viernes, 1 de noviembre de 2013

LA LEY Y LA MORAL



La gente no lo sabe.
La gente no se entera de ello.
Las leyes no son ningún hecho moral.
Las leyes sólo permiten y están preparadas para la aglomeración de personas en un ámbito limitado de espacio que supone una interrelación entre ellos.
Las leyes no imponen para nada una manera de actuación. Son un puro marco jurídico en el cual te indican lo que no puedes hacer, pero nunca jamás aquello que debiéramos hacer para la construcción correcta de una sociedad.
La moral está mal entendida.
La gente hace una lectura con prejuicios del termino.
La gente le atribuye una serie de características vinculadas a ciertas escuelas como elemento constitutivo del termino Moral, fundamentalmente religiosas.
Si se quiere constituir una sociedad en la cual las personas nos enriquezcamos y ésta tenga motivos y formas de construcción, hay que dotarla de unos fines y propósitos encaminados a una correcta y mejor convivencia y no unas puras imposibilidades a través de las leyes.
En la actualidad, a nivel cotidiano, la moral y ética, ya no existen, no se dan, se han volatilizado entre la impersonalidad propia de las grandes acumulaciones.
Hay diferentes maneras y hechos morales.
Tenemos Religiosas y Laicas.
Las religiosas buscan su justificación en unas palabras divinas que encarrilan al ser humano a una construcción correcta según su naturaleza creada por esta divinidad.
Las laicas estudian la naturaleza humana en si y por si misma y tratan de marcar unos caminos de convivencia propios de nuestra esencia y que nos lleva a la mejor construcción como personas en su convivencia diaria y colectiva.
Pues, ni la una ni la otra se dan en estos momentos.
Ningún interés metafísico, es decir que esté por encima de las cuestiones puramente materiales del consumo y disfrute propios, se da.
El modo de operatividad no es en función del buen funcionamiento de la colectividad sino del beneficio propio en el marco de un juego mínimo marcado por la legalidad.
Siento pena de ver y desarrollar este argumento.
La felicidad está, y que no os quepa ninguna duda, en la realización como personas, la cual esta íntimamente sino fundamentalmente ligada al crecimiento en compañía.
Difícilmente, o con el engaño, encontraras tu tranquilidad y satisfacción personal, sólo en tu casa.
Esgrimir la necesidad de una Ética, suele acarrear miradas de incomprensión y se entienden como cánticos desfasados y asincronizados con la realidad actual.
Si, lo son, pero no por su naturaleza, sino por el uso o desuso que le hemos dado.
Me gustaría vivir en una sociedad donde unos inclinaciones morales, es decir sin imposición legal, movieran más a la gente a realizar acciones altruistas en beneficio de los que te rodean.
¡Qué lejos está de la cotidianidad actual moverse por los demás!
¡Qué pocas ocasiones se escuchan argumentos de poder aludiendo a lo mal para la construcción social como personas!
Vuelvo y distingo.
No hablo de leyes, que no construyen, sino que impiden, hablo de unos motivos de actuación positivos que te lleven a actuar sin mas actuación que tu propia voluntad y que te lleva hacia el bien social.
Ni blanca ni negra, sólo abogo por una construcción del individuo, dándole consciencia de lo que somos las personas en su totalidad y lo que es correcto en la buena construcción colectiva en busca de una convivencia feliz.
Despertaos, sin ética, o motivos de actuación para con los otros, difícilmente llegaremos a construir nada bueno.


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