lunes, 21 de abril de 2014

FILOSOFÍA A LA CALLE. INVERTIR EN EL PENSAMIENTO



Reflexionar sobre los hechos humanos actuales, es decir, sobre sus motivos de actuación y normas y costumbres de nuestras relaciones, sería el hacer la ya mal llamada filosofía.
Aún sus principios etimológicos, jamás se ajusto a ellos, jamás fue solo un puro amor a la verdad o pensamiento como actividad gratuita y de divertimento. Fue un pensamiento libre en su concepción pero tuvo claras teleologías dirigidas hacia la formación del estado o la persona.
Nunca ha sido un pleno amor al conocimiento sin más satisfacción que tenerlo.
Siempre ha alcanzado su gran aceptación cuando esos nuevos pensamientos suponían algún cambio en ese otro tema.
Y ahora, más que nunca.
Debemos de invertir toda nuestra capacidad intelectual en hacer filosofía. ¡Urgente!, pero aquella dirigida a buscar verdades aplicables y de las que tengamos contacto directo con ellas.
Olvidémosnos de lo obviedad de lo cotidiano.
Perdamos el desinterés por lo que ocurre todos los días.
Bajemos a la filosofía de las nubes de las ideas y razonemos, al menos, cómo enfrentarnos a la organización de unas simples relaciones humanas.
Quizás ya, haciendo una visión histórica, podamos concluir verdades efectivas sobre elementos esenciales, transcendentales y no materiales propios y formadores de las sociedades humanas. Perdamosnos en la esencia del ser humano para aplicarla directamente y darle un sentido total.
Aquellos que tengamos alguna intención de hacer filosofía debemos de huir de este estereotipo de aquellos personajes que viven aislados de los procesos y elementos cotidianos. Aquellos que escriban filosofía deben de pensar que su temática no debe de provocar sólo, el interés de unos pocos impresionados por la lógica del pensamiento.
Con hastío y aburrimiento observo donde están colocados en la actualidad aquí en España, el movimiento intelectual no ideológico.
Están en lo más hondo de las cañerías.
La visión reflexiva en la búsqueda de los cambios propios, suscitados por ésta, para el buen funcionamiento social, acaba siempre olvidada y perdida entre los intereses del sistema moderno, el cual tiene la coraza y doble arma de su auto explicación. No necesita nada externo para justificarse.
La historia nos arrastra e impone sus estructuras.
La única utilización de la razón ha imperado con toda normalidad en la imposición, de una forma u otra de las ideas, para imponer una pura y dura variante, nomás del sistema. Algunos filósofos si que lo hicieron y así fueron después mal interpretados.
Saquemos el pensamiento racional y lógico, los principios y valores generalizados y justificados intelectualmente, critiquemos ¡miremos el mundo formado y existente, no con otros planteamientos ideológicos sino como objeto de estudio y especulación.
Que se imponga la mecánica del pensar.
Que se ajusten las reflexiones a la realidad.
Que no halla miedo en las decisiones y planteamientos.
Que pensemos todos, juzguemos y critiquemos, pero no desde las ideas de los demás , si no desde nuestra mente preparada para esto.
Dejemos de ser el pueblo ignorante que aquellos listillos, ladronzuelos, hipócritas, irónicos con el pueblo, salgamos de nuestra ignorancia y traigamos la capacidad de opinar y la preparación del saber a todos.
Sin esto no hay cambio.
No recuerdo cual, pero aquel famoso Romano nos habló del pueblo manipulado por su ignorancia.

O adquirimos cultura, educación y civismo o por mal camino vamos y aquellos que lo tengan, que lo utilicen y lleven a la vida cotidiana.

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