miércoles, 18 de diciembre de 2013

NARRACIONES HIPERBÓLICAS





NARRACIONES HIPERBÓLICAS







1. CONVERSACIONES.

2. BEBIENDO CON NIETZSCHE.

3. KANT EN LA BIBLIOTECA

4. SÓCRATES EN LOS ALBORES DE LA FILOSOFÍA.

5. RENÈ Y EL POSADERO.

6. LEIBNIZ EN LA VERA DE LA MONTAÑA.

7. RAFAEL Y LA ESCUELA DE ATENAS.

8. EL MONASTERIO Y LA RAZÓN.

9. PASEANDO CON MARX.

10. LA LIBERTAD EN EL CAFE.





CONVERSACIONES


Aristóteles, a lo lejos, observaba a Galileo  colocar las bolas en las rampas dejándolas caer, recogiéndolas y tomando anotaciones preguntándose cómo podía actuar así para comprender a la naturaleza y su movimiento propio, mientras éste, galileo, volvía la cabeza atrás y pensaba que cuanto talento se desperdiciaba por no tocar la realidad material y estudiar sus mecanismos.
            Al verle, Galileo, dejó sus experimentos y se acercó a Aristóteles. Los dos volvieron, andando el camino ya hecho, hablando, especulando, dialogando, corrigiéndose y sobre todo, disfrutando mucho ambos.
            Así, Galileo golpeó iba goleando piedras con su pie por el camino hasta que alzó la vista -Aristóteles era alto y delgado y él, Galileo era bajito y corpulento y le dijo:
-          Amigo, padre de la ciencia, mente privilegiada, fíjate en la trayectoria y la distancia ¡cambian con el golpe!
Aristóteles. Subiendo las manos le dijo:
-          Mi más que amigo, genio incansable, monstruo de la física, observa como todas las piedras caen igual,  pues tienen un movimiento propio por su naturaleza.
El camino hacia la posada era largo y lo disfrutaban mucho conversando desde sus antinomias.
Llegaron al lugar, a la posada y se sentaron en la mesa central iluminada por las enormes llamas de la chimenea.
El pelo largo, flácido y blanco de Aristóteles le caía suavemente por los hombros y con los antebrazos apoyados en la mesa y la túnica sobre las rodillas, miraba y escuchaba con interés a Galileo, el cual moviendo y trazado figuras con las manos y por el aire, se tocaba los rizos de su cabello, casi rojos, que salían y escapaban hacia todos los lugares.
-          Aristóteles, compañero, concéntrate en lo que te cuento y es que independientemente del peso ¡caían igual! Pruébalo y veras, ¡pon las bolas en las rampas!
-          Galileo, maestro, no toques a la  naturaleza para comprenderla, es su esencia lo que impera, así, tú y yo, en esta mesa y observando por la ventana, utilizando nuestra razón podríamos explicarlo todo.
Entonces, y a la par de sus comentarios, unas risas se hicieron audibles. Venían de otro caballero, cubierto, en la mesa de al lado.
-          Buen comentario, dijo.
Y galileo comentó
-          Venga a dialogar con nosotros, señor.
Ésta se quitó la capa y los dos se quedaron desconcertados al ver que el vestido de un hombre escondía el cuerpo de una bella mujer. Vestía una ligera, blanca y ceñida camisa a la altura de la cintura con unos pantalones rectos de hombre.
Siguieron hablando, haciendo ciencia, discutiendo sobre la naturaleza, los experimentos, la observación, todo siguió igual menos la mirada, que cambió de tono y lugar. Llegaron las sonrisas y se acabaron los vasos de vino.
            En la barra habían dos personas más, ocultas, discretas y observando la escena.
-          ¡Oh,oh!, sólo la voluntad les sacara del placer físico y los conducirá correctamente, dijo Zenón.
-          ¿Qué?, la voluntad ¿de qué?, sonrió Nietzsche mientras le contestaba.



BEBIENDO CON NIETZSCHE



Perdido entre las sombras y claroscuros de su bigote, me sentía subyugado por su mirada la cual se movía entre la clarividencia y la locura.
Con sus gestos y palabras denotaba que lo suyo no era una lucha solamente teórica, sino personal y vital también.
Subidos en el viaje a través de la historia me relataba, con fuertes aspavientos la máxima cobardía que habíamos demostrado, todos y cada uno de nosotros en su desarrollo.
- Y esto ha de acabarse – concluyó
- Sí – Maestro le dije, pero ¿cómo vamos a huir de nuestra pequeñez e irresolutivilidad ante su falta de sentido de los problemas diarios?
Se giró bruscamente y pidió dos cervezas en la vieja taberna camino del viaje a este hospital en las montañas Austriacas para consolar su dolor crónico de la cabeza. La cerveza no se lo aumentaba, le sedaba en su dolor.
- El día – dijo casi gritando, que aceptemos con fuerza y valor nuestra potencia como individuos, nuestra facultad para vivir sin estar sumisos nada mas que al límite impuesto por nuestra naturaleza. Impongamos nuestra potente individualidad frente a esta vida, poblada de Dioses que nos acobarda.
- Maestro – le repetía, usted es un hombre fuerte, pero ¿y los demás, qué hacemos?
- Huir de vuestros progenitores y la mentira en la que nos hemos educado. Comenzar desde el principio, partir de cero, ¡olvida tus enseñanzas e imponte a la vida!
Ciertamente éste era el tercer viaje al refugio y balneario acuífero donde íbamos para su cura y a mi me permitió acompañarle en un par de ellas. Cada vez lo encontraba mas huraño, introvertido, encerrado en sus ideas, pero también más seguro de ellas y con más riqueza para justificarlas y exponerlas.
- A gente como tu – me señaló con el dedo, os han utilizado los poderes fácticos e interesados que haciendo alusión a vuestra capacidad explicativa y aludiendo a Dioses o similares, os han convertido en esclavos, ¡lucha por tu libertad!
Tras leer a otros autores cohetaneos suyos, pude apreciar que la filosofía de Nietszche se hacía Antropológica, alejándose de otros y comenzaba a hablar de las personas como centro de reflexión. Aquí me hizo una norma directa a mi comportamiento y no una reflexión de la estructura del cosmos a mi relación con este.
- Qué me dice – mi cara cambió de aspecto, así como mi tono, tengo derecho a luchar por mis convicciones
- No Andrés, vas a pernoctar en la irrealización propia del ser humano que ha perdido su capacidad de satisfacerse como tal, viviendo en el engaño impuesto.
Mi cerveza cayó en una panzada. Asustado me dejó aquella afirmación. ¿No iría mejor mi vida si aceptara con toda su intensidad las dimensiones reales de la vida y no me fuera a buscarla allá donde no está?
- Yo me realizo, -le inquirí, cuando hago el bien hacia la gente que me rodea.
Su bigote se lleno de espuma cuando solo tal carcajada que lleno la barra de cerveza
- ¿El bien?, y ¿de que bien me hablas?
- Hombre, pues aquel que todos conocemos, ¿no?
- Pues no, joven, no. El bien es una palabra vaciá de contenido y sólo hace referencia a los intereses o creencias, de algunos, dentro de su pequeñez.
- Pero, entonces ¿qué salida nos queda?
- Aceptarnos tal y como somos y no tratar de huir de lo que tenemos.
Se acabó la cerveza y apoyándose en mi hombro, comenzamos a salir de aquella vieja taberna camino del balneario.
Me habló de lo que admiraba a la figura de Jesús el Nazareno, por su capacidad a luchar ante las leyes y valores impuestos en su pueblo, de la cobardía del pueblo en la edad media europeo y otras cuestiones en el camino hacia habitación. Era un hombre entretenidamente intenso, dogmático, enajenado e incomprendido. Tenía la costumbre de hablar de lo que ya no se hablaba.
En la oscuridad de la noche, sólo alterada por unos somnolientos rayitos de luz de la luna, vi, como su figura, un tanto encordaba de sus horas de soledad con los codos encima de la mesa, se
alejaba suspirando relatar todas las verdades que creía que ya tenía.
- Buenas noches, Maestro – le grité, y con un además de la mano se despidió de mi.


KANT EN LA BIBLIOTECA


Venia de París  y aquellos primeros meses de tranquilidad y sosiego en   Konigsberg, ya comenzaban a poder conmigo.
Pasaba la mayor parte del tiempo estudiando y trabajando en la gran biblioteca
de la ciudad. Frio y silencio. Fui al lugar en la búsqueda del libro, Historia de Inglaterra, de David Hume para estudiar el abandono y vuelta a Inglaterra, de ellos  y de la Normandia, editado  unos pocos años antes, en 1754 y en el continente apenas había unos pocos ejemplares. Éste, precioso, papel de trigo, piel de cabra y cosido con barbas de ballena.
En los tres meses que llevaba allí , en visita familiar,  siempre  había  encontrado a la misma persona sentada en el angulo final de la corta mesa rectangular  de aquel primer piso, de negro, con chaqueta corta y camisa blanca con pequeños  ornamentos al final de las mangas.
Al segundo mes fui acercándome  fruto de mi curiosidad por los momentos de abstracción que parecía  sufrir mirando objetos pequeños en encima  de la mesa.
Aquella mañana sentado casi a su lado comenzamos a dialogar
Coloco su plumón con el que escribía entre el y yo diciéndome con mucha calma y tranquilidad
  - Señor cual es su nombre y si me permite dirigirme a Usted.
Sorprendido le conteste
  - Por supuesto, mi nombre es André
Pues bien, caballero, mi nombre es Inmanuel y me gustaría preguntarle una cuestión
  - On-i-va, caballer
  - ¿ Ve Usted el plumón?
  - Perfectameau
  - Es marrón, de madera y está aquí  y ahora, ¿no?
  -Si, señor pero hágame, mon Dieu, preguntas mas complicadas
Sonrió con una sonrisa afable y calmosa a la par que levantaba el objeto lo observaba y decía
  - No encuentro, por más que lo mire, las  características  del aquí y ahora.
Yo me quedé extrañado y él, todavía sonriendo volvió la cabeza a sus libros
Ya cerrada la biblioteca y volviendo paseando a casa de mi familiares me andaba preguntando que me quiso decir aquel hombre. Cierto era que esas dos últimas cualidades no estaban en el objeto que el me enseñó, pero, donde sino, pues       son la cosas las que están en el espacio y tiempo ¿no? Decidí volver urgentemente mañana a preguntárselo.
Sí, allí estaba. Escribiendo con calma y delicadeza, tal y como la había visto  desde que llegué. Iniciamos la conversación con otros motivos hasta que mi interés  se hizo inllevable y le dije
  - Pero, entonces, dígame, ¿donde están el espacio y el tiempo? lentamente se aproximo los dedos indices de ambas manos a los lados de su cabeza y me dijo
  - Aquí
  - Inmanuel, son características  del mundo y no de su persona
  - No, André, no , el arriba y abajo, el delante y detrás, no son más que modos de ordenar el mundo, que nosotros le damos a éste. El aquí y el ahora los ponemos nosotros, se acabó el mundo circundante que nos trae la información,  vamos a darnos cuenta que nosotros la construimos y que trabajamos con aquello que hemos formado en nuestra mente
Tras esta galopada de información, me hizo la última y me dijo
  - Ya me dijo que el plumón era marrón ¿no?
Si le contesté asustado
  - ¿Y como sabe Usted, mi ya amigo Parisino, que estamos viendo lo mismo ?
Ya no lo vi más, pues al día siguiente comencé, mi viaje de regreso. Mi mundo había cambiado pues vi, con toda claridad que era mi mente la que lo formaba. Era ella quien ordenaba y trabajaba con todo aquello que mis ojos veían. Ya no vemos  el mundo, si no que el mundo es visto por nosotros. Lo que antes era sujeto se me convirtió rápidamente en agente.  
La verde vera que acompañaba el tranquilo discurrir del Sena, no me apartaba ni un segundo de los altos arcos de  aquella oscura y  fría biblioteca.



SOCRATES EN LOS ALBORES DE LA FILOSOFÍA



Venía de las tierras de mis padres situadas a poca distancia de Atenas. Aun siendo un hombre, tenía 30 años, todavía no había podido degustar la exquisitez del Partenón construido por nuestro gran gobernante Pericles. Me habían comentado que debía de ir a verlo.
            Aquella día por la mañana me había paseado por la belleza, deambulando entre la perfecta armonía y simetría reflejadas en las columnas de la construcción. El cambio angular me ofrecía la verticalidad en todos los lugares que mirase. Era bello y la serenidad de su proporcionalidad perfecta me llegó y me llenó todo mi espíritu.
            En ese mismo día por la tarde, salí a pasear con la intención de ver todas las construcciones desde las perspectiva de la distancia.
            Y, entonces fue cuando me encontré con aquel pequeño grupo de personas que rodeaban a un hombre mayor, ya anciano, pero robusto y con una gran luminosidad en la mirada hablando con fuertes pero cortos movimientos de sus manos. La curiosidad me llevo a su cercanía.
            Este hombre estaba dialogando con un grupo de jóvenes. Puse mi sentido a su merced.
-         ¿Dónde encontraremos, entonces, la justicia de este acto?-les pregunto.
Un jovencito levanto la mano. Tenía aspecto de aguerrido, bravo, curioso pero
con calma y naturalidad le dijo
-         Quizás en las leyes que nuestro gran gobernante Pericles ha dado a esta ciudad, tu Atenas.
-         ¡oh!, mi joven y válido  Jenofonte, y yo te sigo preguntando ¿me hablas de un acto o de la justicia?
El joven permaneció dubitativo y mudo.
Un hombre  joven sonrió a Jenofonte, en reflejo de su ya amistad al compás que
levantaba su mano.
            - Dime, Platón, dime, háblame desde los ya muchos años que estamos juntos recorriendo las colinas circundantes de Atenas
-         Y yo le digo, Maestro, ¿no estará fuera de este mundo que nos rodea, de formas concretas e inexactas, teniendo una existencia real?
-         ¿Me hablas de ese triangulo perfecto sobre el que Tales habló, y midió con toda la exactitud posible las pirámides de las columnas de las tierras del nilo?
-         Si maestro, de ellas te hablo.
-         ¿Y que relación le asignas con la realidad?, ¿es ésta copia de aquellas?
-         ¡Si, maestro, si!, ¡coloquémoslas en un mundo que huya de las imperfecciones!
Pensativo y sereno se le quedó mirando.
Energético y respetuoso le contesto
-         Si, bien, pero quiero que me hables de la justicia y no de matemáticas ni geometría que se nos escapan de nuestras manos. Quiero que definamos la justicia como medio y camino para llegar a construir una comunidad con
     Comunidad correcta. Quiero huir de los actos con contenido pero vacíos de         significados que los bien llamados sofistas tratan de imponer en este mundo buscando la utilidad de las leyes, nomas. Así pues ¿la justicia se encuentra en las enseñanzas prácticas y formales de estos maestros que les dan a la juventud de nuestra ciudad para que se muevan después en ella?
Impresionado me tenía su conversación.
Fijaba mi atención en cada uno de los pensadores hasta que volteé, pensativo mi cabeza, y vi a un elegante hombre, con una hermosa túnica tejida con delicadas telas apoyado con su mano izquierda en un gran pino mediterráneo y observando plácidamente la conversación. Sócrates fue, entonces también consciente de su presencia y exclamo
-    ¡Protágoras!, ¿qué nos trae el placer de verte?
-         ¡Sócrates, amigo!, no el placer de escucharte, que siempre lo es. Estaba meditando en el orden jurídico que aplicar en función del bien y del mal a ésta, nuestra gran ciudad. ¡oh!, amigo ¿cuándo dejarás de huir hacia la nada?, ¿cuándo concretarás tus pensamiento en la utilidad y practicidad de ellos?
-         Amigo también me complace oírte, pero sabes que no estoy de acuerdo en la simple construcción de elementos prácticos de funcionamiento y pienso que debemos encontrar la esencia de estos elementos que superen la propia construcción de esta ciudad.
-         Adiamanto ya te habló, Sócrates, de las diferentes Justicias que nos encontramos en este mundo.
-         Sí Protagoras, sí, le respeto y mucho, como a todo aquel que piensa pero como ya te dije, debemos de buscar verdades fuera de las circunstancias propias y que tengan una generalidad. conocimientos que ya están ahí, circulando en nuestro espíritu y conocimiento.
En aquel momento, y con cara de atención, emoción, concentración e interés, el joven, de anchas espaldas, Platón, interrumpió la conversación dijo:
-         Encontremos estas ideas inmutables, huyamos con la inteligencia, dejemos los sentidos y entremos en el mundo de las perfecciones intemporales que nos llevarán al estado social y mundo perfecto.
Sin aliento se quedó tras realizar estas afirmaciones, mientras los dos sabios mayores se miraban entre los dos ¿admiración, extrañeza, distancia, afinidad? Leí en sus miradas.
Volví hacia casa, había sido un día realmente espectacular.
El sol se  escondía en el horizonte allá a lo lejos en el mar donde en sus limbos acaba el mundo. Su luz se reflejaba tranquilidad.
En el carro que avanzaba lento, tras estar en situaciones como estas comprendí porqué el centro del mundo y el futuro estaba aquí.
Rodeado de olivos e mis tierras, vi a lo lejos a mi madres que salía a recogerme.


RENÈ Y EL POSADERO


Tenia que pulir toda a madera.
Muchos robles de Prusia me trajeron para construir mi magnifica posada en el camino a París.  Contrataría a varios campesinos a que la dejaran como la seda. A los señoritos y señoritas de la alta nobleza y otros potentados así les gustaba.
Tenía un amplio espacio para sus lujosas carrozas y unos grandes establos para todas sus caballerías. El interior de humo de sus pipas y los hedores y efluvios de los grandes vinos Franceses y Españoles que les ofrecía  habían ennegrecido lasa placas de la noble madera.
Sumido en estos pensamientos entro un hombre alto, espigado joven y elegante a mi local. Se aproximo a la barra, y muy cordialmente me pidió un vino tinto - un gran vaso, añadió. Se lo serví. No era tonto, ni mucho menos, pues antes de hablar ya vi como le brillaba la mirada. Se giro y se quedo contemplando el espectáculo de todas las señoras y señores con sus grandes traje barrocos de la alta nobleza que en aquel 1630 se llevaban en toda Francia.
Así pues, yo continué mi trabajo pasando el vino tinto de un gran bidón de roble, igual que la madera de mi posada, pues  quería que fuese la mejor,  a unas copos de cristal Veneciano que tanto me habían costado.
Al momento se giró y me miro y sin postulados me dijo
    - ¿Y no será que  van todas desnudas y con los lacítos en sus muslos? 
   - ¡No,señor, no en mi posada, no¡ aun siendo de la alta nobleza no les hubiera permitido entrar así -ya no me gustó nada su comentario.
   - Bien, bien, no se enfade, pero ya le digo que a veces los sentido nos engañan, y no es lo, que creemos  que vemos, venga, póngame otro vaso de vino.
Me giré y me fui directamente hacia el bidón del vino y un tanto tembloroso y  volví con éste.
   - Ummmm, bueno, si señor, ¿cuantos llevamos? 
   - Dos señor, le contesté. Por su vestimenta, sus  maneras, su vocabulario y educación allí permanecía escuchando sus tonterías inmensas, sino le hubiera dado la espalda ya.
    - ¿Seguro?
    - Si, Señor, tengo la fortuna de que instruyeron en la aritmética, mi padre, para llevar los negocios.
   - No  me mire así, posadero, ni va a ser Usted ni el último ni el primero a quien la razón engañe
Tantas dudas y preguntas me estaban incordiando. Pero ¿qué tenía en su cabeza  este caballero?, ¿en qué estaba pensando?, ¿a donde quería llegar dudando de todo lo que le rodeaba?
En el otro lado del recinto vio a un conocido al que se acercó a saludar .
Yo, un tanto aliviado me apresuré a preguntar a los demás clientes si querían algo más. Volví a la barra y aun estuve un largo rato observando  la curvatura del humo que enhalaban las pipas de las hierbas asiática recién traídas para ellos y su tabaco hasta que el caballero volvió. Y directamente me dijo:
   - Mi nombre  es Rene, Rene Descartes y ¿el  suyo?
   - Andrè Señor.
   - ¿Ha dormido bien esta noche?  y ¿ya se a despertado? -aquello ya fue demasiado, apoyé mi cabeza entre mis manos  le dije:
  - Señor, señor, por favor ¿dónde quiere usted llegar?, tengo muchos clientes que atender:
  - Déjeme que le diga que no hay diferencia alguna entre la sensación  de realidad de esta  situación y  la de los suenos que haya tenido esta noche. Piénselo, piénselo
  - Rene, me dijo. A la iglesia  voy todos los domingos a pedirle a nuestro  Dios que me de claridad en mis pensamientos y acciones y me permita llevar bien mis negocios y mantener a mi familia. Nuestro Dios no permitiría estos engaños.
Me miró profundamente, la palabra estaba en su boca, la expresión en sus ojos y la continuidad en el puno apretado encima de la barra. Se acercó por encima de la barra a mis orejas y me dijo en voz baja
   - Y si este Dios quiere engañarte también, ¿a donde se nos va la verdad?
Me separé de él. Eso era un sacrilegio. Por decirlo te mandan a la hoguera pero por escucharlo también. Mi destino ya estaba determinado en el caso en que nos hubieran oído, así que seguí la conversación y le dije
  - ¿Donde quiere llegar Rene?
  - A dudar de todo y buscar una verdad total y, en el caso que la haya, estudiar su forma. Que si los sentidos, que si mi razón, que si mis sueños, que si un Dios maligno !qué hay de lo que no pueda tener ninguna duda¡
Se retiro unos pasos hacia atrás y me observaba fijamente desde la distancia. Los dos pensábamos. Bueno él no sé, pero yo si y como tal se lo dije
  - Mi extraño intelectual, mi educado burgués, mi culto y sabio cosmopolita Parisino. Mirándolo y pensándolo estoy, y esto no me lo niegue señor, no me lo niegue. No le puedo contestar a todas sus dudas pero que estoy pensando en ellas y ahora, no.
 Sus ojos se abrieron tal y cual los platos de mi cocina, las manos las subió a a cabeza y las apretó contra esta y abrió la boca sin emitir ruido alguno. Yo continué y le dije
  - Señor he de mantener a mi familia, somos humildes, por favor no cuente a nadie mis palabras, ni las suyas en esta conversación. Me hacia gestos afirmativos con su cabeza pero no estaba allí. Saco muchas mas monedas de las que me debía  las dejo delicadamente en la barra
   - No se preocupe, mi ya sabio amigo, solo comentaré el vino exquisito que usted tiene aquí y recuerde Cogito ergo sum gracias, gracias exclamo. Sabe, sin dudarlo, que está porque piensa, ¿no?
   -Bueno no lo quise decir así. Señor, no tengo su formación, no le entiendo totalmente. No tengo su sabiduría, pero sí, eso es.
  - Andrè, la formación te puede ayudar a comprender, pero la sabiduría se alcanza observando.
Me sonrió muy amistósamente, se acabo de un trago el vaso de vino y salió  con la cabeza bien alta por el pasillo central. y dos veces se giro señalándome con el dedo. Extraña persona, aun tengo curiosidad. Ocupando mi tiempo, rodeado del roble envejecido, a pulir en las paredes y a cuidar así también en los bidones para que mezan a mis vinos, me preguntaba que haba sido de él. Rene Descartes que me dijo Cogito ergo sum. Aun sigo sin saber, ya muchos años después que significaba.


LIEBNIZ EN LA VERA DE LA MONTAÑA


  Andaba con la cabeza baja recorriendo con la mirada las piedras que encontaba en su camino. Escuchaba con interés al maestro pero no creía sus palabras 
- Pero señor,  qué me dice usted, de verdad piensa que vivimos en el mejor mundo posible?
               Liebniz apenas levantó la cabeza. Era un hombre agradable,   relajado,
tranquilo. Decía que para pensar bien había que hacerlo despacito y vivir, en consonancia también. la vida le había llevado por toda Europa, dándole pensamientos y alejándole de posturas que no quería procesar.
- Entonces, Andrés, me dices que tu crees en un mundo que fuese mejor   que el que tenemos?
- Sí, contesté rápidamente.
- Como cual -insistió.
- Uno en el que no existiera la muerte.
- Entonces qué sentido  tendría vivir
- Bueno, pues qué el mal no estuviese en nuestra cabeza.

- Entonces tampoco existiría el bien, pues la opción del mal habría sido totalmente descartada.
                    Sí, entendía su razonamiento pero me seguía hundiendo en la incomprensión. Se paró y comenzó a dibujar unos puntos en la tierra, repartidos totalmente al azar. Se inclinó, y con pausa se acerco a mis oídos y me dijo
- hay algún orden con lo que lo he realiza?
- No - le dije, los has marcado como has querido.
                 Al contestarle esto, me apartó de los puntos, dibujó sobre ellos un eje de coordenadas, se giró y me dijo
- Baja al rio y refréscate con calma y luego vuelves con despacito.
                  Cuando comencé irme, vi como se separaba unos metros, se sentaba en un viejo tronco y con la cabeza entre sus manos hundía la mirada en el dibujo.
                   En el momento de mi vuelta estaba en la misma posición, me volcó la mirada y me dijo
- Si sacamos una integral dentro de las funciones elevada a la potencia misma del punto anterior encontraremos la posición exacta del próximo número. Estas operaciones, esta formula que te he contado es la mejor manera de relacionar todos los puntos. Es una ecuación  y sus condicionantes que lo consiguen darle orden y razón. Entendí el motivo pero necesitaba preguntarle.
- Y esto que tiene que ver con la necesidad de la vida?
- Andrés, cambia cada punto por un hecho, sea cual fuere en el mundo, busca una ecuación que los conecte todos de la mejor manera posible y tendrás a la vida construida.
-Y la libertad?
- La libertad,querido y joven amigo, es lo que hace posible y necesaria la ecuación, pues le da una razón de estar allí  a cada uno de esos puntos. Vivimos en la mejor posibilidad de existencia.
                     Ciertamente no acabé muy convencido. Que me dijese que este mundo era la mejor combinación que Dios pudo hacer, me constaba entender .
                      Nos despedimos en la cumbre de la montañita, pues su casa y la de mis padres estaban cada una a una vera. Lo vi alejarse, despacito, tranquilo, sosegado. Me había quedado impresionado de su capacidad para relacionar entre ecuaciones, integrales y geometría todos los puntos constitutivos, pero que lo que entendemos como vida sea esta mejor realización entre todos los componentes que conocemos y que si cambiasemos alguna variable la vida no sería posible como tal, no acabó de convencerme. Imagino que fue porqué nunca quise encontrar un orden geométrica de la realidad.



RAFAEL Y LA ESCUELA DE ATENAS



Mañana partía Aristóteles a las tierras de Macedonia, allá donde nació y vivía su familia. Se iba a comenzar la educación del hijo de Filipo II, Rey con ansias de reorganizar todo el mar Egéo y sus alrededores.
Salían paseando los dos, Platón y Aristóteles bajo el arco de la puerta principal.
Platón ya acusaba, al menos en la manera de actuar sus años de cercanía a la vejez. Caminaba despacio, con su alma tranquila también, y quizás un tanto encorvado. Tenía la vista fija en Aristóteles, más alto y enérgico, el cual hablaba con mucha potencia pero con mucha compostura y formalidad.
      - Platón, Maestro, ¿donde situaremos a los supuestos universales que nos dan inteligibilidad a las cosas?, ¿donde colocaremos estos referentes que nos has enseñado y que dan validez y entidad a las imperfecciones terrestres?, ¿donde?
       - Aristóteles, mi alumno, no trates de limitar la realidad a este mundo material que te rodea y ves más allá. Tenemos una referencia y estas ideas referentes son realidades también. La situabilidad espacio-temporal es una imposición de las ciencias prácticas y no de la verdad.
Aristóteles quedó cabizbajo pensando y calibrando sus palabras. Sabía que era su último día en compañía de aquel hombre sabio y decidió dejar el tema que tanto les había producido disconformidad en estos últimos años.
         - Aristóteles, yo quiero pasar el resto de la vida que me queda aquí, en Atenas, la ciudad que me ha visto nacer y espero que me deje morir en ella, pero ¿y tú?, ¿qué piensas hacer?
         - Mire, Maestro, me llaman de mis tierras. Me voy a educar, al que será, más tarde o temprano el heredero de una gran fuerza. Alejandro tendrá mucho poder y tengo esperanzas en darle una buena educación.
         - Ahh!, amigo, veo que ahí si que has aprendido y asumido mi educación. Todo se educa y aprende. la comprensión de la realidad, valores, conocimientos, posibilidades y fundamentos, nacen con los individuos pero bajo una capa de lodo y barro cogido del suelo de la materia allá cuando naces. hay que limpiar estas fronteras y con la educación obtener a los ciudadanos que son, todos, los bien educados. La polis, la ciudad, es el estado y aquí hay que preparar a las personas para que vivan en este.
         - Sí, sabes que sí, que me encuentro totalmente de acuerdo con Usted en que la educación es la base para toda construcción social, pues cada uno tenemos unas características determinadas, unos límites naturales y unas posibilidades esenciales  y esto hay que sacarlo a flote con la educación. Eduquemos en la convivencia social.
Apenas tres metros por detrás caminaba un esclavo Dórico, Espartano que hablaba perfectamente griego y su madre fue Jónica del Asia menor y le había criado en esta lengua.
Y entre sus pensamientos meditaba - qué perdidos están estos dos hablando de elementos que no existen, que no son. Mi padre les hubiera mostrado lo que lleva al mundo adelante. Esto no fue jamás la educación, sino la disciplina. la realización correcta de las acciones no implica la comprensión de ellas para su realización, sino el respeto que habrá que tener a las leyes que dirigen la Polis o imperio. Abandonar la idea de la educación como piedra angular y elemento conformante de la convivencia social y buscar más la disciplina.
Los tres continuaron andando por la colina hacia el puerto.
Durante un largo tiempo allí estuvieron hablando cara a car el maestro y el alumno a sabiendas que éste seria el ultimo momento y aquella la última relación que probablemente iba a tener.
           - Espero que sepas dejar tu saber científico a un lado y mires más las inquietudes tanto sociales como personales de los ciudadanos.
           - Lo intentaré, Maestro, casi tengo acabada una teorías social que voy a pasar a los copistas. Señor, Usted me abrió los ojos y me hizo pasar de las individualidades efímeras y alzó mi vista hacia estas características compartidas y universales.
Se rieron quizás un rato más hasta que se dieron un fuerte abrazo, con sinceridad y respeto.
Tristes se separaron. Aristotelismo menos, pues una nueva aventura comenzaba, Platón más, pues su alumno más brillante se iba.
Tras la última mirada iniciaron caminos diferentes.
             - Amo -dijo el esclavo, ¿por qué buscan hallar estas universalidades?,¿la existencia de la entidad universal, no puede ser consecuencia de nuestra potencialidad de encontrar un canon similar de semejanza, creado por nosotros nomas para entendernos y hablar?
Se paró, se giró y miró fijamente al porteador y le dijo
             - ¿tu padre y madre fueron Jónico y Dórico?,¿no?
             - Si.
             - Se te nota en el comentario, esta noche te lo explico. El saber no tiene fronteras ni ningún tipo de impedimento para compartirlo.
 Oscuro estaba cuando llegaron a casa, cenaron cada uno donde le correspondía y poco después, mientras el esclavo les daba follaje a la caballería, Platón continuó escribiendo.


EL MONASTERIO Y LA RAZÓN



Aquel monasterio estaba a punto de derruirse.
             Tenía sólo 500 años, pero había sido quemado y saqueado en varias ocasiones durante aquel último siglo.
             Era un viejo Franciscano, viviendo en la pobreza por voluntad y por hecho, el que estaba dentro de la ya maltrecha y pequeña librería donde y a plena fuerza de sus ojos, pues apenas habían unas velas alumbrando todo el recinto, desmenuzaba los muy pocos papiros que allí le quedaban. Se había prometido llegar a Dios desde su razón. Había estudiado a ciencia cierta y mucho esfuerzo e interés a Santo Tomas, el gran padre de la escolástica y los caminos para justificar a Dios con la razón. No quería seguir a Santo Tomas porqué creía de él que había utilizado demasiado la teoría Aristotélica y la búsqueda de Dios de una manera racional en su creación, debía de ser reflejada en muchos aspectos.
              Era por la mañana cuando sonó la campana del viejo edificio. Marcos llevaba ya despierto desde la salida del sol siempre. Casi no tenía necesidades y el pueblo de abajo, con unas ceremonias religiosas, la proporcionaba un mínimo sustento, de aquí que su relación con el exterior fuera prácticamente nula. Desde el patio interior, del pasillo de la oración bajo a la corroída puerta principal a abrir al visitante. Cuando abrió,  su sorpresa fue relativamente grande.
              Marcos vivía en el centro Europeo en el cual estaban viviendo plenamente la edad media alta. Comunicación nula, teocracia e inseguridad. Las visitas eran, en muchas ocasiones, malas. Pero le abrió. Era joven, burgués, con un sirviente y dos buenos caballos. Así pues y sin más le dijo.
                - Señor, me perdí ayer en el camino hacia Austria y ya se nos ha hecho tarde y necesitamos descansar y nos gustaría hacerlo detrás de la protección de los muros de tu monasterio, a cambio de un dinero.
                Marcos sonrió, le invitó a pasar y les dijo:
                - Afortunadamente para todos, los franciscanos no cobramos por nada.
                 Aquella noche sí que trajo algo especial. Los visitantes llevaban buenas provisiones, de las que, con mucha moderación como con todo, Marcos disfruto desde su voluntaria abstinencia diaria. Tras la cena, Marcos, como buen Franciscano, les invitó a rezar con él, en la pequeña ermita del patio central.
                 - Señor, le dijo, este hombre joven, mis maneras religiosas no tendrán nada que ver con las suyas. He visto los rollos y papiros de Santo Tomas repartidos por las mesas y respetando mucho a ese gran pensador discrepo en su elemento principal.
                  Marcos llevaba unos quince años estudiando, comprendiendo, trabajando los principios de Santo tomas y su posible bifurcación en otro campo más lejano a Platón. Su sorpresa fue alta, pues a su abandonado monasterio de aquellos únicos visitantes anuales, uno era aquel.
                    - Y ¿cómo sabe nuestra disconformidad, Señor?
                    - Porqué Usted trata de confirmar la existencia de Dios utilizando la razón. Demostrar y justificar.
                    - Enfrentado a Usted, me dice, vale, es que ¿usted que cree?
                    - Yo creo en el mismo Dios que usted, pero yo sólo puedo llegar a través de la fe. No tratemos de justificar ciertos elementos con la razón pues con ella no tienen ningún sentido. Ciertos dogmas y premisas religiosas son injustificables por la razón. Somos demasiado pequeños para explicar la universalidad e infinitud.
                     - Y digo yo ¿tiene miedo a definir el bien o el mal por el miedo a sentirse mal calificado y lejos de lo que quería estar?
                     - Ah, no, Marcos, y empezaré diciéndote que el bien y el mal son dos características que Dios ha querido dar a unos elementos. Que son dos palabras vacías de contenido significativo. Son dos conceptos invisibles que Dios lleno de conceptos. las palabras no son nada, los conceptos se nos vacían de contenidos y se quedan en nomas que referentes.
                      - Mi Dios si que tiene referente y sentido y tiene mucha racionabilidad todo lo que Él nos dijo - le contestó ya con cierta molestia
                      - Le respeto mucho y alago se pobreza de espíritu y la ayuda a los demás, pero deje la razón para otros asuntos y a Dios limitémonos a sentirlo.
                       En la intimidad de la sala central y al lado de unos pequeños troncos, ambos siguieron discutiendo, con gran amabilidad pero intensidad problemas concernientes a la teología hasta bien entrada la noche.
                       Amanecía, cuando salía el franciscano y el visitante ya estaba sobre su caballo, esperando muy pacientemente la salida del hermano.
                       - Ya se va, como me dijo.
                       - Sí, padre, recuperada la orientación me dirijo a mi destino.
                       - ¡Lastima que no pudiese ayer reconducirle! - rieron los dos al unísono.
                       - Padre Marcos, mi creencia es tan grande como la de Usted, pero me resisto a creer que llegaremos a su comprensión con la razón, la cual es limitada.
                        Se acercaron y se dieron un sincero apretón de manos a la par que intercambiaban sonrisas. El hombre del caballo ya estaba saliendo por lo que quedaba del arco central de la puerta cuando el Padre Marcos le pregunto.
                         - Señor, válgame Dios que no se todavía su nombre
                         - Fallo mio por no presentarme supongo que por la intensidad y gozo de la conversación. Mi nombre es Occam, Guillermo Ocamm.
                         Con un suave y rítmico movimiento a las bridas, puso en marcha a su rocín, mientras el fraile franciscano se quedó fijamente mirándolo al alejarse. Tenía tiempo, mucho tiempo, para analizar, estudiar y comprender sus palabras. Pero, complicado, pues la razón es el instrumento de comprensión y control. No quedó muy convencido de esta última afirmación y corriendo volvió a la biblioteca.



PASEANDO CON MARX



Caminando estábamos por un miserable barrio de trabajadores en las afueras de Londres a finales del siglo XIX.
Marx iba vestido con una ropa vieja y caminaba con el cuerpo abatido de muchas guerras contra el mundo, en Europa, tanto el continente como las islas.
Pensativo andaba y al final de cada frase me miraba. Tenía una mirada profunda y quizás un tanto melancólica de haber teorizado y luchado por lo que cada vez se le antojaba como más imposible.
- Maestro – le dije, pues a mi me gustaba y a él también, ¿qué motivación tendrá el supuesto empresario en la realización de sus ideas si le quitamos la plusvalía del beneficio producto del tiempo e interés por éste puestos?
- Tu pregunta – me contesto sin apenas hacer ningún aspavientos, está condicionada por la incomprensión de mis palabras. El trabajo del obrero es parte integrante con la misma validez que cualquier otra cuestión que el objeto en sí y éste debe de pagarse no con un salario, sino con uno tanto por ciento mensurable, medible y proporcional con su venta.
- Pero, escondidos en la totalidad, ¿tendrá el individuo interés en el buen funcionamiento del proceso?
Paró, levanto la cabeza y suspiró.
- Sabes, Andrés, en la naturaleza humana es donde su hunden las teorías. La propia lucha de clases en la búsqueda de su ruptura con el monopolio burgués, se pierde en la propia capacidad para actuar de la manera altruista que el comunismo que os propuse en “El Capital” con Engles. En el paso del socialismo con el estado centralizado, hacia la difusión del poder propia del comunismo que os propongo, a medida que envejezco, se me va haciendo mas difícil de atreverme a asumir. La naturaleza humana me persigue.
Aun en este ritmo y sedante propio que ya llevábamos, era un hombre con un gran poderío mental y siempre encontraba, más adelante, salidas airosas a las propias dificultades que el proponía.
- Mira, la solución se me antoja difícil por la esencia humana, lo que si se me presenta como injusto e imprescindible subsanar es la concentración de poder para unos pocos burgueses. Nosotros somos los que le damos valor al producto con nuestro trabajo y éste no se reparte. Siempre hemos tenido unas clases dominantes y otras trabajando para ellas !busquemos la igualdad de poderío social!
- Y aun no siendo poder económico, sino sólo poder, ¿crees que los ciudadanos lo ejercerán responsablemente sin acumulación, en la búsqueda de un bien común?
Volvió a pararse y subió sus curtidas manos hacia su alarga, blanca y frondosa barba, acabando por acariciarse los últimos cabellos de su también larga melena.
- Eso es lo que me da miedo. Que en un futuro en nombre de todos los trabajadores propios de un país una persona se alce con todo el poder y oprima a todos aquellos que no lo compartan. Ahí tengo mis problemas. La ambición económica o de poder son unas malas compañeras y las personas no hacemos más que contagiarnos por ellas.
Allí nos despedimos. Marx, sabía que jamas volvería a su tierra, Prusia, pues sería despreciado y juzgado. También sabía que sus escritos moverían el mundo en un futuro, pero ahora no eran mas que perseguidos, rebatidos y condenados.
Se iba a su casa donde estaba su mujer y donde encontraba aquel único lugar donde no tenía la necesidad personal de exponer sus pensamientos.
En la esquina donde nos separábamos encontrábanse una familia de trabajadores de las fábricas textiles de las rodalias de la gran ciudad. La mujer esperaba a su marido con una sopa de ajos mojadas con pan duro y rodeada de niños que probablemente, otro día más, no verían a su padre, pues trabajar 16 horas diarias impedía verlos por la mañana y al anochecer.
En mi conversación con Nietszche también me había hablado de lucha de clases, con Marx, mucho más explicito también y volviendo a casa me fui planteando la solución y concluyendo que no hay ninguna solución científica a la humanidad. Sólo será llevable baja unos principios Éticos educados.



LA LIBERTAD EN EL CAFE



Sus risas se escucharon en todas las partes del café. La música enmudeció ante ellas. Apoyado en la barra con sus dos codos, escondía la cabeza entre las palmas de las manos y mientras se carcajeaba me dijo
- A ver Andrés, entonces me dices que en la actualidad somos libres ¿no?
- Si, esto te digo y afirmo, amigo
Teníamos la costumbre de reunirnos los Jueves a la salida del trabajo. El diseñaba, yo imprimía. La editorial iba bien pues imprimíamos libros de calidad, que no eran sustituibles por técnicas modernas de lectura pues el valor no estaba sólo en el contenido, sino en el objeto, el libro en si. Eramos afortunados pues en asuntos laborales todo andaba viento en popa. Quizás era por ello que teníamos menos miedo a hablar sin complejos.
- Mira Andrés, la información que te llega esta seleccionada y te produce una visión viciada de la realidad.
- Pero compañero, yo leo o no leo lo que se me antoja
-Si, de acuerdo, pero aquello que puedes elegir esta enfermo por una decisión terminante anterior ya hecha.
Siempre había sido aprensivo a las opiniones colectivas y era un tanto misantrópico. Era un magnifico compañero, pero difícil de tratar si no lo conocías. Nuestras opiniones contrarias discutidas con paz pero adversidad, nos había unido.
- ¿tú crees que la suma de los periódicos actúan bajo el signo de la libertad de opinión cada uno de los periodistas que en el participan?, ¿crees que la elección de los comentaristas está en función de su calidad?, ¿crees que hay inocencia y pureza informativa?, Andrés.
- Pues no, pero es evidente que las ideas del dueño salgan por algún lado.
- Bien, error mayúsculo, pues la información debe tener el principio de ser absolutamente aséptica y desinfectada de inclinaciones personales.
- Bien, pero a sabiendas de la inclinación personal, puedes ser mas objetivo.
- No, pues siquiera es una decisión intelectual. Es un movimiento controlado por fuerzas de poder enajenadas y externas a la información en si y por si.
- ¿Utilizadas?
- Si, no te quepa duda. Grandes corrientes de información potenciadas por diferentes poderes que buscan cualquier otro objetivo mas que dar, información pura y dura.
El camero del bar ya nos tenía ampliamente calados, nos conocía, sabía de que pie cojeábamos y siempre, pero siempre prestaba atención a nuestras conversaciones. No leía, al menos en publico, los periódicos que tenía en el bar. No llegaba hasta mi compañero, pero tampoco se creía , me dijo alguna vez, nada.
- Y sino, amigo Andrés ¿cómo puede ser que la información de los acontecimientos del día pasado sea contradictoria?, ¿cómo puede tener tantas vertientes interpretativas lo mismo?, ¡sal del engaño!, no compres el periódico pues piensa que todo, pero todo, son opiniones interesadas. La objetividad, ¡Dios me libre! Ya no existe, se perdió ante el primer discurso público.
- Bueno, pero también puedes comprar libros de opiniones que te dan perspectivas correctas.
Volvió a sonreír y me echo una mirada de melancolía y benevolencia ante mi supuesta inocencia.
- Piensas que algún momento hay otro elemento de decisión a la hora de publicar cualquier libro que no sea aquel que te lleva hacia el lugar donde los mass media ya te han llevado?
Pensaba que se equivocaba o al menos que exageraba, pero y sin embargo sus palabras atrapaban mi interés y esto me hacia dudar de mis decisiones y conclusiones. ¿Cómo era posible tal disparidad de opiniones sobre las cosas?, ¿tal fuerza divergente encontramos en nuestra visión?, ¿ser calidoscopio es un defecto de las personas?
- Pero, ¿cómo conseguir la objetividad?, ¡cómo haberme una idea no influenciada por diferentes elementos de la realidad?, sácame de las dudas donde me has metido.
- Sí, te lo voy a decir. Autodeterminación, autosuficiencia inmunidad y sobrepotencia sobre tu mundo circundante.
- ¿y me voy a vivir en una cueva para bajar al pueblo a nomas que comprar pan?, Compañero, las personas somos por naturaleza sociables aun que esto nos cueste vivir bajo nuestras diferentes opiniones. Siempre has sido seguirás siendo Nietszcheniano.
Reflexivo le deje bajo estas ultimas palabras. Pensativo y mirándome calibraba su respuesta y me dijo
- Aristotélico eres y así te morirás. La naturaleza humana sólo nos llevo a vivir en el colectivo por supervivencia de la especia. Darwin ya te explico que los genes que se transmitieron fueron aquellos que mantenían la cercanía para en equipo matar Mamuts, pero de ahí a que nuestra esencia es necesariamente social hay un trecho. Sácame de las muchedumbre y de las influencias que la gente con poder tiene sobre ella,
Entre los cafés continuamos la apasionada discusión que acabó sin ningún acuerdo, pero con una gran satisfacción de ambos.
Era un tanto grueso y movía las caderas balanceándose de un lado al otro. Tenía la cara algo gordita y una sonrisa muy agradable. Cuando maldecía al mundo, nunca sabía si lo hacia con la mente o con el corazón, si con cinismo o sufrimiento, me era realmente difícil interpretarlo.
La diferencia trae riqueza, que nadie lo dude.
Recogí mis utensilios, pague el poleo y le dije al camarero
- Nunca cambiará mi compañero -y el me dijo a mi
-Yo, Andrés, espero que no lo haga y escuchale pues que cerquita esta de la verdad, mi querido y distinguido cliente.

Riéndome salí del bar

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