Y me paré a mirar con atención su
cara.
Mi primera forma fue fugaz y apenas vi
más allá de mis recuerdos.
Después, comencé a instalarme en el
presente y contemplé, con asombro, lo lejos que se me había ido el
pasado.
El tiempo tiene dos condicionante.
Una estriba en la atención que pongas
en éste, es decir, la fijación que uses para captar su paso y el
segundo depende de cómo lo hayas vivido.
Los detalles suman años y el
aburrimiento hace más largo el tiempo que el transiberiano Ruso.
Y hablo desde mi individualidad
sumándole, además, el relativismo, propio de la temática.
Hablas tú o yo y a ver como
interpreto yo, esas sensaciones que tú tienes respecto al paso del
tiempo.
Es una temática que solo puede
existir como una comunicación de sensaciones por la sensibilidad
innata y propia que sufrimos con el trascurrir del tiempo.
Es también claro que el tiempo que
entendemos y manejamos las personas en nuestra vida cotidiana, es
absolutamente subjetivo.
El movimiento de los relojes es,
normalmente, el mismo, igual que los movimientos atómicos en los
relojes de máxima precisión.
Pero aquí se acaba la objetividad
pues empieza la sensación de su durabilidad o su pequeñez.
Cualquier intervalo de tiempo será diferente y relativo a las
circunstancias en las cuales se encuentre el observador. El mismo
objeto tendrá unas medidas diferentes, una pequeñez, una magnitud
en función de aquel que lo recibe.
Fue la fiesta más corta del mundo –
le decía aquel que tan bien se lo paso a aquel que se le hizo eterna
entre los ritmos sin melodía que tanto le mataban.
Distingamos entre los movimientos
repetitivos de los objetos que nos valen para ordenar el desarrollo
y movimiento de las cosas, del tiempo, entendido cómo el paso de la
vida en cada uno de nosotros.
¡Qué cuantos no os habéis
encontrado alguna persona que tiene el corazón y la mente joven aún
teniendo un capazo y medio de años!
¡Qué cara pesada, vieja y harta de
aquellos, jóvenes, pero demasiadas sensaciones negativas que
envejecen su persona!
Entiendo la vida como un viaje
limitado en el tiempo, es decir, abarcable con nuestros recuerdos y
pensamientos. No tendremos ni haremos nada con visas de eternidad.
El tiempo autentico, es decir el
propio, el individual, el de cada uno, debe de ser comprendido como
una continuidad sin pausa de continuación y no como unos momentos
eternos que te atascan en las dudas y los pensamientos.
La concepción negativa de la vida, es
un callejón sin salida. Es la peor opción.
La concepción positiva de la vida, no
es una elección, sino, el único camino posible y entonces, y dentro
de esta condicionante, el tiempo no pasa pesadamente, sino que se
convierte en, solamente, un pasajero de tercera en el viaje de tu
vida.
Pararse a pensar en el paso del tiempo
con melancolía, es un acto evitable y sano hacerlo, evitarlo.
Nuestro subconsciente formado entre los lloros de aquellos que no
podían concebir con alegría y normalidad el paso del tiempo y la
llegada de más de éste, llena en ocasiones a nuestro consciente de
tristeza y melancolía, como producto del recuerdo de aquella
aventura y persona ya perdidos en el tiempo.
Es entonces, nuestro consciente el que
debe de imponer la visión real de la vida que tiene como elemento
sin ecuanun una durabilidad finita y que los hachos pasados sólo, y
por necesidad, pueden ser recordados con alegría.
No tiene máximamente ningún sentido
el recordar aquello que produce pena.
Extírpalo de tus recuerdos.
Engáñalo con otras asociaciones.
Olvidalo entre las risas de la mañana.
Discute la volatilidad de la vida y la
poca importancia que tienen los hechos en si y por si.
El tiempo no es nada.
Lo único que es son tus sentimientos
y recuerdos absolutamente controlables y también el movimientos de
los átomos de aquel elemento con el cual jamás te cruzarás en el
pasillo de tu casa.
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