Mi primera intención era componer
este escrito, haciendo poesía narrativa, donde los melones y las
sandias alcanzan su significado cuando riman con tus amores pero
después me dí cuenta que no, ni podía ni sabía.
Ante estas circunstancias adversas,
decidí escribir con coherencia y conexión en los vientos de los
sentimientos agarrado bien fuerte a la narrativa bien sentida.
Al acabar el escrito, sentí, que una
vez más, habíame perdido entre las sensaciones propias de un alma
calentita en el cacito de la vida.
Así pues y entonces, volví al
comienzo y punto de partida y decidí hacer filosofía con la
temática, hasta que me di cuenta que no podía ser, a no ser que el
tema se marchase de mis manos y corazón y me dispusiera a hacer
Antropología.
Una vez llegado a esto, decidí,
utilizar mi razón en su más puro sentido, es decir, apurando el
significado y la conexión de los términos, pero puestos a hablar de
la imaginación y todo lo que ella significa dejarme llevar por mis
dedos hacia la escritura y así fue como empecé.
Entre las notas de esta música y las
teclas de aquel ordenador, la realidad se me escapa y me invade la
tierna imaginación.
Soñar es realmente fácil y
recompensado.
Pero está mal visto o al menos no se
considera como una virtud conclusivamente buena.
Mi desacuerdo es máximo.
¡Cuanto aspiro a soñar sin descanso!
¡Cuanto disfruto sumergido en la
imaginación, no de lo imposible, pero si de lo poco probable!
A una persona adulta que tenga la
característica y capacidad de imaginar situaciones bucólicas,
resolutivas agradables, suaves, que escapan de la realidad, suelen
recibir adjetivos calificativos, si no de desprecio, sí, al menos,
misericordiosos.
No sé hasta que punto aquellos, los
que miran con dulzura y piedad desde la supuesta verdad de aquel
edificio metálico, saben y creen tener la situación estructural y
teleológica de la realidad.
!Qué me cuentan aquellos que no
sueñan¡
No os imagináis cómo me rio de
aquellos que se atreven a juzgar a otros desde la verdad.
Verdad conclusa, estática,
establecida, con forma y maneras fijas.
Pero ¿no son conscientes de la
inmensa cantidad de verdades únicas e invariables que nos rodean?
El camino cierto de salida es la
capacidad de soñar e imaginar de cada uno de nosotros.
La tierra se me aleja y el sol ya no
quema, sólo calienta con suavidad, cuando, bajo la sombra de las
estrellas me imagino andando en aquel lugar por donde nunca iré.
La vida es un solo viaje y corto y no
encuentro como ningún signo de debilidad la capacidad de soñar,
incluso si me apuran de huir entre ellos de la tosca realidad.
Piensen aquel que pudo pasarse toda su
vida soñando con la felicidad en un mundo mejor y compárenlo con
aquel que jamás pudo salir del circulo cuyo centro fuera su nariz y
lo mantuvo siempre boca abajo frente a la realidad física.
Déjense de mirar con aquellas formas
cuando vean pasar a esa gente soñadora, conocida por todos como tal
y allí, y comiencen a sentir envidia por aquellas personas que no
han perdido la capacidad de los niños de hundir y ahogar el gran
problema de la visión ordenada, inalcanzable, de la vida.
Cuanto más lo pienso más lo veo.
No encuentro ápice de mejoría en
aquel que vive bien colocado en las estructuras más mundanas y este
otro que vive un tanto desplazado entre las olas del mar de sus
sueños.
Si, realmente, hiciéramos cuentas de
las actividades propias y las midiésemos según la interacción que
con ellas tuviéramos para con los demás, vale.
Pero no, ingratos, no hay ni meta, ni
final, ni calificación.
Los sueños producen felicidad aun
cuando volando se van con el amanecer.
Mas vale ser un hombre, en mi caso,
con ganas de soñar y disfrutar de su vida particular que aquel otro
que tiene como objetivo triunfar en medio de toda la totalidad, en
busca de su realización interpersonal.
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