martes, 29 de diciembre de 2015

(ESCENA I)

TEATRO
EN EL CAFÉ
..del asunto de la escritura...

Un gran panel al fondo del escenario imita una estantería grande llena de botellas de alcohol, vinos y licores
Hacia la parte izquierda, una construcción con forma de media U, cortada vertical, simula la parte de la barra.
Mas adelante y derecha, una mesa, ordenada y vacía.
Las primera palabras de Pedro y , a su derecha, Andrés, las realizan mirando hacia el panel de los licores.
- ¡Qué sentido le daremos entonces! - deambulando la mano izquierda en tono dubitativo dice Andrés
- Hay diferentes tipos de satisfacción – le contesta Pedro- igual que diferentes tipos de clases de escritura, debíamos de definir sobre lo que estamos hablando primero
Tras estas palabras Andrés le mira y se gira sobre la butaca 180 grados, apoya sus codos en la barra y mira directamente al publico.
- Ahí tienes mucha razón, y la pregunta nos la formularemos entonces cuando ya hemos pasado todas aquellos beneficios accidentales de ella y se estudia sus consecuencias y categorías propias.
- Sí, cuando llegamos al punto de la escritura como medio de acto personal conectivo – asiente Pedro.
- Tú bien sabes que yo escribo - le dice Andrés a Pedro, con el tono pasional y vivencial que interpreta- y en el propio acto, me pregunto por su existencia.
- ¿Quieres decirme el motivo del acto de escribir?
-
- ¿Una afición?, ¿un deleite?
-¡No! - se gira y le mira- voy a tratar de explicártelo
Pedro le levanta la palma de la mano mientras dirigiéndose hacia el barmann se pide una tónica
- Vale, Andrés, preparado
- No es un acto placentero desde el momento que debes de razonar y al hacerlo buscas una solución y motivo de existencia. Si ademas de tratar de plasmar estos propios y volátiles pensamientos, tienes que pensar en la propia comprensión por los demás como acto de la existencia de la escritura.
Es entonces cuando los dos giran y se enfilan en paralelo a la barra.
- ¿Te hes difícil calibrar la validez de tus escritos? - pregunta Pedro
- ¿Tiene alguna importancia la comprensión por los demás tras el intento?- le contesta Andrés
Pedro se alza un poco
- Conmigo, no juegues, amigo – señalándole dulcemente con el indice-, contéstame
- Sí, me cuesta mucho calibrar la validez de mis escritos, pero parto de mi imposibilidad para hacerlo, lo cual me libra de una responsabilidad pero me trae un problema.
- ¿Sí? - le contesta Pedro mientras se gira mirando hacia las botellas y inclinando su vaso de la bebida- ¿cual?
- La puesta en duda de la verdad manifestada por el mundo de los que me rodean.
En aquel momentos por la puerta de la esquina contraria a la barra entra el café un hombre mayor, bien vestido, con bastón y con barba blanca bien arreglada. Pedro levanta la cabeza y se va hacia él. Se dan un pequeño abrazo y mantienen una pequeña conversación, tras esto, se dirigen los dos hacia Andrés.
- Andrés, te presentero a Vicente, un gran amigo de mi padre al cual he invitado a un café y una charla aquí con nosotros.
- Le he dicho que encantado cuando me lo ofreció, mi nombre es Vicente, Andrés.
Vicente, anciano, se sienta entre los dos y mirando hacia los espectadores y Pedro y Andrés, uno a cada lado enfrentándose.
Tras un serie de saludos informales totalmente improvisados, Vicente les dice
- Bueno, ¿de qué soléis hablar aquí en el último café de la semana?, contarle algo a este pobre anciano – les dijo mientras sonreían
Sin escuchar nada claramente el publico, tras la petición, los tres escenifican una conversación, gesticulando, separándose y acercándose, hasta que Vicente se carcajea en voz alta
- ¿qué están preguntándose por la capacidad de comprensión entre las personas a través de la escritura?
- No - contesta Pedro
- Pero sería interesante saber su respuesta a esta última cuestión – añade Andrés.
- Si no se escribe por unos beneficios monetarios – comienza sin paulativos Vicente- y se escribe buscando una comprensión o conexión de pensamientos, y esto es una locura y perdición.
Andrés se levanta y retrocede unos metros atrás, mientras Pedro no puede evitar una cara de sorpresa. El Vicente mueve el pequeño bastón de arriba abajo entre las rodillas y continua.
- ¿tú escribes?, verdad – dice mirando a Andrés
- Sí, - le contesta sin apenas moverse.
- Vale – volviendo a mover ligeramente el bastón- cuando vives las escenas, los personajes, sus vivencias, sus pensamientos, tus teorías, reflexiones, circunstancias reales o imaginadas y otros casos y motivos de escritura, éstas tendrán una consecuencia constitutiva en tú persona.
Respirando mas hondamente, Vicente se apoya con su espalda el la barra.
- Es grave lo que me dices, Vicente – le dice Andrés algo cabizbajo-
- Bueno, pero esa influencia te vendrá a ti en la escritura y a mi en el maquetismo, lo que también puede tener una repercusión en mi visión – le dice Pedro con una mirada expectativa.
Tras unos segundos en los que los tres bajan la voz y simulan una pequeña conversación, mirando al fondo de las botellas, Vicente, apoya su bastón y comienza a irse del lugar y tras pasar la linea de la barra se gira y levantando la voz les dice.
- Pero escucharme y saber que todas las consecuencias aparentemente negativas de la escrituras, son las que hacen de ella y acto merecido y recompensado. El miedo a actuar por tu locura, es el peor castigo.
Con estas últimas palabras, y con la mirada de Andrés y Pedro, se va, mientras las cortinas se cierran.

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