Abrumado por el ruido de la calle y
aturdido por todas las impresiones sensibles de la ciudad, aterrizaba
con su avión de las preocupaciones en el mismo sitio de la barra que
dejó ayer.
Esperaba a Pedro.
Los problemas eran de éste y no
suyos.
Al ser un café metropolitano, no pudo
hacerlo, pero si hubiera sido en una vieja cantina en el antiguo
oeste americano, habría abierto las dos puertas con un fuerte
empujón y con el revolver en las manos.
Sin paliativos ni palabras, se sentó
a su lado.
Pedro estaba harto de trabajar en la
editorial, ordenando letras y palabras antes de las diferentes
impresiones, libros, folletines o periódicos y quería ejercer de
aquello en lo que estaba preparado, es decir no ordenar las noticias
sino escribirlas.
- Mañana, se lo digo, y en 15 días,
tú y yo, ya sólo a comer, a beber o a reírnos a mi casa, o a la
la tuya y los fines de semana. Acharé de menos este bar. Dejo el
trabajo.
Ya lo sabía Andrés, ya lo habían
hablado.
- Pedro, te voy a decir la solución.
Mirándose estaba en el espejo frontal
y giró rápidamente su cabeza al oír estas palabras.
-El asunto está en que la acción que
tengas como trabajo, no perturbe tu estado de humor.
- ¿Cómo?, ¿qué me dices, Andrés?
- Si tuvieses que tomar unas
decisiones importantes cada hora, cuyo resultado fuera el perder o
ganar dinero y el hacer posible daño a alguna persona, esto actuaría
sobre tu estado anímico. Te levantaste feliz y te acuestas nervioso
y estresado.
- Bueno, amigo, pero ya sabes lo que
cobramos los que sólo contamos y dividimos palabras y lo que cobran
todos los componentes de la junta directiva.
- Sí, lo sé, y pienso que no
compensa. Encuentro más interesante, levantarte feliz, contar,
feliz, letras y palabras y acostarme más tarde también feliz y
tranquilo, que cenar dos veces por semana en el restaurante más
lujoso de la ciudad, colgado del telefoneo, esperando una sólo que
posible e importante llamada.
- Sabes, me empiezas a convencer,
Andrés.
- Si fueras a picar piedra 12 horas,
difícilmente podrías ser feliz, pero en un trabajo medio alto o
bajo, mas importante es como estés que lo que hagas o ganes.
Mientras le contaba esto, pensaba
Andrés, que si sus conclusiones eran catalizadas por sus
circunstancias.
- Entonces, me dices- dijo Pedro, que
queda en un segundo nivel lo que hagas frente a lo feliz que seas.
- Si tienes capacidad para imponerte a
los estereotipos sociales, si no buscas una realización profesional
como sentido de tu vida, si buscas esta realización en otros asuntos
y ganas dinero suficiente que llevar a tu casa y te encuentras en un
trabajo que no altera tu estado de ánimo y te permite estar algo
cómodo y tranquilo haciéndolo, pese a su modestia ¡Qué mejor!, un
tercio de nuestra vida estamos trabajando.
- Andrés, estoy de acuerdo contigo,
pero tenemos atado el cuello a la cuerda del consumismo y creemos que
se nos romperá la médula espinal al abrirse la trampa en el caso
del no-compras-innecesarias y trabajo poco-ambicioso-económicamente.
- Sí, amigo, de eso mismo te
hablaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario