miércoles, 23 de diciembre de 2015

EL EDIFICIO CALIGARI (Cap.5)




Así  pues, quedáronse, algunos segundos mirándose .
- ¿Ha visto al jefe y dueño  del edificio?
- No, no lo he visto, Manuel - contestó con una sonrisa en la boca Andrés.
Estuvo toda su vida trabajando para el, hasta tal punto que fue su primer trabajo  siendo joven y se jubiló en éste , ya  muy mayor, tras el impedimento de la ultima  revisión médica  a los 75 años.
- Entonces, su coche ¿ lo tiene en el garaje?
- Si, hombre, claro que sí, bien aparcado. No te preocupes, me acuerdo perfectamente de llamarte en el caso de problemas.
Yo, no tenía  coche, ni conducía.
El hombre, Manolo, tendría  ya unos 80 años. Físicamente  estaba bastante bien, se había  cuidado, ahora, mentalmente algo le fallaba pues le era imposible asumir que el jefe - y todo el significado que puso a su vida-  ya había muerto! Estuvo  dedicado con todo cuerpo y alma a su trabajo. Le sacó  a él y a su familia materna de la pobreza y el jamás dejó de agradecérselo , con trabajo y dedicación . Su muerte fue un golpe vital que su mente, todavía se acuerda constantemente de la vida llena para él de sus tiempos. Tampoco salía  del edificio por la puerta principal, al menos. Si que bajaba al garaje, pero no sabía si salía por allí a la calle.
- Bueno, Andres, ¿cuando me dejarás  que te leve en tu coche a dar un paseo?
El hábito y la constumbre anonadan y enloquecen al sujeto. La variación  es necesaria para su buen funcionamiento. La dulzura de la aparente seguridad, le hizo temblar cuando ésta, desapareció
Muy aseado el pelo. A peine y espuma. Seguía  poniéndose , no todos los días, pero sí, el uniforme de chofer. Cuando lo llevaba se le veía andar con mas soltura y seguridad por los pasillos del edificio
-  Andres, a Usted, ¿le gusta el futbol?
- Bueno, si. He jugado demasiado como para que no me guste.
- ¿A visto los coches del presidente del València y el Atlético  de Madrid?...oye, impresionante los coches con chofer que llevan estos !ahhy!, si pudiera conducir y trabajar, !que pronto volvería
Su mente se había  quedado estacionada en unos tiempos anterores.
- Bueno, como ven, estamos preparando el cumpleaños de Elisabeth, que como es mi vecina, me han convencido para trabajar y aquí  estoy vigilando las luces que nadie se las lleve y las disfrutemos -  seguía  habando mientras recorría  el espacio lateral, de una pared a otra-. Miraba en la perspectiva del pasilo,  pareciendo calcular el paralelismo, supuesto, de las hileras de luces.
Andrés , tras tantos días de pasar por allí, comenzaba a pensar en el real desequilibrio mental de sus veinos - claro, que tal acumulación  era un sinsentido y dejémoslo  en una acumulación  circunstancias-, se dijo.
Tal y como había  comenzado a mirarle, le obvió y siguió con su libreta de kilometraje y sus planes de la ciudad.
Obervándolo con curiosidad, se puso a caminar mirándolo  hasta que chocó y tropezó con otra vecina
- uhy, Señor Andres - le dijo con una mirada picarona y una sonrisa mordienrte.
Era Amparo,, la vecina del segundo tan bien conocida en todo eledificio por sus escandalos. Vestia con  falda roja y negra y un chalequito de los mismos colores, llevaba los labios pintados de rojo y el pelo, a rizos de moños de casa. Tenia 65 años y creíase, todavía, lo que había  sido en su juventud, es decir, una rompecorazones.
- Buen, bueno, guapetón , ¿a que se debe su visita? - le dijo parpadeando muy exageradamente- ¿has venido a verme?, le dijo sonriendo a la par que giraba ligeramente sus hombros.
- Bueno, Amparo, iba camino de la calle y..- no tuvo tiempo de acabar la frase-
- !ajajaja!, no te preocupes, estoy aconstumbrada a las visitas disimuladas y a las excusas ridículas. Pero Andres, tú y yo, tenemos más  confianza como para que te bajes a verme - volvió a mirarle sonriendo picaronamente y moviendo, artificialmente sus parpados.
Resultaba ridícula  con sus vestimentas, pero Andrés, aun a sabiédolo, le entretenía  habar con ella, de la gracia que le hacía esos gestos seductores. No tenian ninguna libido , pero eran teatrales, artísticos  y bonitos.
- ¿Sabes de quien es el cumpleaños?
- Si, de Elisabeth
-Ahyyy!, tenía  la esperanza de que no lo supierais - me dijo poniendo cara de desilusión  con rabia.
No lo sabía , lo tenía que averiguar, que les pasaba entre ambas. Tuvieron problemas, pero desde que estaba aquí, no los habían  repetido. No se hablan, pero vamos, jamás  ha visto con malos gestos, ni enfados, siquiera malos comentarios.
Amparo había  estado en París, trajando en un cabaret. Muy buena bailadora, guapa, seductora. Pero un Parisino, sin piedad ni corazon, la introdujo en el mundo de las drogas, haciéndole  perder todo lo que había  conseguido. Estuvo realmente al límite . Tuvo que prostituirse hasta que pudo volver a España. Su vida le había  dado demasiados golpes y cuando alcanzo algo de tranquilidad, el pasado quedó relegado a la nulidad. No tenía  pasado. Andres siguió andando.
 Bueno, ya que veo que no te quedas, dejame que te mande este besito para que lo disfrutes.
Nos despedimos sonriéndonos.
Estaba  gordita y llevaba la ropa, poquita que se ponía , apretadita. Esperpentica y grotesca, pero a Andres le producia mucha dulzura.
Siguio andando,  hasta que  encontrose de frente con Elisabeth, la cual, leyendo a Rousseau, paseaba también por su zona del pasillo levantando las brazos como en un trance explicativo en una clase de la universidad. En cuanto vio venir a Andres, levantó la mano izquierda y comenzó a mover el dedo indice para indicarle que se acercara.
Le miró, al momento que tiró el libro por los aires con desprecio y se adelanto a hablar con el.
Llevaba mucho tiempo ya en el edificio, hablando con unos y los otros, pero el tiempo se le agotaba,aún así, Andres, quieto, la espero.

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