viernes, 25 de diciembre de 2015

...de la falsedad de la imagen, de la mentiría de los seductores escotes y de la hipocresía de los planos abdominales...



El mundo,  y atentos a lo que creo, iría mejor, si la variable de la belleza no entrara  en la ecuación de las relaciones sociales.
Algunas personas salen con metros de salida en la carrera de participación, relación, acción y éxito en el trayecto social.
Otras personas están atadas en el póster de entrada y deben de comenzar desatando la cuerda antes de comenzar a correr.
Es una carrera injusta.
Grandísimos, grandísimas, personas, grandes fondistas se quedan en las carreras de clasificación por el perfil de su nariz.
Cansado estoy de la concepción de sabiduría social a través de unos cañones estéticos.
Tenemos que oir rebuznar a algunos por sus planos abdominales o ladrar a aquella por su atractiva cintura.
Hacedme caso, ahora la estética manda más que cualquier otro factor.
Observado, juzgado, comentado,  clasificado por los pantalones.
Miseria e hipocresía.
Conozco gente que su esencia y felicidad la encuentra en la orgía y proselitismo de las compras, que son los vectores que dirigen el mundo.
Quizás la gesticulacion, entonces, era necesaria la comunicación mímica,  gestual, para comprender o expresar. Ya no. El lenguaje y la comunicación ha evolucionado hasta la perfecta comunicación sin ningún tipo de contacto físico.
Vistamonos todos, hombres y mujeres, con toga Blanca, quitemonos las elementos decorativos personales y exijamos sólo higiene.
Tus palabras tomarían toda su dimensión y valor si no existiera ningún prejuicio estético.
La estética aplasta al valor real de la persona.
El potencial intelectual queda mermado.
El poder está atado a la imagen.
La retórica y el peinado, impactan más que las conclusiones e ideas del contertulio.
La frivolidad de la imagen personal,  Me rodea, marea y descoloca.
Cuanto sufro por aquellos que la buscan y quieren, pero, no la tienen y sufren el desprecio, hipócrita por su disimulo, de allí, en corral donde se mueve o de aquella persona que jamás le interesó la estética pero que por ella, lejos se quedó de su fin.
!claro que tengo capacidad de apreciar la belleza del personal, pero, más que me pese, trato de olvidarla, a sabiendas como se utiliza!
Aquel dijo que La verdad es bella y yo le concluyo y entonces, mirando a mis rodalias, que ni belleza o en su defecto ignorancia.
La falsedad de la imagen, la mentira de los escotes y la hipocresía de los abdominales

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