Cerrando
el libro de física de Aristoteles, le dijo
-
No, el conjunto de los hechos te lleva a la conclusión – le dijo
Mario
-
No, Mario – contestó Andrés- dados unos resultado, le damos una
descripción en función de unos elementos que a estas conclusiones
nos van a llevar.
-
¿Me quieres decir que el mundo no tiene esa explicación sobre la
que todos actuámos, sino que no es más que una invención que nos
permite dar unas predicciones?
-
Sí, Mario, las explicaciones están basadas en supuestos elementos
que no tienen porqué actuar así en la realidad-. Las regularidades
que damos como leyes, pueden surgir de otros muchos elementos.
-
Locuras me dictas Andrés.
-
Vivimos en el mundo materialista en el que nos pensamos que la
relación entre unos supuestas medidas físicas, son las que
determina el resultado final de los acontecimientos.
Continuaron
andando. El camino caía muy empinado por entre los filos de los
precipicios que lo rodeaban.
Vivían
los dos en la pequeña aldea, refugio exsociete de ricos
propietarios. Caminaban y dialogaban continuamente fuera del estres
del mundo moderno.
Mario,
dos ataques de infarto, Andrés, dos divorcios.
Con
Aristóteles y sus paseos tras su lectura, volvieron a la vida.
Andrés
sólo y tranquilo.
Mario,
sano y delgadito.
-
Sí, Andrés, pero necesitamos encontrar un funcionamiento ordenado a
la realidad que nos rodea, necesitamos predecirla, estudiarla,
comprenderla – acaban sus palabras elevando las manos al aire-
-
Vale, Mario, bien, pero la posibilidad de no saber absolutamente nada
sobre el funcionamiento del mundo es evidente. Vemos unos datos
materiales que envuelven a los sucesos y los explicamos en su
función, cuando pueden ser no mas que situaciones puramente
circunstanciales y accidentales respecto a la razón de lo que
sucedió. Y pienso que esto ocurre en la explicación física,
imaginate hasta donde llegaré en la social o antropológica.
Llevaba
su corazón a 75 pulsaciones por minutos y la tensión arterial
apenas la pasaba de los cien. Mario era feliz. La búsqueda de la
ganancia de dinero y las compras consecuentes le habían devorado la
salud. Constantes preocupaciones, la cabeza ocupada todo el día en
el trabajo, siempre atento a cualquier noticia, información, recado.
Hasta que comenzó a pasear hablando con tranquilidad, le decía a
Andrés, no había comenzado a vivir.
Y
Andrés, ya por fin estaba tranquilo consigo mismo y consecuentemente
con los que le rodeaban. No pudo convivir con sus dos mujeres ni con
sus hijos. Habíase llevado la sospecha de los negocios hasta lo más
hondo de su casa. Le dijo a Mario que en las charlas había
conseguido salir de su máximo egocentrismo al que le llevó el mundo
de los negocios.
-
Pero y bueno, los dos sabemos que será un asunto que jamás nadie
podrá demostrar ni resolver el problema
-
No es ningún problema Andrés, es una locura de una posibilidad.
Andrés
rio y Mario, girándose también.
Llegaron
a la entrada de la aldeita. Tenía lo minino para una vida
tranquila. Cultivaban una pequeña huerta, tenían gallinas y unas
pequeñas casitas. Una vez al mes, todos iban a comer al lago, y un
equipo de limpieza y preparación tomaba toda la aldeita y la
arreglaba y suministraba de todo lo necesitado.
Tenían
dinero, pero vivían en la austeridad de la sabiduría.
Los
respectivos hijos iban a verlos con frecuencia.
En
la aldea vivían tres matrimonios y tres personas más.
Los
nueve con unas historias similares consecuencias todas de lo lejos
que lleva el mundo actual de lo propiamente humano.
El
tratamiento era el mismo y el mismo éxito se dió en todos.
Estaban
entrando ya por el último camino cuando Mario se giró
-
Bueno Andrés, estoy de acuerdo contigo, en el que todas nuestras
explicaciones no son más que una prescripción interesada de lo que
vemos, pero entonces conclúyeme ¿la vida es un sueño, tiene algún
razón superior que no este sujeta a la apreciación de ningún
sujeto?, ¿existe algún lugar en el que podamos vernos desde la
tribuna?
-
No Mario, pienso que no, que explicaremos y encontraremos alguna de
estas siempre que se ajuste a lo que vemos, de manera interesada y
propia. A todos los niveles, físico, social, antropológico. Las
leyes no son mas que producto de la necesidad humana de dormir a su
lado, pero no son, en ningún momento realidad.
Los
dos sonrieron. Veían salir de una de las cabañas una nube de humo.
La chimenea estaba encendida. Era un otoño frio y lluvioso.
Los
pasos iban a la misma velocidad que su corazón y pensamientos,
despacio y con calma.
La
medicina que los curó era fuerte y poderosa.
Aun
no habiendo ninguna verdad en sus palabras ni en la de Aristóteles,
el estudio de éste les había devuelto un equilibrio y estabilidad
mental.
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