martes, 17 de febrero de 2015

LA FELICIDAD DEL DINERO Y EL VICIO DE LA RAZÓN.

Es del género tonto negar lo obvio.
La envidia es el peor acompañante para juzgar.
El dinero da felicidad.
Partimos del principio innegable, en el que la felicidad es un hecho individual.
No tiene grados, ni volumen, ni peso ni medida.
Se da o se da.
Eres o no eres.
Aunque al hacer generalidades se produzcan irregularidades el dato es descriptivo y se ve y observa que el dinero produce la felicidad de aquellos que lo poseen.
Es una felicidad basada en la no acción cognitiva, en la falta de interés en conocer y buscar la razón de ser de lo existente.
Perder interés en los motivos y razones de la acción.
Esta banalidad de vida no es en absoluto despreciable en función de la plenitud como tal.
El logro del placer y satisfacción, así como fuere, es el fin propio de la vida.
Pero ante esta realidad surgen dos problemas.
Uno, seria el no dispones del dinero y la otra, el haber caído en el vicio de la razón y en la necesidad de comprender para encontrar la satisfacción que te dé la felicidad.
Es conocimiento de la verdad no debe ni tiene por qué ser un hecho ineludible para la realización, en el objetivo último que será su estado en la felicidad, del ser humano.
El placer, producto del conocimiento, actúa como un elemento adictivo que sólo encuentra su satisfacción en el estudio y la reflexión.
Las risas automáticas, los motivos estéticos, las razones banales, las frivolidades, las risas sin motivos, el relax corporal, la falta de stress, la facilidad de las ocupaciones, la falta de problemas directos y demás son actos repetitivos de gente que sonríe con continuidad y sin ningún elemento resoluto y con las mismas razones con las que se levanto, es decir ninguna, se acuestan. Es el dinero quien permite esto y da felicidad.
Los que caen en las dudas resolutivas cuando alguien les presenta problemas vitales y esenciales comienzan a enfermar y a buscar, para obtener la felicidad, la verdad en las cuestiones que se le presentan en la vida.
La razón en acción reflexiva y metafísica, es un vicio adquirido, no necesario para alcanzar la felicidad.
No creo en buscar una esencia de realización monodireccional para alcanzar la realización propia y total de las personas.
No entiendo que se deba de cumplir una serie de requisitos, acciones y características generalizadas para llegar a la realización.
La calificación se realiza con términos comparativos y si dos personas te hablan de su felicidad, no es posible ni medirla ni cuantificarla.
Si se da, será siempre en plenitud.
Aquellos que indagan, se inquietan y buscan explicaciones podemos llegara una gran felicidad, pero, me pienso y así lo creo, que en ningún momento más deseable o calificable que la felicidad de aquel que sólo realiza acciones mundanas, pero como tiene dinero, hace todas las que le apetece.
Sí, tenemos una esencia racional y los que nos diferencia de el resto de los seres vivos es que somos conscientes de ser espectadores de una realidad que nos rodea y nos preguntamos sobre ella. La felicidad que alcanzaremos algunos, aquellos que puedan, potenciando su razón y llegando a conclusiones satisfactorias sobre los sucesos y entidades que te rodean, será como la de cualquier otro, haciendo aquello que le satisfaga.
El único motivo que implique la importancia de la razón es el relacionado con nuestra existencia grupal por dos motivos fundamentales.
Uno sería la investigación sobre lo que nos rodea para investigar aquello necesario para que, como colectivo de individuos, podamos vivir juntos y felices y el otro, e importantísimo para algunos, sería para aquellos que son propensos a coger el vicio de la resolución de los problemas mediante la racionalización explicativa de ellos que se encuentren algunas camino ya hecho.


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