martes, 22 de julio de 2014

EL CAFÉ. LA OPERATIVILIDAD CORRECTA



Impactado se quedó Andrés cuando vio llegar a su siempre amigo Pedro.
Llevaba unas semanas entrando cabreado en el café, pero ésta cargaba con una expresión altamente crítica y lúcida.
Desde lejos y abriendo los brazos de par en par me dijo
- Pero ¿cuando van a entender que así no se llega a ningún sitio?
- ¿Qué pasa?
- Que necesita más de un dirigente de esta empresa algún libro de los tuyos.
- ¿La lógica de Frege para aplicarla, o de Lecciones del positivismo, sociología de Comte para que sepan cómo?
Su cara por fin cambió de expresión. Irónica, vamos, pero al menos menos desagradable que con la que entró.
- Los directivos se empeñan en imponerse por la fuerza jurídica y laboral y no nos hacen participes del proceso.
Ya habíamos hablado en más ocasiones del espacio demasiado grande con el que se separan al dueño de una empresa y a los trabajadores.
- Burro y terco – siguió con su discurso Pedro, aquel empresario que no concibe que la relación y predisposición de los trabajadores es esencial para el funcionamiento normalizado, estable y duradero de la empresa, catalizado en la confianza máxima.
- Bueno, pero ceder, cuesta dinero para el amo de la ,siempre suyas, empresa..
- No, no, no es lo mismo ni nada igual, tener perdidas a no ganar ese dinero extra esperado.
Esta última frase la expresó, de pie, al lado de la barra, con los pies cruzados y pasándose la palma de la mano suavemente por el cabello. Daba la talla y pareciase el directivo pero no, los dos disfrutábamos siempre de la intimidad de las máquinas de la impresora, trabajando con los libros, para su impresión, que con tanto amor y placer habíame leído ya.
- La lectura de los libros para su corrección, el interés que pongas será directamente proporcional a los beneficios que obtengas en la perfección de los trabajos ¡que nos pague un tanto por ciento del incremento de ventas.
- Somos egoístas por naturaleza, nos dijo ya Hobbes, y siempre tiramos hacia nuestros intereses. Y sino a las grandes utopías políticas pongo como ejemplo.
- O que baje a hacer complicidad y forjar interés con nosotros. El capo de la editorial es básicamente desconocido para mi.
El camarero los escuchaba con atención. Era un currunte a sueldo y ¡válgame Dios!, qué fortuna la suya comparada con muchos de los otros.
Pedro actuaba y hablaba con mucha convicción, pero claramente no iba a hacer ningún acto manifestativo de estas ideas. Lo sentía y lo sabía, era una piececita más, y sólo más, del monopoli ya vendido.
- Las personas estamos totalmente vinculadas a nuestros componentes pasionales o sentimentales. Éstos siempre actúan, bajo nuestra conciencia o no. Si estás mosqueado, quieras o no, el trabajo irá a peor. ¡Que nos mantenga felices! - concluyó Andrés.
- Es evidente.

Cambiaron de tema bruscamente pues había mucha convicción en la operatividad correcta.

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