sábado, 12 de julio de 2014

LA BARBARIDAD ACEPTADA




Tenemos asumidas con normalidad unas cifras del mundo actual que nos rodea.
Cuando me conciencio, las desprecio con toda mi alma.
Las personas no somos tontas, lo que nos cuesta es leernos interiormente.
Os aseguro que nuestra persona, lo sintamos o no, se revuelca cuando nos hablan de cifras que se barajan en diferentes momentos.
Ayer, periódico aquí en España, hablándonos de un hombre, Barcenas, que además está en la cárcel, pidiendo por trabajar, en un partido político, cuya mayor fuente de financiación, es el dinero público, una indemnización, por su despido tras, escuchen atentamente, por su entrada en prisión, de 900.000 euros.
Esta cifra, jamás será alcanzada, ni trabajando toda su vida, por una cantidad grande de españoles.
Pero la proponen, la consultan, la debaten, la calibran y la deciden tras meditación si se le dará o no.
Esto es una vergüenza, lo miremos por donde lo hagamos.
¡Cómo pueden tratar con tanta facilidad, publicidad, premeditación y alevosía estas cifras!
Son la punta del iceberg de las injusticias que forman el mundo actual.
No tiene ningún sentido que vivamos rodeados de tales desigualdades justificadas, explicadas, permitidas y marcadas como necesarias.
Hay diferentes personas, conocidas a todos los niveles, que ganan millones de euros y que en el circulo inscrito a su alrededor, con un radio de digamos 2 kilómetros, hayan algunos que viven en la calle, bajo el frio y la lluvia del invierno.
No, no me los justifiquen en el funcionamiento del mercado.
La competitividad formadora y necesaria para el funcionamiento económico y social, no debe traer consigo, estas barbaridades.
La concienciación de esta burla pública es fundamental.
Debemos de dejar de tratar como una normalidad aséptica y comenzar a indignarnos, todos, ante estos sucesos.
No hablo, ni quiero ningún otro sistema político, lo que pido es un ápice pequeño de igualdad y límites.
Pido el desprecio público a estas entidades, historias, movimientos, lugares, personas beneficiadas y demás.
La concienciación colectiva.
El cambio pacífico ante la reacción mayoritaria, es decir el resto de los miles que viviríamos con aquello de lo que ganan unos pocos.
La admisión del hecho existente de la desigualdad asumida y admitida, hay que romperla.
Debemos de dejar de permanecer impasibles tras escuchar diferentes contratos que otorgan un salario de varios millones de euros anuales.
El pueblo debe dejar de aceptar estas cifras, estos datos y expresar claramente su desacuerdo ante esta postura ilegal y degradante hacia los que nuestro tobillo no nos permite hacer, eso sí, maravillas con el balón.
Debemos dejar de asumir como necesarias e ineludibles las diferencias abusivas que se producen.
Ademas surge el segundo problema.
Éste está en aquellos que consideran una revolución política o social estos comentarios.
¡No!, hablo simplemente de que seamos conscientes de la hipocresía en la que vivimos.
Detesto aquellas personas que tienen una cantidad inmensa de dinero, limpian su conciencia yendo a ver a algunos niños que pasan hambre, a cantar, a tocar un balón, a animar con su sonrisa, a que los miren como marcianos por su nivel de vida, que con un cuarto de su dinero, dejarían, al menos el grupo al que fueron, de pasarla el resto de su vida.
Señores, señoras, no puede ser que vivan, pared junto a pared, aquel que le sobra el dinero y este otro que tiene a sus niños pasando hambre.

No nos olvidemos y seamos conscientes de esta barbaridad.

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