me equivoco con tanta rotundidad?
¿Será que produzco una sensación negativa al supuesto y deseado lector?
¿Será que despierto ganas de contradicción por mi manera de expresarme?
¿Será que me creo lo que no soy y que merezco el tono y los contenidos?
La distancia potencia el odio y desprecio.
Detrás de las lineas, lo peor de cada uno sale sin temor.
En la cercanía, tenemos más miedo y control en el momento de calificar u opinar por aquel que te acompaña en la supuesta conversación.
A sabiendas de la ninguna posibilidad de tener consecuencia sobre tu vida el expresar tus ideas en este medio, te lleva a dejarte llevar por tus pasiones, a las cuales no tienes miedo, pues cuando son saciadas, te puedes alejar lejos a mecer a la inquietud del error impulsivo desde la distancia.
La música aumenta mis ganas de huir y escapar.
¡No quiero guerrear en la vida!
¡He nacido para ser el último feliz!
¡No quiero competir, sólo espero aceptación!
En ocasiones mi pequeña capacidad de comprensión de ciertos elementos tomados y dados como normalidad, me acobardan el la soledad.
Desde la calma y tranquilidad de mis pensamientos temo, y cada vez más, mi carácter autodidacta y encuentro, cada vez más ganas de decir u opinar lo que todos opinamos o quedarme, compungido, en el silencio.
Comprendo más la individualidad nuestra confortadora de una realidad que no existe sola sino acompañada de la mano por cualquiera de nosotros y nosotras.
El romanticismo del suave pop y la falta de sueño, ablandan más mis sentimientos y la fuerza de lucha en mi defensa, Y hoy y sólo tengo ganas de subirme en la moto y salir por pies, escapado a refugiarme, otra vez más, en el silencio de mis pensamientos.
Recobrando la entereza del fin del escrito, abogo por el intento de dulce comprensión entre nosotros.

Me da igual si hay o existe una verdad explicativa de la realidad, pues ésta no tiene ninguna importancia si nuestra relación se hace desde unos principios éticos básicos.

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