No había nunca estado, ni
pensaba que lo estaría.
Había recibido la
invitación.
En ella estaban los otros
invitados. Grandes científicos y pensadores.
Cuando me informe de su
presencia y del lugar en concreto, no dudé ya, ni por un segundo en
irme allí.
Era una gran reunión a
todos los niveles de la ciencia que estaba creciendo y su vinculación
con las ideas divinas, era ampliamente debatida.
Hacia seis meses, que en
mis estudios sobre la gravitación entre los diferentes elementos
formadores del sistema solar, había sido capaz de plasmar, con seis meses de antelación, entonces,
la posición que iban a tener los astros, pasado mañana, el 19 de
septiembre.
Aquí empezó el río de la
incomprensión con comentarios sucios sobre la proveniencia de esa
información, mis conjuros o pactos con el diablo.
El prevenir cualquier cosa
con tanta antelación era cosa de los astrólogos, adivinos, magos o
cualquier otra forma mística de actuación.
Pero no, ignorante pueblo
que cansado me tenías, es ciencia, pura ciencia. La naturaleza tiene
unas leyes de funcionamiento que nos permiten calcular su futuro.
Asombrado me dejó al
enterarme que iba a ser en Toledo, España, en el gran bastión del
cristianismo.
Era el tercer día cuando
me toco, o me permitieron, subir al atril a desmenuzar,
principalmente las leyes formadoras de la teoría de la gravedad.
Que los cuerpos caía
independientemente por la atracción sea cual fuese su peso fue ya
propuesto por Galileo, pero yo le había dado un desarrollo, con la
explicación mediante leyes y el calculo matemático a partir de
relaciones numéricas entre masa, distancia, fuerza y atracción.
- Podemos calcular el
volumen, posición y distancia de los cuerpos en función de las
relaciones que surgen al aplicar entre ellos la existencia de la
fuerza de la gravedad. Su duplicación con la masa o su división de
las distancia. Así empecé y tras esto, toda mi teoría a grisso
modo.
Al acabar la explicación
magistral que cómo aplicar estos conocimientos para el calculo de
las posiciones exactas de los cuerpos celestes y hacer después una
aplicación ejemplos más cercanos de la tierra, jamás olvidaré la
cara de incomprensión y sorpresa que pusieron los teólogos,
presbiterios, curas y santos padres, que allí y en España claro que
estaban, a la par que desarrollaba el tema.
- Pero ¿se siente Usted con
la capacidad de decirnos cual será el deseo que Dios tendrá, del
estado y situación del Cosmos en un momento determinado?- me dijo
el propio rector, Jesuita, de la universidad de Toledo.
- No padre, son leyes que se
aplican. Entre la relación de determinadas magnitudes,
podemos dar explicaciones de los actos y futurizar.
El obispo Francés de
Marie-tolousse también miraba con cara de sorpresa
- Pero, ¿el mundo ya viene
constituido?, ¿ya viene determinado?, ¿me planteas Usted, un futuro
necesario?
Era precisamente la
definición exacta.
- Si, mientras la ley, que
por naturaleza así será, no sea superada por otra, su validez
estará en su necesidad.
- Señor Newton, debe Usted
de saber que Dios es Omnipotente y que no está sujeto a ninguna ley
de actuación.
Sabía que debía de
callarme y así lo hice.
Lejos estaban del
racionalismo Europeo o del empirismo Ingles.
Los padres católicos
abandonaron el hemiciclo, no sin despedirse cortésmente, pero
haciendo gestos y comentarios de reprobación. Casi les parecía una
broma.
Pero de Toledo no se fueron
pues mañana era el soñado 19 de septiembre.
Y llego la noche de la
comprobación.
La predicción fue exacta.
La ley era correcta.
El mecanismo y la
continuidad se daban.
Observadores de toda
confianza para las Magistrados religiosos, la curia y los científicos
en general, ratificaron que mis previsiones eran precisas y que no se
distanciaban ni en un grado de la situación final.
Con toda esta demostración,
efecto fue contrario a que yo esperaba.
Las sospechas conforme a
cómo había yo adquirido esa información con la influencia maligna
de satanás, llegaron.
La magia de la ciencia había
llegado, la previsión se hizo posible, Dios comenzó a acercarse al
ser humano.
Se hizo la mañana del 21 y
ya me disponía a subir en la carroza que cruzando la meseta y los
montes cantábricos, me llevaría al atlántico y de aquí a mis
queridas tierras Inglesas.
En aquel momento, un
Franciscano se cruzó en mi paso y me preguntó sin complejos.
- Doctor ¿me dice Usted que
el universo tiene un movimiento y estado, independiente le la
voluntad y acto potencial de nuestro señor Dios?
- Le digo que se puede
calcular el futuro con leyes y que estas forman de por si, son parte
de toda la realidad divina. Era un autor holandés, protestante y
sefardí proveniente de Granada, pero si puede lease a Spinoza y le
hablará de Panteísmo.
Volví a casa tranquilo.
Había conocido una bella
ciudad.
Una magnifica cultura.
Unos sabios científicos.
Pero una iglesia macabra y
retorcida que me provoco mucho miedo y temor.
Los aires de libertad e
ilustración que iban invadiendo Europa, aquí en la bella e
indomable España, llegarán.
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