viernes, 20 de febrero de 2015

EL CAMINO HACIA EL OLVIDO


Es el camino a la diferencia, la huida hacia la soledad, la caída hacia la incomprensión.
¡Sal!,¡huye!, deja de elevar tus pensamientos hacia lo que exige la creación individual y que por ello se aleja tanto del rio sin pensamiento que recorre y transita por la ciudad.
Es máximamente difícil encontrar en la dinámica propia de nuestra sociedad interés por términos abstractos si entendemos estos como ideas no físicas que engloban a objetos buscando su explicación.
Cualquier intento de ordenar y construir el mundo partiendo de la búsqueda de las necesidades intelectuales, es decir de aquello, del acto que nos sitúa y nos diferencia del resto de los primates, se queda en nada y se olvida.
¡Nos hizo evolucionar y salir de las garras de la naturaleza precisamente el sentir curiosidad por aquello que nos rodea y la diferencia que tiene con nosotros!. Esto ha quedado en un susurro aceptado pero no escuchado, en una corriente en la cual se lleva a los pequeños barcos de papel blanco del pensamiento incapaces de competir con unos magníficos fuera de borda que planean por entre las crestas de las olas, exhibiendo cuerpos de aquel género que fuera.
No sé si será por mi falta de practica por no poder en falta de dinero de unos actos similares, pero mi admiración por esto es mínima.
Es la debilidad propia de aquel que necesita constantemente demostrar su supremacía, en dinero, cuerpo, belleza y otras cuestiones por y para exhibirse.
Sí, hay pensadores, ¡Dios me valga si no los hubiese!, pero ¿donde están?, en el mundo lejano y apartado de la búsqueda de la realización en la comprensión de la realidad circundante.
Las amantes se besan, pero el amor es más.
Saberte los ríos de España es importante pero la búsqueda de la verdad del conocimiento ¿donde está, qué forma tiene, hasta donde nos lleva y que grado de validez tiene? aleja kilométricamente de esto y la tienen unos pocos caídos en la diferencia.
¡Ahy!, pobre de aquel que no se ciña a describir el color, la forma, manera, usos y costumbres propios del momentos e intente encontrar algún sentido o razón de ser en los mismos acontecimientos.
¡Saliros, (si estáis a tiempo) de la búsqueda del sentido y bañaros en el color y belleza de aquel coche!, vuestra integración en la normalidad será mucho mayor.
- ¡oh!, ¡qué discurso más bonito!- me dijo aquel con una gran dosis de hipocresía, ironía y cinismo.
- Y una leche – le dije yo, ésta es la verdad que opera a diario que sólo la ven aquellos que lo quieren.
No es un acto voluntario de desprecio hacia ciertos movimientos puramente intelectuales y abstractos. Es el caldo de pollo con el que se hacen todas las sopas.
Durante tiempo pensé en que el problema estaba fundamentalmente en la imposición, por las grandes estructuras, de los valores propios del consumo para la venta de sus productos. Pero no, serviles, es la sumisión ante la falta de lucha y miedo a la diferencia.
La felicidad no tiene ni medida ni firma ni volumen. Tonto aquel que se atreva a juzgarla o a medirla, pero lo que si se puede calibrar es el miedo que cualquiera tenemos a aceptar nuestras características.
La mayoría ni las ve pues no se las plantea y aquellos que la intuyan, escapan del camino difícil y se sumergen, entre cervezas, en el mundo del sin sentido en el cual, por qué no, existe y pueden tener una gran felicidad.
Pero !ahy¡, !pobres de nosotros¡, !pobres de aquellos que ante la sed de la incomprensión, bebieron de la fuente de la razón buscándola!
Aquí, para más mi mal, la diferencia no es entendida como una riqueza, sino como un género de lejanía, indiferencia y peligro.
- Tolerancia y compresión – dijo aquella bajando la cabeza.
- Ojala se diera, pero – y la miré con los ojos entrecerrados, si no te encuentras fuerte y segura, no desperdicies tu tiempo y súbete al barco de la alegría y felicidad huecas.



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