lunes, 9 de diciembre de 2013

EL SUSPIRO DE LA INMEDIATEZ




Es un asunto puramente existencial pues ni en la técnica ni en la teoría esconde duda o misterio.
El pasado son una serie de sucesos inexistentes pero que son tomados cómo si no lo fueran.
Ha sido una experiencia que nos ha enseñado pero que fue, ya no es y no volverá.
Todo el material del pasado ha sido incinerado ya.
Se vive atado a lo que ocurrió, envuelto en las mentiras de su permanencia.
Somos inmediatez y cuanto nos cuesta asumirlo.
Además, el tiempo, en primera persona, le escava su tumba con más profundidad, pues nos hace huir de sus posibles consecuencias que hubieran sido.
El segundo después de la acción, ésta ya ha quedado atrás y al segundo, el olvido ya puede venir pues el futuro ya ha llegado.
No se puede cargar con un pasado estéril que no hace si no mas que ahogar la actualidad.
Las posibles acciones, fueran del tipo que fuesen, que entonces pasasen allí han quedado y nadie te pedirá, al menos en esta vida, cuentas por ello, al menos, claro que hablemos de ilegalidades.
¡Pero podía haber hecho más! - decía aquel con las lágrimas en los ojos
Sí, - le respondía aquel otro, pero ahora te queda el futuro para solucionarlo y el pasado ya no actuará de absolutamente ninguna manera sobre la próxima acción.
Nos atamos exageradamente con algo que no o que sí hicimos, pensando que daría por necesidad otra actualidad a este presente. Cosa que no es así. Nunca sabremos lo que hubiera pasado si hubiéramos hecho eso que ya pasó.
Para evaluar, en el caso que se quiera las posibles evoluciones, el susodicho y supuesto cambio en un factor de las acciones ya hechas, no tienen, ni por asomo, que condicionar otro presente y quizás, ni diferente.
Lo ya hecho nos pesa demasiado cuando no debería ser así. La renovación son las proteínas de nuestro crecimiento.
Reflexiones sobre el pasado pero tampoco alberguemos como errores o ciertas determinadas acciones dados el asunto intuitivo o circunstancial que constituyen las situaciones.
Pensamos y pensamos que las acciones humanas se repiten. Y esto nunca es así.
En cualquier historia humana lo que no fue, pudo serlo o puede ser.
Huyamos de los supuestos límites que nos hemos impuestos y volvamos a la virginidad e impolutivilidad de cualquier acción y decisión acorde con el momento puntual.
La tristeza viene siempre, siempre y siempre, de mirar en el pasado. Asumir nuestra pura actualidad no tiene cabida para ella y en el futuro y sus posibilidades no es todavía.
Sea quizás por las religiones, los pensadores, las culturas y otros motivos, hemos perdido la pequeñísima validez temporal que tenemos los individuos, solos y temporales, que formamos el mundo y hemos dado demasiada validez a nuestra supuesta continuidad y unidad temporal
Aprender de lo que no pude hacer ni llegar, pero siempre teniendo en cuenta que es en la muerte del pasado donde se quedaron esas y comienza un nuevo presente en el cual esos intentos y futuros ya se han difuminado en los ya no recordados fracasos anteriores.
El operar sobre el pasado, implica una fuerza de voluntad actuante pues nuestra caprichosa naturaleza, no sé si por elementos evolutivos relacionados con la protección, nos ha modulados atados al pasado.
La posición correcta, aun consciente de su dificultad, sería la asunción de nuestra absoluta actualidad y que este día es único y puede mi persona a hacer cosas o tomar decisiones diferente a las ya tomadas o hacer actos contrarios a los hechos.


 El pasado no obliga al futuro.

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