Dándole vueltas al vaso que tenía encima de la barra, seguía
preguntándose por el error interpretativo y la predicción del futuro, cuando
Pedro se levantó del otro grupo y regresó a su lado.
-
Que no, que no pueden venir, le dijo.
Y Andrés continuaba inmerso en sus pensamientos, y mientras
Pedro le miraba expectante, este se giro
y le dijo
-
Pero ¿no concuerdas conmigo en que no hacemos sino que construir
el presente inminente a través de los datos pasados?, es decir, ¿es realmente
un descubrimiento o no más que una descripción que se ajusta al punto final?,
¿Explicamos y describimos lo ya ocurrido hasta ahora mismo o tenemos alguna
posibilidad de predecir?
-
Bueno, son unas explicaciones útiles aun
teniendo un cero en su construcción vital. Son resolutivas pero no
esencialmente explicativas .-introdujo Pedro
-
Continuó Andres, y sino, atiéndeme e imagínatelo, caminando
mirando al pasado y dándole la espalda al futuro. ¿predecimos este?, solamente vemos
que lo que ha pasado y lo podemos insertar sin problemas un esquemas futuro.
-
Creo que te excedes en tu inmovilismo, no creo
que nuestra posibilidad del conocimiento sobre el futuro esté tan sujeta a la
variación, por su falta de fundamentos.
-
Yo no pienso como Pascal, Pedro –le dijo Andrés,
quizás algo cabizbajo. La normalidad en la repetición no me garantiza la
validez de las explicaciones del camino. El horizonte intelectual se va en el
tiempo y estas leyes son sólo correctas en un espacio determinado de este. Esta
lógica no nos habla más que del supuesto funcionamiento de este y no de todo en
su necesidad para su existencia.
El barman los mirabas, como todas las tardes y siempre, tan
sorprendido.
-
¿ me está usted diciendo, Andrés, que todas las
leyes de la física, no son sino invenciones que nos valen para, y nunca mejor
dicho, para adivinar, predecir el futuro?, ¿Qué no son una respuesta esencial y
necesaria pues son solamente un momento contingente sin ninguna necesidad de
eternidad?
Se quedaron los tres mirándose entre si.
Entre los tres, unos sorprendidos, otros intrigados y el resto expectantes.
Entre los últimos cafés y las preguntas, el tiempo matutino
de descanso se evaporó de entre sus manos. Andrés conocía y sabia de a
irresolutividad de sus preguntas, pero también era consciente de lo que le ayudaban
a formarse y a la acción de comprender en genérico.
En la esquina contraria había un hombre escondido en la
sombra y vestido de negro.
Ese lugar del café, tenía una pista acústica impresionante
con la esquina que ocupaban Andrés y Pedro.
Tomaba notas constantemente.
El próximo días sería
ya en el que él debía intervenir.
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