- No, Antonio, él me dijo que
nos consideramos y nos nombramos elementos sociales y
colectivos, apelamos que en nuestra esencia, está la vida grupal como
elemento definitorio y definitivos , y yo, amigo, después, muy
ignorante de mi, salgo a disfrutar y compartir esa esencia colectiva,
que por definición, su realización, me llenará de alegría mi
vida.
- Bien ¿y qué te pasó? - le
dijo Antonio mientras le hacia una pequeño sonrisa levantando la
taza del poleo.
- Anonado y desconcertado me
quedé, cuando comenzé a mirar a los ojos a todos los peatones
circulantes que transitaban a mis alrededores – le dijo con cara de
resignación cómica irguiéndose de la taburete de la barra del bar.
- Pero, Andrés, ¿qué
esperabas encontrar?
- Te lo digo, ¿donde está
esa parte constitutiva y compartida?,¿en que lugar sé que
coincidimos?
¿qué mundo estará viendo?,
¿el mismo que yo?
- Sabes que nunca encontraras
aquellos elementos en los que tu quieres moverte. Sabes que eso no lo
verás ni sentirás nunca.
- Uno, ¿porqué me acusas
siempre de la inutilidad de la existencia de verdades primeras,
esenciales y lógicas constitutivas de la realidad que van más allá
de aquel puente de cables?, y dos amigo, si tuviéramos una parte
compartida, anímica, esencial, constitutiva, espiritual, nuestras
maneras de conexión serian totalmente diferentes y lo sentiríamos y
notaríamos,
- Entonces, nuestro desarrollo
y configuración actual, ¿de donde viene?, ¿a qué se debe?. Esto
que hoy tenemos, no vino en las lluvias de la primavera.
- Mira, Antonio, dejame que te
lo explique. Nuestra comunicación actual es pura necesidad de acto,
las reglas sociales son puros elementos mecánicos para la vida
grupal, surgida ante las dificultades naturales.
- Bueno, y me pregunto
intrigado y expectante ¿que aspecto negativo tiene esto?
- Ya te lo digo pues, el
sentimiento de soledad pulula por todas las calles de mi ciudad.
Cada individuo pasea,
expandiendo por sus codos, una vida única, inabarcable e
incompartible.
Según la cercanía, la
distancia propia y constituida, la diferencia, se esconde, susurra, y
el conocimiento del próximo aumenta o se pierde entre la ética,
moral o el amor.
- Me estas hipotizando, Andrés
y las hipótesis y como tales no tienen fin en su proposición.
¿y si sí que la tenemos?
¿no será que aquello que
damos como bueno está ahogando a nuestra esencia compartida?, ¿a
nuestra realidad común?
¿qué en otras circunstancias
actuaríamos todos al unisono?
¿y por qué no?
- Sí, sí, Antonio. El problema es el encadenamiento.El
mercado, es decir, el intercambio de elementos materiales, toma
forma, se nos convierte en necesario, toma entidad y funcionamiento
propio y nos somete a actuar tal y como es. Coste, dinero, intereses,
prisas, leyes de belleza, falsedades, efectividad numérica,
horarios, regularidades y más.
El desastre formativo viene
cuando estos movimientos toman forma constitutiva y esencial en los
sujetos.
Nos metamorfomizamos en
mercados andantes, las leyes del mercado se convierten en nuestras
fuerzas constitutivas. (Pero la de aquel, la mía y la tuya que esto
estas leyendo).
- Conclusión, habrá que
cambiar los sistemas – le dijo a Andrés.
- Leches – tácito,
explicito y gestual, contesto Andrés. Que ¿quieres construir otro
sistema artificial que cubrira nuestras necesidades y trazar el
camino para nuestra realización personal? Otra chapuza de aprendices
de la nada.
Antonio sonrió abiertamente.
Le encantaban las explosiones de franqueza de su amigo.
- El único camino, y esto lo
siento como mi pulso, es la educación.
Liberémosnos de las
imposiciones autoimpuestas y sin ellas tratemos de conocernos.