jueves, 18 de septiembre de 2014

LA LOCURA DE LA IMPOSIBILIDAD



Cuando lees a cualquier escritos sea en el campo que fuere, es fácil, si se presta atención, sentir los efluvios de sus pensamientos.
Algo apreciable, sabido y difícil de discutir es que las narraciones están directamente unidas a la personalidad, valores, formas y maneras del que las compone.
El problema que se plantea será, entonces, hasta que punto quiere, el que escriba, que estos principios y pensamientos sean desvelados.
El literato se esconde y escabulle tras sus personajes. Los cuales los construye fingiendo lejanía y observación, cuando él mismo sabe que la empatía propia e ineludible se establece entre los dos. La persona protagonista de una novela, tiene los problemas o asuntos que el escritor ve como individuo creador y decisivo. El mundo que construye, es el que éste compone, con normalidad en su pensamiento.
En la filosofía y meditaciones, el problema se duplica, pues siquiera la subjetividad se puede disimular.
La filosofía es directa trasmisión de tus pensamientos.
En la filosofía no hay objetividad.
Y por ello, es esto lo que escribo después de haber compartido alguna de las experiencias comunes o haberme sumergido, en otra repetitiva ocasión, en una normalidad.
Pienso que el mundo iría mejor si variásemos aquellos movimientos entendidos como habituales.
El problema es que el cambio debe de darse desde el principio y, ahora y ya, estamos todos en marcha.
A la educación de los pequeños, algunos valientes debían de retrotraerse y cambiarla, en busca de nuevos usos y maneras a nivel social.
El pensar de una manera independiente en esta sociedad actual a nivel mundial es un peligro. Puedes cometer la gran inconsciencia de caer en la diferencia y en la actualidad esto es un problema.
Somos una sociedad monocromática y sometida a unos usos y maneras propias.
Los grupos surgidos en las diferentes actividades tienen unos protocolos establecidos.
La creatividad independiente no está concebida.
Y aquellos que creen que lo son, no son más que parte de los mismos engranajes al adoptar posturas, modas, vestimentas y actos que están también estandarizados como movimientos laterales al funcionamiento.
Nuestra capacidad propia de manifestarnos tal y como somos, es difícil y complicado.
Tengo experiencias propias de moverme en lugares y en ocasiones y recordarme más tarde como otro ciego más operante de aquella obra de teatro.
Esta operatividad se hace extensiva a absolutamente toda la sociedad.
Y vuelve la idea del súperhombre de Nietzsche, pero sólo entendida como aquel que tiene la capacidad para huir de las posturas domadoras de las grandes fuerzas sociales.
Aludió a la religión como el escape ante nuestra debilidad de la finitud de la vida y nuestra enfermiza capacidad de luchar ante ella.
Actualicémoslo y olvidémosnos de conceptos tal trascendentes y lejanos y vayámosnos a cuestiones tan cercanas como la televisión y los programas de pura basura en su operatividad intelectual, que nos ayudan y nos llevan, ante nuestra debilidad de actuar y luchar, a hundirnos en las gilipolleces y olvidar lo decisivo e importante.
Las fuerzas de consumo se aprovechan de nuestra falta de decibilidad independiente.
No nos venden el producto, sino a los que lo consumen.
Nos imponen unas medidas estéticas y vitales a seguir en búsqueda de nuestra realización personal.
- ¡Pero eres tú el que compras y te equivocas!
- Sí, pero son ellos que debido a mi debilidad, se enriquecen.
No creo en la perversidad de unos magnates, pienso en nuestra debilidad a las hora de decidir.
Esta flaqueza da como resultado, la imposición de los grandes modelos adictivos.
No te venden nada, te prometen aquella solución estética y vital que nosotros, en nuestra incapacidad individual no somos capaces de obtener por nuestra propia falta de confianza.
Nos amontonamos en la repetición.
Y utilizo con total consciencia de ello, la primera persona en el plural.


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