Alejemos a la filosofía del puro
ámbito del divertimento y disfrute.
Apliquemos al este arte del
pensamiento una utilidad.
Su placer no me llenaba al sentir que
no producía, ni a mí, ni al mundo, ningún avance positivo.
El avance personal y construcción
propia es un elemento inherente y formador de cualquier acción
intelectiva y cultural, y más, si es filosofía o historia que te
lleva a la reflexión sobre tu naturaleza y la de los demás.
Sí, pero la vida no se puede observar
desde la ventana y quedarte en ella viendo pasar los acontecimientos.
La filosofía no sólo tiene que
formarte personalmente, sino que además debe de tener una aplicación
práctica respecto a la construcción de estructuras o entidades que
proporcionen una mayor y mejor relación humana, ya sea en formas de
gobierno, en educación y otras actividades similares vinculadas al
estudio de nuestra propia esencia, variables, componente y supuestas
y difíciles teleologías vitales.
Así pues y veamos
¿qué rango de creatividad o
disciplina habrá que imponer o establecer en los procesos
educativos?
¿a qué edad alcanzaremos la madurez
para decidir sobre nuestro futuro?
¿hasta donde llega la validez en el
tratar con entidades abstractas en nuestros planteamientos futuros?
¿Tenemos un alma, un espíritu, una
entidad metafísica que hay que cuidar y potenciar por su validez y
existencia?
Al punto de la mañana y aprovechando
los primeros momentos del día hasta el comienzo del trabajo
propongo, de manera poco reflexiva, estas cuestiones y dispuestas,
también desde la rapidez del poco tiempo, las respuestas a estas
bárbaras y saltarinas cuestiones que, yo y por ejemplo, planteo.
Los rangos de disciplina y conducción
a la hora del trabajo, han de ser bastante altos. A los niños habrá
que enseñarles todo pues nacemos sin ninguna configuración
anterior. La
capacidad del juicio de cada uno de nosotros es producto de una
correcta educación. No propongo en ningún momento una estructura de
valores y motivos vitales, hablo de una serie de mecanismo y de actos
mentales que faciliten y que provoquen una correcta estructuración y
posible enfrentamiento hacia la problemática.
Ya lo pensé y me lo dije. La edad
sobre la cual se adquiere la capacidad de decisión a altos niveles
estatales, el voto en las elecciones u otro modo de actuación a
nivel colectivo y social, debía de ser, bastante más tardía que la
ahora aplicada. El alcance de una correcta capacidad de juzgar lo
conveniente y oportuno para tu sociedad puede que nunca llegue, pero,
con toda seguridad, cuan más años de experiencia y preparación
mejor será tu capacidad de acertar... ¿18 años?, no, ¡Diablos!,
yo me creí entonces con la capacidad de elección de un futuro mejor
y con el soñaba, pero no sabía ni un ápice de lo que de él fuera
posible y además, un tanto por ciento elevadísimo de mi pensamiento
estaba perdido entre las faldas de alguna mujer de mi colegio, entre
las risas de ese viernes próximo o entre la polémicas del último
partido. Pero no sólo esto me hacia menos competente, si no que
además pienso que me sentó bien dedicarme sobre todo a eso con mis
18 añitos.
La tercera cuestión habla de las
entidades abstractas y concretas en este asunto. ¿Hasta que punto
hemos de actuar desde las intenciones o sino desde las realidades?.
Parece una pregunta solucionable desde la unión, pero no es así. Si
actuamos con unos planteamientos anteriores a la realidad e imponemos
sobre ella unos objetivos, realizamos una acción totalmente
diferente si observamos lo que hay y vemos, más tarde, como
solucionarlo. Galileo empezó el empirismo, la física, la ciencia
empírica, la inducción; vemos lo que hay y operemos sobre ello.
Newton, afirmó su no intención de aplicar naturalezas esenciales de
las entidades, sino describir con términos diferentes (atracción
entere los objetos) unos fenómenos observables. Así pues tenemos
dos aptitudes. Estudiemos lo que hay y simplemente apliquemos una
justicia social en busca del mayor equilibrio económico y falta de
dolor personal sobre lo existente, digamos o busquemos aquellas
cualidades formadoras del ser humano en su esencia y tratemos de
montar unas estructuras idílicas en las cuales se potencien al
máximo estos primeras y utópicas intenciones. Siempre me hundo en
el mar del racionalismo y empirismo. Veamos lo que hay y actuemos o
pensemos lo que queremos y trasformemos la realidad. No me digas que
son dos acciones complementarias, pues llevadas a la necesaria
práctica resultante se distancian y mucho.
La cuarta cuestión que escondida en
mi mente y sin ningún tipo de premeditación, surgida como las otras
tres, en estos primeros momentos del día, sólo ante puestos por una
carrera en bicicleta hasta el trabajo (y se me acaba el tiempo),
resalta el siempre bienvenido espíritu que tan pronto se nos escapa
ante nuestra reflexión. Sí, mi convencimiento sobre él, pero
siempre temblando sobre su afirmación, sobrevuela al sentir el
control sobre tu cuerpo y diferencia entre lo que quieres y lo que
deseas, entre tus pasiones apetitivas y tus intenciones
intelectuales. En aquellos momentos en los cuales siento un lado o el
otro, por su imposición, valido la existencia de la parte derrotada.
Y mi mente se eleva y es capaz de observar, sin sentir se necesidad
la apetencias corporales y me hago consciente de esas dos dimensiones
formativas “Ves, ya está aquí con sus comentarios” -me dijeron
el otro día, con lo que yo pensé inmediatamente lo poco que se auto
observaba el personaje. Si te observas detenidamente, es fácil tener
consciencia de la doble dimensión corporal que surge entre las
apetencias y voluntades que por su diferencia innatas no pueden ser
producto de la misma entidad.
Esto es filosofía aplicada pues te
lleva a un hecho vital.
Sí te hace pensar sobre tu actuación.
Sí te da motivos para hacerlo.
El pensamiento no se pierde entre las
nubes del placer y sublimación y baja a su aplicación obteniendo se
gran y buena dimensión.
El arte del pensamiento como tal no se
pierde hablando y dialogando sobre la resolución de problemas
innatos al funcionamiento humano.
Sigamos disfrutando de la lectura de
los grandes autores que no buscaban más que el desahogo existencial
que destapase el motivo de nuestra existencia, pero no olvidemos que
la necesidad de un pensamiento correcto es evidente para la solución
de problemas primeros.
Cojamos las formas y modos, aprendamos
a pensar correctamente para buscar aplicarlo a la realidad.
Dejadme perderme en la lectura de los
grandes, para construir paradigmas absolutamente diferentes pero con la madurez y efectividad ya
adquirida.
Saquemos a la Filosofía de esa bolita
de cristal, dejémosla de admirar desde lejos y acariciémosla a
manos descubiertas.
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