Vengo de leer un comentario, de ver
una acción y de recordar unos pensamientos.
La lectura venía de un escrito de un
hombre de mediana edad que no sabéis cómo echaba los males del
mundo a la Iglesia. Tenía la culpa de todo y le daba unas
características tremendas que yo había momentos en los cuales no
sabía si hablábamos de la Iglesia o la Coca-cola companny. La
iglesia era el factor malformador de la sociedad, me decía, con
rabia, desprecio y violencia, cuando poco había estado, en ningún
campo en su vida.. Sólo le faltaba escupir sobre la biblia. Lo más
triste, era que aparecía en un blog de filosofía y en su escrito no
había ni un sólo acto racional y especulativo, pues eran todas
afirmaciones despectivas establecidas a priori Agresividad.
Pero ayer vi otro ejemplo brutal de
ella, de la agresividad. Fue el acto mas típico y conocido, pero
esta vez lo vi en estéreo y en colores. Esperando estaba a cruzar un
semáforo, cuando diez metros a mi izquierda oí unos pitidos de
coche y tal y como sonaron pasaron dos coches. El segundo vehículo,
durante los 40 metros que el conductor estuvo a mi vista, vi como
exageradamente expresaba con gritos, gestos e insultos su desprecio a
algún acto del preimer conductor. Asombrado me quedé de ver la cara
del sujeto. Dientes apretados, entrecejo fruncido, brazos en alto,
gritos, algo tremendo. Es una barbaridad la perdida de control que
nos da el conducir. Una agresividad y violencia muy peligrosa que
todos hemos sufrido o hecho.
En ocasiones también me impresiona
los pensamientos que la vida me llevó a tener por algunas personas.
Unos fueron equívocos, otros acertados, pero sea el caso que fuere,
un gran componente de agresividad, llevaba almacenado.
Lo sé, pero no puedo llevarlo a cabo,
o mejor, me cuesta bastante asumir mis propias conclusiones cuando
salgo de los folios de escribir.. La agresividad es un hecho inútil,
inoperante y perjudicial para quien, en el siglo XXI, la practica.
Primero porque nunca es resolutiva,
segundo será, también porque te hace perder el tiempo y tercero es
que, con excesiva normalidad, al esgrimirla, tú sales tan
perjudicado o más que el supuesto que la recibe.
La agresividad es una perdida de
control personal.
La agresividad sí que tuvo su papel
biológico evolutivo, y por eso la mantenemos, en otros lugares y
elementos en los cuales la competitividad directa, digamos por la
comida, existía.
Pero ahora ya no vale, es más el que
no tiene miedo y carezca del descontrol pasional que conlleva la
agresividad, tiene bastantes más posibilidades de conseguir sus
objetivos.
Aturdido y anonadado me siento en
ocasiones ante la necesidad que tenemos de imponer, nuestros
pensamientos, acciones y maneras, de cualquier forma posible y en
cualquier lugar.
La agresividad es el camino de los
débiles que no confían en su racionalidad o tienen desequilibrio y
traumas propios..
La agresividad es lo que parece un
atajo y te lleva directamente al precipicio de la inquietud.
La sociedad actual es caldo de cultivo
de ella y me voy a lo fácil y os digo que un tanto por ciento
elevadísimo de los elementos que divulgan actos multitudinarios
(Cine, Tv y otros), o bien tratan con naturalidad el asunto, o bien y
peor, ganan los que la practican.
La agresividad es el amor de los
cobardes.
La agresividad es la salida de los
tontos.
Y ¿Qué la agresividad es necesaria
para imponer ciertos cambios?
La violencia nunca ha hecho que
cualquier elemento impuesto por tal medio dure.
Si se busca el cambio total no hay
otro camino que la inserción en el mecanismo y el cambio interior.
Quemar los edificios públicos y
pegarse palos con la policía no es una medida convincente para
ninguno.
La agresividad y la violencia no
llevan al cambio sino a la dispersión de la posibilidad de un
acuerdo y avance hacia las soluciones.
El primer propósito de este escrito
es hacer alusión a que vitalmente sienta muy mal a tu cuerpo y
espíritu practicar la violencia, aunque sólo sea por la subida de
tensión y la excesiva producción de testosterona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario