Cansado de razonar.
Apático desde el momento de pararme
en lo eterno de la necesidad.
Ansioso de inmediatez.
Buscando la irresponsabilidad de nadie
e ir al mundo de la fortuna.
Así comienzo a escribir sobre la
vida.
No más que una, no estas construyendo
lo que ya es. Estás en éste, único momento irrepetible.
Tenemos tendencia a trascendentalizar
los pequeños actos, a dar dimensiones que no corresponden con la
realidad y a cargar responsabilidades innecesarias.
El error e incalculabilidad son dos
hechos integrantes y formadores de lo que nos rodea.
Lo único seguro es el ahora y
momento, pues el pasado ya no es y el futuro sólo es esperanza y
anhelos.
Que la razón te lleve al orden pero
no busques más en ella.
Que tu razón te libre de banalidades
pero que te deje vivir el momento, pues éste, si no se gasta, no se
ahorra.
Ponle tú los límites.
Jerarquiza las decisiones.
No te intimides por la incomprensión.
Deja fluir tus intuiciones.
Las notas de la canción bailan junto
a mi estado anímico y mis pensamientos correan, a gusto, el
estribillo, pero la búsqueda de la entelequia de la realidad y los
hechos circundantes está aposentada en mitad de mi cabeza. Hacer
esto me da gozo, pero en momentos, acabo en aquel pozo negro que no
riega nada.
El positivismo, anclado entre las
notas de aquella canción, es condición, sinecuanun, para navegar en
esta supuesta sinrazón.
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