Somnoliento por la belleza de la
razón, no soy consciente que me embarco en un callejón sin salida.
La razón engaña y es una trampa.
Las construcciones impolutas y
acabadas no valen más que para contemplarlas y regocijarse de la
belleza en su perfección.
Lo racional se convierte en un colchón
que apenas nos permite dormir en el engaño.
Perdido entre las diferentes
cosmovisiones razonadas, demostradas, concluidas y justificadas
siento que no tengo nada y que sigo flotando en los engaños de lo
concluso.
Mi pensamiento trata de alcanzar a
aquello que jamás tendré una razón segura de la veracidad de las
afirmaciones.
Disfruto razonando, me obnubilo
deduciendo, pero cuando acabo no tengo nada más que el disfrute. La
filosofía no es un juego y debe de ir algo más allá.
Debe de producir avance.
Y es entonces cuando salto a lo
irracional.
Es lo impulsivo, intuitivo,
experiencia, práctico e inconcluso.
Es la constante construcción fuera de
los atriles distantes y más cercanos a la naturaleza de nuestra
entidad.
Es la pasión ordenada.
Es la cercanía de mi naturaleza a mi
mente comprensiva.
No nombro autores por no ser injusto,
pero algunos tienen unos razonamientos necesarios, unas
conclusiones directas, unas cosmologías definitivas, sociologías
completas y una ética consecuente que no provocan en mi más que la
distancia entre lo razonable y la realidad. Sin embargo, leo a otros,
y desde la pasión y la voluntad, se aproximan más a mi esencia sin
dejar de tener orden y realidad, pero sin construir una visión
trascendental que supere nuestra capacidad de asimilación.
No caminemos hacia donde nos perdemos
entre las nubes de los pensamientos.
Razonemos pero con los pies en el
suelo.
No hablemos de la esencia etérea de
nuestra existencia y debatamos sobre este primer impulso encontrado
ante ciertas situaciones.
Si lo racional, lo entendemos como un
camino marcado por la necesidad deductiva que enlaza necesariamente
de un elemento al otro hasta llegar a una situación final, no puede,
entonces, ser aplicado para encontrar un elemento significativo y
explicativo en la naturaleza humana.
Los filantrópicos, admiramos
demasiado al ser humano, como para embotellarlo y estudiarlo en la
estantería de los acontecimientos.
Me canso de participar en la acción
de los filósofos que contemplan la realidad desde la altura de la
especulación tras la observación.
Con las personas no se hace ciencia.
Pienso que la intuición es el
elemento más correcto para distinguir y establecer aquello que sea
visto como bueno o como malo.
La justificación teórica del sistema
no produce nada.
La injusticia tras la justificación
racional del sistema, sigue ahí.
Lo sentido como injusto, lo intuido
como tal, es una manera más infalible de funcionar.
Una aglomeración de sentimientos e
impulsos manejados a grandes rasgos por la mente, es decir, las
personas, no podremos encontrar una explicación concluyente y
definitiva sobre nosotros.
Son las emociones y la pasión.
Es la locura en el orden.
Es el individuo que vuelve.
Al ver que te quedas parado en las
discusiones en el autobús de la historia de la filosofía, piensas
en bajarte en la próxima parada.
La intuición sobre el asunto, no lo
razona ni describe, si no que siente como tratarlo y actuar.
Y voy por la calle, y cojo el metro, y
el orden impoluto de los autores se me cae en la última vía del
último nivel.
Sin embargo, aquellos que me han
razonado sobre nuestra pasión constitutiva, florecen en mi mente
cuando navego por entre la realidad.
No hagamos mundaneidades que no nos
permiten sentir en sus dimensiones la vida pero tampoco salgamos del
mundo buscando un sentido que jamás nos dará nada.
Busquemos una razón de ser que
aparezca sin más razón que su búsqueda.
Será un acto racional pero no
construido desde el engaño de la necesidad de hacerlo.
No denuncio a la filosofía, no ataco
a la filosofía, yo la practico, pero no nos alejemos de una realidad
primera, intuitiva y nos vayamos a unos confines que la gente ni
comprende, ni quiere.
Constrúyeme un sistema social justo,
pero no te vayas a mis vertientes como persona para justificarlo.
Hazme ver lo bueno.
Hazme sentir lo correcto.
Hazme Filosofía de ir por casa.
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