martes, 4 de marzo de 2014

FILOSOFÍA DE IR POR CASA


Somnoliento por la belleza de la razón, no soy consciente que me embarco en un callejón sin salida.
La razón engaña y es una trampa.
Las construcciones impolutas y acabadas no valen más que para contemplarlas y regocijarse de la belleza en su perfección.
Lo racional se convierte en un colchón que apenas nos permite dormir en el engaño.
Perdido entre las diferentes cosmovisiones razonadas, demostradas, concluidas y justificadas siento que no tengo nada y que sigo flotando en los engaños de lo concluso.
Mi pensamiento trata de alcanzar a aquello que jamás tendré una razón segura de la veracidad de las afirmaciones.
Disfruto razonando, me obnubilo deduciendo, pero cuando acabo no tengo nada más que el disfrute. La filosofía no es un juego y debe de ir algo más allá.
Debe de producir avance.
Y es entonces cuando salto a lo irracional.
Es lo impulsivo, intuitivo, experiencia, práctico e inconcluso.
Es la constante construcción fuera de los atriles distantes y más cercanos a la naturaleza de nuestra entidad.
Es la pasión ordenada.
Es la cercanía de mi naturaleza a mi mente comprensiva.
No nombro autores por no ser injusto, pero algunos tienen unos razonamientos necesarios, unas conclusiones directas, unas cosmologías definitivas, sociologías completas y una ética consecuente que no provocan en mi más que la distancia entre lo razonable y la realidad. Sin embargo, leo a otros, y desde la pasión y la voluntad, se aproximan más a mi esencia sin dejar de tener orden y realidad, pero sin construir una visión trascendental que supere nuestra capacidad de asimilación.
No caminemos hacia donde nos perdemos entre las nubes de los pensamientos.
Razonemos pero con los pies en el suelo.
No hablemos de la esencia etérea de nuestra existencia y debatamos sobre este primer impulso encontrado ante ciertas situaciones.
Si lo racional, lo entendemos como un camino marcado por la necesidad deductiva que enlaza necesariamente de un elemento al otro hasta llegar a una situación final, no puede, entonces, ser aplicado para encontrar un elemento significativo y explicativo en la naturaleza humana.
Los filantrópicos, admiramos demasiado al ser humano, como para embotellarlo y estudiarlo en la estantería de los acontecimientos.
Me canso de participar en la acción de los filósofos que contemplan la realidad desde la altura de la especulación tras la observación.
Con las personas no se hace ciencia.
Pienso que la intuición es el elemento más correcto para distinguir y establecer aquello que sea visto como bueno o como malo.
La justificación teórica del sistema no produce nada.
La injusticia tras la justificación racional del sistema, sigue ahí.
Lo sentido como injusto, lo intuido como tal, es una manera más infalible de funcionar.
Una aglomeración de sentimientos e impulsos manejados a grandes rasgos por la mente, es decir, las personas, no podremos encontrar una explicación concluyente y definitiva sobre nosotros.
Son las emociones y la pasión.
Es la locura en el orden.
Es el individuo que vuelve.
Al ver que te quedas parado en las discusiones en el autobús de la historia de la filosofía, piensas en bajarte en la próxima parada.
La intuición sobre el asunto, no lo razona ni describe, si no que siente como tratarlo y actuar.
Y voy por la calle, y cojo el metro, y el orden impoluto de los autores se me cae en la última vía del último nivel.
Sin embargo, aquellos que me han razonado sobre nuestra pasión constitutiva, florecen en mi mente cuando navego por entre la realidad.
No hagamos mundaneidades que no nos permiten sentir en sus dimensiones la vida pero tampoco salgamos del mundo buscando un sentido que jamás nos dará nada.
Busquemos una razón de ser que aparezca sin más razón que su búsqueda.
Será un acto racional pero no construido desde el engaño de la necesidad de hacerlo.
No denuncio a la filosofía, no ataco a la filosofía, yo la practico, pero no nos alejemos de una realidad primera, intuitiva y nos vayamos a unos confines que la gente ni comprende, ni quiere.
Constrúyeme un sistema social justo, pero no te vayas a mis vertientes como persona para justificarlo.
Hazme ver lo bueno.
Hazme sentir lo correcto.


 Hazme Filosofía de ir por casa.

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