martes, 16 de septiembre de 2014

QUE ME VOY, PERO QUE VUELVO


Vivimos sumergidos en nuestros recuerdos.
Estos o son  situaciones, con claridad visual o Lo que sentimos es un agente físico o mental relacionado con aquel momento.
Era un viento fresco en tus mejillas el que siempre soplaba cuando de pequeño llegabas a tu lugar de veraneo. Entonces vivías sin preocupaciones y eras feliz.
Y ahora, en un día, como cualquier otro, desde casa hasta el trabajo, el viento del mar te atrapa sin compasión y de pronto te sientes, por unos segundos, que tu mente alcanza un gradito de máxima felicidad. Porqué así  te sentías en aquellos momentos con este mismo pequeño airecito de aquel gran mar.
No ves el mar, no aparece ninguna imagen, pero si sientes el placer corporal. Si paras y lo piensas, entonces lo ves.
Tenemos auténticos teletrasportes.
La mente nos descoloca de esta realidad y nos coloca en aquella.
Son sensaciones, normalmente físicas que tuvimos entonces, en el pasado, de manera repetitiva y que se relacionan directamente con algún sentimiento potente y fuerte.
Para decir esto, escapo como puedo del subconsciente Freudiano y trato de alcanzar una dimensión más inconsciente y casi sólo que física.
En ocasiones siento la felicidad, cuando por la tarde los rayos de sol, cayendo por la trasversal de mi vista apenas me acarician mi persona y mi mente, con mi cuerpo, se va a todas las tardes de aquel verano, cuando de niño volvía de la piscina y con mi feliz cansancio cenaba viendo el atardecer  en el  balcón de mi casa. Paz y tranquilidad, apenas sensible sin atención, surgen.
No son ideas, no son sentimientos, son puras y duras sensaciones que te invaden y te llenan, en mi caso, de placer.
Son auténticos momentos de teletrasporte  en el cual tu cuerpo siente y va a otros momentos, allí donde estos se daban.
Añoro con alegría aquello que sentía, pues veo y sé  que esto no se ha borrado de mi persona.
No es una estructura perdida de tu subconsciente que sin medida de control de tu consciente  que tome decisiones por su cuenta, son unas sensaciones que evidencian, conscientemente, como te vas allá donde las sentiste.
Las cargas físicas las arrastramos.
Cuanto más tranquila y más clara tengo la mente más fácilmente me sitúo en la felicidad que  en el pasado disfruté a través de una pura sensación física.
No es un recuerdo feliz, no, es una reubicación allí donde y cuando lo fuiste.
Al releer el escrito me digo que en ocasiones tratando de hacer Filosofía, es decir, aplicar de forma racional y lógica mis pensamientos y tras hacer la operación y acabar, me pregunto, que grado de literatura, deseo e imaginación he puesto en ello.
Desde la Física Presocrática hasta el existencialismo de Sartre, el camino cada vez está más confuso.
Quiero hacer Epistemología de mi alma con la razón, pero puede que la forma más racional de hacerlo sea olvidarnos que este sea el camino único para llegar hasta el conocimiento verdadero de las cosas.
Cansado estoy del puede y añoro y busco el es.



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