Nervioso se encontraba allí, en la
última esquina del bar, observando las escenas, atónito, aprendido,
anonadado y asuntado. No pensó jamás con lo que se iba a encontrar,
cuando accedió al experimento.
No le quiso creer cuando su compañero
de enseñanzas primeras le propuso el asunto.
No creía en la posibilidad de
permanecer absolutamente hibernado y aguantar siglos cobijado en
lugar.
- Eutidio, no creerás que yo voy a ser
tu probador, ¿verdad?
- Sí, sí, Aristóteles, sé que tu
curiosidad te llevará a probarlo.
Y efectivamente, que así lo hizo y
que permaneció mas de 2000 años petrificado en el sótano del
templo en la vieja Atenas hasta que el fluido desapareció de sus
venas y su mente despertó. Muchos días sin poder moverse, semanas,
y meses y muchos para comenzar a moverse con muchísima dificultad
por el mundo.
Se fue de Atenas y vino a parar a
Valencia. Las piezas de oro con las cuales fue sedado fueron su
sustento. Era un hombre inteligente y el Español no tardó en
controlarlo para la comunicación.
Yo llevaba varios días observándolo
desde la otra parte de la barra y me sentía impresionado por la cara
de sorpresa y duda con la que miraba todo el mundo que le rodeaba.
Pasábase todo el rato mirando un reloj de mano que tenía entre sus
dedos. Aquel era el día que debía hablar con este hombre alto y tan
largo barba blanca.
- Señor -le dije y me invente para
comenzar a hablar ¿es Usted Andrés?
- No, no lo soy -me dijo secamente
- Ah¡, perdone. Óigame, tiene usted
en sus manos un magnifico reloj cronometro, venga, dígame lo que
tanto le sorprende.
Se incorporó, bajo las cejas y su
cara cambió de semblante, sin saber su situación, me pareció creer
que era un hombre que tras mucho tiempo podía hablar con alguien. Me
miró fijamente y con sus ojos oscuros me dijo
- Vivís en un engaño, el tiempo no
existe, el futuro no es y vuestros cálculos como el comportamiento
necesario de los elemento sometidos a unas leyes físicas son
mentira.
Me apoyé en la barra del bar pues me
había dejado impresionado.
- Pero señor ¿qué me dice?
- Lo mismo que le digo que a ver cuando
salís de vuestro error y comprendéis que los objetos no caen por
las leyes físicas, sino por su esencia. No, no, la materia no sube
sino cae porqué así se lo manda su alma, su esencia. Las leyes,
calculadas con objetos como estos, os han sacado de la realidad de la
naturaleza y os ha metido en un mundo sin vida que no es real.
No sabía si pedirme un whisky o
largarme por el mismo sitio por donde había entrado.
- Es decir, piensa que la materia tiene
vida y así se comporta ¿no?
- No, la materia sólo no, todo.
Vivimos en un mundo con ánima, en la cual cualquier elemento tiene
una actualidad pero está sujeto al cambio. No por la externa
participación, sino por un movimiento propio de los objetos, sean o
no animados.
Volvió la vista a su alrededor y me
preguntó.
- ¿por qué hacen los encuentros tan
breves?, ¿apenas paráis a hablar?, ¿vivís sujetos a esto que yo
tengo entre mis dedos?
Ahí había visto la realidad y así
me afirmó sus inquietudes.
- No te voy a contar nada de mi
persona, vengo de muy lejos y de un lugar totalmente diferente. Y mi
comprensión llega a todo, tengo una mente abierta, menos a un
concepto o situación, que es vuestras aparentes prisas. Si yo, en mi
lugar de origen, hubiera organizado mi vida con la rapidez y ritmo
que vosotros lleváis, no hubiera podido, en absoluto hacer nada de
lo que hice. Vuestra concepción del tiempo es muy diferente a la
mía, tanto física, como psicológica. Vuestra vida va demasiado
rápida para lo que yo fui educado, es más, sé que es muy malo para
vuestra naturaleza y os sentará mal, muy mal.
Poco a poco andaba recuperando
animosidad y nuestra tertulia se fue animando. Me calibró el tiempo
correctamente según me dijo, me explicó, con necesidad, la
naturaleza de las cosas y me reflejo en constantes ocasiones que él
nunca esperaba ver esto. Me tenía que ir y me andaba despidiendo
cuando y como posdata me dijo
- Alberto, escucha pues sé lo que te
digo después de lo que estoy viendo. No piense s que nada es
imposible por si y en si, lo único que es imposible como tal es la
contradicción, es decir que algo sea lo que es y lo que no es, todo
se podrá construir y ya veréis hasta donde llegáis. Y ¡Zeus!
Valgame que sé lo que digo.
Me fuí del garito, llegaba tarde a mi
trabajo, pero flotando entre las palabras y pensamientos de aquel
viejo me los llevé toda la tarde encima.
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