jueves, 13 de marzo de 2014

FUCK PHILOSOPHIE




Entraban los dos con sus pasos al compás, por la puerta de aquel lúgubre pero acogedor café.
Su conversación, como siempre era tremendamente apasionada, rozando en ocasiones la hilaridad en los sentimientos.
Eran la cara y la cruz de las dudas.
El camarero los conocía.
Los apreciaba y cuidaba.
Los consideraba diferentes. Le agradaban.
Aquella tarde, Juan vestía con una chaqueta de pana gris y unos pantalones azules de tela fina. Jamás vestiría, pues no tenía la intención de hacerlo, tal y como se lleva o era considerado estético, y Andrés, con sus vaqueros oscuros y algo apretados, más una camisa clara y sacada del pantalón, sí que sabía muy bien que hacia y como vestía la muchedumbre. Justo lo contrario que hacía.
- Hazme una afirmación, la que quieras – le dijo Andrés y te diré qué tipo de juicio me haces ¡leete otra vez a Kant!
- La filosofía es perder el tiempo – le dijo Juan
- ¿Qué?, ¡leete a Marx en sus originales y entenderás correctamente, el funcionamiento y evolución social¡
- Es el intento de introducir la explicación en la sinrazón.
- No, no, no, ¡huye de tu cuerpo, de tu inmediatez!, ¡teoriza con Platón sobre nuestra alma formadora!, ¿No somos algo más que esta masa corpora?
- Ya sabes que me produce repugnancia teorizar y más sobre entidades abstractas.
- ¡Ten valor, sobrevalorate, huye!, observa el mundo desde lo alto de la montaña.
- Nietzsche tuvo, seguramente problemas de aceptación personal, amigo.
Los ojos de Andrés se abrieron desmesuradamente.
No era un ataque teórico, era un desprecio a los filósofos esta última afirmación.
- Quizás, Juan, Freud te valga de algo, aún a sabiendas de tu postura.
- Mi gran amigo, Freud, no hacia Filosofía, sino ciencia. Y sí, sí que me vale.
Cruzaron sus miradas y después realizaron una gran divergencia, los dos hacia la pared que tenían en frente.
Juan había estudiado Filosofía y tenía varios cursos de doctorado.
Andrés era un gran lector, por ello tenía una grandísima cultura y el estudio de los diferentes filósofos le habían introducido en situaciones de éxtasis intelectuales en la supuesta comprensión última.
- Pero, Juan, qué te ha hecho a ti la filosofía?
- Andrés me he cansado de buscar en ella una verdad que englobe y acoja toda la realidad. Aburrido estoy de estos grandes razonamientos que no me alcanzan mas que a solucionar dudas por los mismos autores puestas.
- ¿Mienten?
- No, en absoluto, pero para vivir, sus reflexiones no valen de nada. He tratado de encontrar en ella un equilibrio que no me dio y un medio de vida que evidentemente y que tú lo sabes, tampoco.
Quizás el tono estaba subiendo más de lo habitual.
Juan enamorado había estado hasta la médula de todo pensador.
Como bañándose en la piscina en un largo y cálido día de verano, había realizado todos sus estudios. Buscando la verdad era feliz. Estaba y cuando se equivocaba, seguía por otro costado. Así, desde el atril, disfrutaba teorizando de la mano de todos. Aristóteles el que más. Pero la vida le dio esquinazo y con todo acabó, muy dignamente, recogiendo l,os tickques de entrada en los cajeros del garaje del edificio donde conoció a Andrés.
Andrés, decidió no cursar ningún tipo de estudios cuando el director de la inmobiliaria vio su gran habilidad para rotular con mucha creatividad la inmensa cantidad de libros que encuadernaban en el quito piso de la editorial. La filosofía la descubrió ojeando algunos de los libros que diseñaba. Tras horas de pensamientos y convencido de la Fenomenología Hegeliana, decidió ilustrarse más. Y bien que lo hizo. La vida le había tratado bien y creía en su sentido buscándolo en los gruesos libros de filosofía.
Su amistad surgió cuando en el ascensor del edificio le oyó Juan, comentar a Andrés, alguna burrada sobre la fenomenología del espíritu de Hegel y le corrigió. Con discreción, tranquilidad y amor, pues entonces aún le quedaba algo de ello hacia la filosofía.
El barman vio esta situación y acudió apresuradamente a ofrecerles su trabajo.
- A ver compañeros, hemos acabado todos, hablo de vosotros la jornada laboral, entonces ¿de qué queréis la copa?
Los dos sonrieron, siempre lo hacían al final.
Se apreciaban y respetaban.
Disfrutaban siempre de sus discusiones, aun siendo desde el máximo antagonismo como era entonces.
Whiskys, Juan, y vino, Andrés, se pidieron.
- ¿Que te pasa hoy?, amigo. Ya sé de tu desilusión, pero hoy es máxima – dijo Andrés
- Mira – le expuso Juan, andando por la calle, dispuesto a venir al trabajo, cruzándome con gente por la calle, vi, con más claridad, que el intento de buscar una justificación a la vida era complicado pero todavía más conseguir, en el caso de encontrarlo, que fuese una acción oportuna para cambiar el mundo. La gente, menos tú y diez más, no tiene el más mínimo interés por saber nada más que por qué no le dan aquello que se merece o por qué el motor de la nevera produce sonido. Andrés tu eres un caso aislado y estable, y que perduras porque lo puedes observar desde la lejanía de tu trabajo. Buen anacoreta, mascando tabaco en lo alto de la colina filosofas mientras trabajas en otros asuntos. Yo tenía todo mi corazón puesto en ella y ahora no me vale más que para sujetar y mantener equilibrada la mesa de la cocina con los libros que la reflejan. Mi interés volverá cuando se borre la cara de sorpresa e indiferencia de todos los que me oyen teorizar, cuando lo hacia, sobre, y sólo digamos y por ejemplo Ontología.
- Bueno, esto es una acción correcta – realizando un gran gesto con las manos le dijo Andrés. ¿Eres un recién llegado misántropo?, ¿Has decidido que la única buena filosofía era la que tu hacías?, ¿por qué dices que huir del intento es la acción más correcta?, ¡no te tires tan rápido del tren!, ¡no te bajes del autobús!, ¡no saltes por la barandilla del barco! ¡Quédate haciendo filosofía, no necesitas a nadie para construirla!.
Los dos se miraron atentamente
- El sentido lo adquiere sólo con que discutamos tú y yo sobre su validez, amigo.
Salieron despacito del bar.
Salieron hablando del comienzo del campeonato del mundo de la formula uno en Australia y su confianza en que Alonso les haga disfrutar otro año más.
Sabían, ambos dos, aparcar problemas y discusiones en el bar o en la puerta del trabajo.
Llegados al final de la calle, se despidieron y cogieron caminos diferentes.
Juan se giró en el último momento y le dijo, The philosophie is dead, my brother
Y Andrés, sonriendo le apostillo, ¿Urbi et Orbis?, amigo Ego et absolvo
Sonrisas sinceras y grandes se vieron en la boca de los dos mientras se iban a sus respectivas casas.


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