Nos creemos que tenemos algún grado de
actuación y control sobre el funcionamiento del mercado.
Nos pensamos que algunas grandes
empresas dominan y lo manipulan.
Creemos que nosotros, como compradores
de sus productos, provocamos los vaivenes propios de éste.
No.
El mercado tiene entidad propia y
funciona al margen de los intereses e intenciones de ningún, repito,
ningún elemento personificado.
Es decir, el cúmulo de las variables
participativas que van a definir el movimiento, las tendencias, la
actuación en cualquier momento y lugar, son tantas, tan varias y tan
distantes que no hay entidad o persona algunas que las domine o
maneje.
Digamos y como ejemplo sólo
ilustrativo partiendo del desconocimiento puntual del asunto, el
petroleo no sube por que Arabia Saudí así lo decida. Sube porque la
guerra de los pueblos adyacentes así se lo condicionan, porque hay
una huelga en las petroleras americanas de Texas, porque el
combustible de soja brasileño, por la falta de lluvias ha caído en
su producción, porque la ford de almussafes a bajado el precio del
nuevo ford fiesta y hay mas coches que necesitan petrol y así
infinidad de criterios que condicionan y producen los diferentes
condicionantes de la subida y bajada de los precios del petroleo.
He utilizado quizás aquella parte del
mercado en el cual hay más dominio, dentro de su incontrolabilidad, se
produce, pero en el resto no se da ninguna.
¿Creemos que hay una posibilidad de
planificar le funcionamiento del futuro económico?
Sí, pero poco y mal, pues se hace desde la distancia que supone su independencia.
Se atisban las posibles consecuencia y
se actúa en función de lo que pudiera ocurrir.
Pues el mercado cobra entidad.
El mercado alcanza vida.
Defiende sólo sus propios intereses en su
funcionamiento.
Se mueve en este mundo por si sólo
independientemente de las personas que los formamos.
El mercado es necesario, pues nuestra
relación social está constituida en un cambio de mercancías y
objetos.
Pero o se cambian totalmente las
reglas de funcionamiento como podría ser poner unos límites
infranqueabres en costes y beneficios, las alzas y bajas de ambos,
son incontrolables.
El petrol, se pongan como se pongan
jamás pudieraser vendido por encima de un máximo y Bill Gates,
hubiera hecho lo que hubiese hecho, no podría haber ganado tanto.
Límites marcados en costes y
beneficios frenarían bastante y mucho las alteraciones de éste,
pues algunos movimientos y cambios dejarían de ser rentables y
aunque se dieran las condiciones , no se harían y el número de
variables de actuación quedaría disminuido.
No soy economista, pero si sé que hay
elementos propios que marcan la idiosincrasia pertinente y que
podrían ser categorizados y regulados para poner bridas y frenos al
mercado.
Pues o le ponemos riendas al mercado o
alcanza vida propia y se nos escapa de nuestro control.
Los crisis surgen sin el más mínimo
vaticinio.
Se estudian ciclos, deducidos a partir
de su existencia pasada, es decir, sabemos que el mercado en su
entelequia y funcionamiento propio, cuando le viene en gana se va al
traste.
- Bueno, sí, pero es todo explicable –
me dijo aquel
- Claro, a toro pasado, no explicas, si
no que describes lo ocurrido. - le contesté.
La soluciones de no comprar este tipo
de PC para que su precio no suba, son utópicas pues jamas pondremos
de acuerdo a 5.000 millos de personas y los diferentes grupos
millonarios de ellas, es decir, países y continentes, tienen una idiosincrasia propia que les dará
una u otra actuación, cuya suma de ellas resulta imposible e
incalculable.
El monstruo del mercado está vivo.
Fagocita cada uno de sus elementos.
Actúa sin piedad ni remordimientos.
O le atamos las bridas o se escapa.
Si no le ponemos una calzonera, ahogará
hasta donde le plazca.
El mercado alcanza y tiene entidad
propia e independiente.
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