jueves, 17 de abril de 2014

LA AGRESIVIDAD Y SU INUTILIDAD



Vengo de leer un comentario, de ver una acción y de recordar unos pensamientos.
La lectura venía de un escrito de un hombre de mediana edad que no sabéis cómo echaba los males del mundo a la Iglesia. Tenía la culpa de todo y le daba unas características tremendas que yo había momentos en los cuales no sabía si hablábamos de la Iglesia o la Coca-cola companny. La iglesia era el factor malformador de la sociedad, me decía, con rabia, desprecio y violencia, cuando poco había estado, en ningún campo en su vida.. Sólo le faltaba escupir sobre la biblia. Lo más triste, era que aparecía en un blog de filosofía y en su escrito no había ni un sólo acto racional y especulativo, pues eran todas afirmaciones despectivas establecidas a priori Agresividad.
Pero ayer vi otro ejemplo brutal de ella, de la agresividad. Fue el acto mas típico y conocido, pero esta vez lo vi en estéreo y en colores. Esperando estaba a cruzar un semáforo, cuando diez metros a mi izquierda oí unos pitidos de coche y tal y como sonaron pasaron dos coches. El segundo vehículo, durante los 40 metros que el conductor estuvo a mi vista, vi como exageradamente expresaba con gritos, gestos e insultos su desprecio a algún acto del preimer conductor. Asombrado me quedé de ver la cara del sujeto. Dientes apretados, entrecejo fruncido, brazos en alto, gritos, algo tremendo. Es una barbaridad la perdida de control que nos da el conducir. Una agresividad y violencia muy peligrosa que todos hemos sufrido o hecho.
En ocasiones también me impresiona los pensamientos que la vida me llevó a tener por algunas personas. Unos fueron equívocos, otros acertados, pero sea el caso que fuere, un gran componente de agresividad, llevaba almacenado.
Lo sé, pero no puedo llevarlo a cabo, o mejor, me cuesta bastante asumir mis propias conclusiones cuando salgo de los folios de escribir.. La agresividad es un hecho inútil, inoperante y perjudicial para quien, en el siglo XXI, la practica.
Primero porque nunca es resolutiva, segundo será, también porque te hace perder el tiempo y tercero es que, con excesiva normalidad, al esgrimirla, tú sales tan perjudicado o más que el supuesto que la recibe.
La agresividad es una perdida de control personal.
La agresividad sí que tuvo su papel biológico evolutivo, y por eso la mantenemos, en otros lugares y elementos en los cuales la competitividad directa, digamos por la comida, existía.
Pero ahora ya no vale, es más el que no tiene miedo y carezca del descontrol pasional que conlleva la agresividad, tiene bastantes más posibilidades de conseguir sus objetivos.
Aturdido y anonadado me siento en ocasiones ante la necesidad que tenemos de imponer, nuestros pensamientos, acciones y maneras, de cualquier forma posible y en cualquier lugar.
La agresividad es el camino de los débiles que no confían en su racionalidad o tienen desequilibrio y traumas propios..
La agresividad es lo que parece un atajo y te lleva directamente al precipicio de la inquietud.
La sociedad actual es caldo de cultivo de ella y me voy a lo fácil y os digo que un tanto por ciento elevadísimo de los elementos que divulgan actos multitudinarios (Cine, Tv y otros), o bien tratan con naturalidad el asunto, o bien y peor, ganan los que la practican.
La agresividad es el amor de los cobardes.
La agresividad es la salida de los tontos.
Y ¿Qué la agresividad es necesaria para imponer ciertos cambios?
La violencia nunca ha hecho que cualquier elemento impuesto por tal medio dure.
Si se busca el cambio total no hay otro camino que la inserción en el mecanismo y el cambio interior.
Quemar los edificios públicos y pegarse palos con la policía no es una medida convincente para ninguno.
La agresividad y la violencia no llevan al cambio sino a la dispersión de la posibilidad de un acuerdo y avance hacia las soluciones.

El primer propósito de este escrito es hacer alusión a que vitalmente sienta muy mal a tu cuerpo y espíritu practicar la violencia, aunque sólo sea por la subida de tensión y la excesiva producción de testosterona.

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