miércoles, 16 de abril de 2014

LA DIFERENCIA



Las características propias de las personas están claramente estereotipadas.
Bueno, mejor, las personas, según sus características están claramente estereotipadas.
El flujo de los prejuicios nos arrastra por el rio de la sociedad.
Lo digo porque lo veo,que aquellos diferentes en sus formalidades o ideas y que no encajan plenamente con los atributos, movimientos y características propias de unas circunstancias especificas sociales son o tratados con pre-juicios o malamente escuchados.
Acumulamos los supuestos detrás de las maneras.
Los contenidos e intenciones se nos escapan entre el colar del pelo o la longitud de los pantalones.
Siguiendo y haciendo un estudio de la estética a lo largo de, por ejemplo, los últimos 2000 años y sin hacer ninguna reflexión filosófica, sino un ejercicio de acumulación de datos, se ve que las consideraciones de los atributos de lo honrado y decente cambian en sus formalidades y actos.
Asumamos la fragilidad de nuestras conclusiones y admitamos con más facilidad las diferentes determinaciones externas.
Si no te encuentras inserto en los movimientos sociales por puro desajuste anímico hacia sus formas y principios, estás abandonado por la sociedad y perdido en el olvido.
Aquellos, los hay, que disciernen de lo dicho por hábito y costumbre y que lo hacen normalmente por pertenecer a unos niveles tales como los corrosivos (oxigeno con el hierro), estos políticos, que atacan directamente la proposición de los adversarios sin pararse a meditarla ni un minuto, aun que sólo fuera por vergüenza.
Pero hay otros a los que su naturaleza, pensamientos o acontecimientos, les han embarcado en la travesía de la diferencia.
Es muy complicado, en una sociedad totalmente dominada por las más esclavizadoras generalidades de aquellos que tienen el control sobre la información que llega a los ciudadanos, tratar de expresar su diferencia sin representar un acto de rebeldía.
La normalidad de la diferencia no existe, no es aceptada.
El protestar o no aceptar ciertos elementos y motivos formadores de nuestras circunstancias, resulta en muchas ocasiones visto como un acto de rebeldía e incomprensión.
Se puede ser una persona absolutamente inserta en la sociedad en cuanto a realizar las acciones públicas muy similares, y tener, a la par, unas diferencias constructivas de la realidad enormes. La diferencia en la normalidad.
La diferencia no es rebeldía.
La diferencia no es error.
La diferencia no es un acto de desesperación.
El despegarse de la telaraña informativa respecto a las formas y maneras de vivir establecidas, es ciertamente difícil.
No vemos la realidad y pensamos que lo que vemos es lo único que hay.
Pienso que las personas no debemos huir de nosotros mismos, aun pagando, tal y como están las cosas, un precio alto.
La falta de naturaleza propia en cada individuo en las sociedades actuales, es manifiesta.
El nadar en el rio ya escavado por los demás, unos por sus manos y otros con grandes grúas, es una generalidad y cómo dijo aquel, muchedumbres.
La reflexión consiguiente sería analizar hasta que punto nuestra esencia es modificada por nuestra propia naturaleza en la sociedad civil pues por ella misma, nuestra naturaleza la hemos formado y consecuentemente estas características y actos son usuales, normales y aceptables.
O quedaría la segunda opción que diría algo así como que la sociedad actual ataca a nuestra naturaleza primera y que no hay medio necesario de justificación las relaciones diarias que tenemos y que hay.
Algunos, para pagar y esconder sus miedos y deudas, afirman, con otras palabras, la incapacidad de huir del movimiento social, justificando así ciertas acciones.
Otros, en función de su incapacidad para adaptarse a las circunstancias demuestran su rebeldía violenta.
Y, pocos, pero espero que en un futuro, sean más, que absolutamente integrados en el modo, uso y costumbres propias de la realidad actual, encuentran siempre un momento para ser, cómodamente, para él y para los demás, diferente y denunciar, pero sin ofender, el muy mal funcionamiento de las estructuras, fines y medios sociales, que provocan el huir de uno mismo.
Hay que actuar con los pies en el suelo.
Hay que funcionar en unas circunstancias determinadas.
Pero eso no quita que en el momento en el que pueda ser posible, pensemos y actuemos de manera diferente abogando por un cambio necesario y global en búsqueda de las diferencias propias formadoras.
Pero ¡ahy! ¡pobres de aquellos que prefieren algún buen cambio que aquel gran coche!, y más que nada por las miradas de incomprensión que van a recibir.
Conozco gente así, capaz de actuar desde la sociedad pero con otra perspectiva e interés. Ciertamente interesante y esperanzador.
No tengamos miedo a decir lo que pensamos.
A ser nosotros mismos.
A huir de la mordaza de la cobardía de aquellos totalmente enfilados por los perros guardianes del complejo acto social actual.

No es un comentario de la desesperación, es un puro acto de descripción.

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