Reflexionar sobre los hechos humanos
actuales, es decir, sobre sus motivos de actuación y normas y
costumbres de nuestras relaciones, sería el hacer la ya mal llamada
filosofía.
Aún sus principios etimológicos,
jamás se ajusto a ellos, jamás fue solo un puro amor a la verdad o
pensamiento como actividad gratuita y de divertimento. Fue un
pensamiento libre en su concepción pero tuvo claras teleologías
dirigidas hacia la formación del estado o la persona.
Nunca ha sido un pleno amor al
conocimiento sin más satisfacción que tenerlo.
Siempre ha alcanzado su gran
aceptación cuando esos nuevos pensamientos suponían algún cambio
en ese otro tema.
Y ahora, más que nunca.
Debemos de invertir toda nuestra
capacidad intelectual en hacer filosofía. ¡Urgente!, pero aquella
dirigida a buscar verdades aplicables y de las que tengamos contacto
directo con ellas.
Olvidémosnos de lo obviedad de lo
cotidiano.
Perdamos el desinterés por lo que
ocurre todos los días.
Bajemos a la filosofía de las nubes
de las ideas y razonemos, al menos, cómo enfrentarnos a la
organización de unas simples relaciones humanas.
Quizás ya, haciendo una visión
histórica, podamos concluir verdades efectivas sobre elementos
esenciales, transcendentales y no materiales propios y formadores de
las sociedades humanas. Perdamosnos en la esencia del ser humano para
aplicarla directamente y darle un sentido total.
Aquellos que tengamos alguna intención
de hacer filosofía debemos de huir de este estereotipo de aquellos
personajes que viven aislados de los procesos y elementos cotidianos.
Aquellos que escriban filosofía deben de pensar que su temática no
debe de provocar sólo, el interés de unos pocos impresionados por
la lógica del pensamiento.
Con hastío y aburrimiento observo
donde están colocados en la actualidad aquí en España, el
movimiento intelectual no ideológico.
Están en lo más hondo de las
cañerías.
La visión reflexiva en la búsqueda
de los cambios propios, suscitados por ésta, para el buen
funcionamiento social, acaba siempre olvidada y perdida entre los
intereses del sistema moderno, el cual tiene la coraza y doble arma
de su auto explicación. No necesita nada externo para justificarse.
La historia nos arrastra e impone sus
estructuras.
La única utilización de la razón ha
imperado con toda normalidad en la imposición, de una forma u otra
de las ideas, para imponer una pura y dura variante, nomás del
sistema. Algunos filósofos si que lo hicieron y así fueron después
mal interpretados.
Saquemos el pensamiento racional y
lógico, los principios y valores generalizados y justificados
intelectualmente, critiquemos ¡miremos el mundo formado y
existente, no con otros planteamientos ideológicos sino como objeto
de estudio y especulación.
Que se imponga la mecánica del
pensar.
Que se ajusten las reflexiones a la
realidad.
Que no halla miedo en las decisiones y
planteamientos.
Que pensemos todos, juzguemos y
critiquemos, pero no desde las ideas de los demás , si no desde
nuestra mente preparada para esto.
Dejemos de ser el pueblo ignorante que
aquellos listillos, ladronzuelos, hipócritas, irónicos con el
pueblo, salgamos de nuestra ignorancia y traigamos la capacidad de
opinar y la preparación del saber a todos.
Sin esto no hay cambio.
No recuerdo cual, pero aquel famoso
Romano nos habló del pueblo manipulado por su ignorancia.
O adquirimos cultura, educación y
civismo o por mal camino vamos y aquellos que lo tengan, que lo
utilicen y lleven a la vida cotidiana.
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