lunes, 14 de diciembre de 2015

....del camino correcto de la felicidad a la inversa...


- Ohh!, ¡mi maldita libertad, estoy cansado de elegir entre los posibles futuros de mi vida!, ¡no deseo ni quiero más responsabilidades que yo no pedí!
- Pero !qué me dices, Andres¡, la libertad es nuestra esencia formadora, la libertad hace que el ser humano sea la persona que somos, !no digas barbaridades¡
- ¿Que no diga barbardades?, yo creo que  tú, amigo, no sabes lo que son barbaridades. Te voy a tener una media hora aquí sentado contándote algunas pocas de las barbaridades que el ser humano ha hecho conforme a ésta utilización propia y absouta de nuestra vida en función de nuestra siempre supuesta libertad.
- Pero ¿quieres que hagamos lo que ya está estipulado y planeado?, ¿querías entrar en la carcel de la repetición o de la imposición? - le dijo Pedro, con la cara de asombro que aquella tarde cada vez con más  intensidad iba poniendo.
- No - comenzó a entonar las palabras Andrés en un tono parecíase buscando la reconciliación- pero me pregunto hasta que punto es una ventaja, virtud, don, el asunto de nuestra  libertad. Te hablo de la necesidad constante que tenemos las personas de  abrir caminos hacia el futuro y que estos son incalculables y cuya única acción propia y traicionera, es elegir el sitio, el lugar, el modo del asuto, y va desde elegir las maneras al contenido. Todo recae sobre tu responsabilidad. ¿esto es bueno?, ¿lo es por que nos hace asimilar totalmente nuestra esencia? - y se le quedó mirando con la mirada de suplica por una respuesta.
- Si, Andrés, la capacidad de elección, nuestra libertad es la característica defiitoria del ser humano.
-  Vale, vale, Pedro - dijo realizando un pequeño gesto de contracción en la busqueda de a comprensión- pero ¿por qué nuestro acto de elección es constituivo de tu realidad y al fin y a la postre de nuestra felicidad?, ¿qué sentido tiene una supuesta libertad sino sabemos utilizarla?, !quiero que digan donde está la felicidad y me marquen el único camino para llegar a ella!, ¿quien pidió que fueramos libres, es decir que tuvieramos que elegir un supuesto orden de realización propio en este mundo?, ¿acaso  hay otro nivel de felicidad?, yo creo que sí.
- Andrés, cuando llegues a casa miraté al espejo y vuelve  y te dices aquello que me dice pues, !te pasas la vida volondo entre los sueños de tu libertad!, !te pasas la  vida saliéndote de los cauces ya marcados!...y..¿ahora pides el por qué de la libertad? - y en un tono un tanto ironico pero no burlesco añadió- mírate a ti, y encontrarás la solución.
- Pedro, en ocasiones envidio  un caballo libre el cual sentirá la felicidad de cabalgar por la pradera,cuando sus crines bailen con el viento que nace al trotar con celeridad por  ésta. Y en ocasiones tengo la angustia de cualquier persona cuando, consciente de su libertad y su decisión equivocada, se mira con incomprensión a si mismo.
- Mira, Andrés, se consciente que estas palabras y estos comenarios son producto de los avatares que has tenido y tienes con los vicios, cuando sientes que coartan tu libertad. No trunques el orden de los factores, no es tu libertad la que te lleva a fumar, es tu libertad la que te hace sentirte mal por haberlo hecho.
- ¿qué me dices?
-lo que oyes. La libertad no es la caacidad de hacer unas cosas, sino es la manera del juico sobre ellas. La libertad nos da la capacidad para sentarnos y juzgar nuestros actos y hechos. Si no fueramos libres, la responssabilidad y capacidad de juicio se evaporarían. No es por tu libertad por lo que te sientes mal en aquellas ocasiones. No es tu libertad la que actúa. Es tu lbertad la que juzga.
La cara de Andrés cambió en su expresión.
Nunca lo había pensado en aquel tono.
- La libertad - se dijo así mismo y con sus pensamientos- no es la capacidad de hacer lo que diga tu voluntad, sino juzgar si esa decisión ha sida correcta.
- Entonces Pedro, digamo que la libertad no es una fuerza constitutiva de nuestras aciones sino un puro elemento justificativo de ellos.
- Así lo creo yo, y fijatélo que te añado, que lo que tú temes y te preguntas cómo lo tenemos si es un peligro para nuestra felicidad, es la voluntad propia de las personas.
Se quedaron los dos mirándose.
Tenían la tarde lbre.
El café estaba bastante vacio. La barra libre, una mesa al fondo con una pareja y nuestro barman leyendo el periodoco en la otra punta.
- Así que la voluntad - le dijo Andrés pronunciando con lentitud la palabra.
- Sí, la voluntad - al mismo ritmo-, vale, vayamos.......

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