¿Ser social?, ¿Qué las personas
somos seres sociales por naturaleza?
Cada vez creo más en el no.
¿Por qué?
Porque la falsedad, no puede, pues no
tiene continuidad, ser elemento formativo primero en las personas. Es
en la sociedad actual un el elemento constitutivo.
La relación entre los individuos
forma la multitud en forma de sociedad y en ésta, la apariencia,
falsedad y mentira son elementos conformantes, en una forma u otra de
las colectividades.
Mi ira aumenta cuando oigo las
falsedades, de forma gratuita y cotidiana aquí y allá.
Tenemos casi totalmente admitida a la
mentira, como el invitado que se quedó, y ya no se fue, a dormir.
Es el virus que se contagia, es la
enfermedad colectiva en la que todos estamos, pues unos la practican
y otros la admitimos.
¿Qué nuestra naturaleza primera nos
lleva como asunto inscrito en nuestros genes a mentir, disimular,
liar y engañar?, no es el producto de un accidente social que se
convirtió en una generalidad.
En el camino de lo falso nos
sumergimos hasta que se convierte en la verdad de la realidad.
¿La política?, Mentiras
¿La publicidad? Engaños
¿Las relaciones sociales? Interesadas
y falsas.
Sé del tono agrio de este escrito,
pero hay que decir la verdad.
Es de listos esconder ciertas
palabras, pero este amago se trasforma en una gran mentira. Buscada,
estudiada, admirada y, cómo no, aceptada y admitida.
El miedo a la acción discordante
produce que inevitablemente y en un futuro cercano a la conciencia de
las cosas se adquiere, nos lleva a asumir la dinámica social, en la
cual, la sinceridad es un mal hecho para moverte en ella.
Ahora la sinceridad es una enfermedad,
es el pecado de los débiles, es la perdición de los buenos.
Ciegos por los trapos de creerse sus
propios actos falsos e interesados, los dirigentes de los países
siembran y riegan el campo de las mentiras.
Pero cuando me veo, me encuentro
mintiendo con el disimulo y abandono.
Es complicado salir de la dinámica
propia de la sociedad y ella acepta la mentira en la búsqueda de
algunos méritos.
Nadie te dirá que sí, pero lo es.
Nadie dirá que existe, pero la
practica.
Pocos la denuncian, pero es muy
difícil aislarte de la dinámica que te envuelve.
El espectáculo se me aparece
aburrido, injustificado y fuera de su propio control.
Las situaciones sociales están
básicamente estereotipadas, sean de la clase o del asunto que
fuesen.
El político en la oposición tiene y
tendrá unas respuestas, críticas y usos ya establecidos y seguidos
por todos, así como y también el presidente del gobierno.
¡Abramos los ojos y veamos la gran
pantomima que nos marcan y nos dan los políticos!
Tienes unas pautas de funcionamiento
totalmente ya estipuladas y se mezclan y pasean moviéndose dentro de
ellas.
Las críticas que oía que éste le
hacía cuando estaba el otro, son las que ese otro la hace a éste,
ahora que ya no está.
Es decir, que no salen del circulo que
los atrapa en el poder y sus formas y maneras sin poder, aquí, ni
querer, en ningún lado, salir de este.
Pero y además, estas maneras
inflexibles con las que tenemos clasificados a los elementos públicos
según sean nuestros principios o valores, son, también, mentira,
ante la incapacidad de juzgar sin el filo de la navaja de la
obligación moral.
¡Qué se olviden los políticos de
las circunstancias que le rodean, que no acepten ningún papel ya
dado y que busquen, desde la libertad, la mejora!. Pero no, sé que
no. El que sea el presidente siempre actuará igual y más aun el
que esté en la oposición. Calcados en movimientos y con similares
conclusiones ante la inversión delos papeles.
Me turbia la vista ver algunos
debates de estas personas.
Y para incrementar más el problema,
está nuestra ignorancia, al ayudar a la creación de mundos
inexistentes, hablando de ideología y/o valores. La mentira de la
ideología encastada en tiempos pasados.
La capacidad de juicio se vé atascada
en los lodos de las ideologías.
Debido a nuestras cargas morales que
condicionan todo aquello que nos rodea aceptamos, sin tapujos,
movimientos sinsentido ni efecto frugal.
Y me di cuenta que las críticas que
le hicieron a éste, este presidente, eran las mismas que ya se le
hacían al otro y que los seguidores del otro ven, con franqueza, los
mismos defectos, en el actual, que aquellos le encontraban en aquel
que era.
Ni para adelante ni para atrás.
Es la repetición, es la rutina, es mi
aburrimiento de ver y escuchar siempre lo mismo. La falsedad y
mentira son dos formas que se dan y admiten como el uso normal, pues
nuestra capacidad de asombro ante ésta, es mínima.
Vivimos en un mundo absolutamente
repetitivo y totalmente estereotipado.
Es la crucifixión del acto social.
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