Releyendo a Hume, vi con claridad el
problema que aumentaba.
Estudiando, después, a Hegel, el
asunto SE incrementaba.
Trabajando sobre Marx, mis opiniones
se fueron fraguando.
Asustado me sentía cuando intentaba
contemplar las duras abstracciones que realizaba un filosofo
considerado dentro de la escuela del Empirismo, Hume, el cual nos
hablaba e intentaba desarrollar la explicación de los términos
genéricos, haciendo alusión a si son una suma de individuos
diferenciados o son una unidad formado por ellos.
Razonaba los impedimentos y
posibilidades de una u otra opción.
Yo seguía fielmente su razonamiento.
Correcto (¡y quien soy yo para decir
esto!), justificado, comprensible.
Ahora, lo que no paraba de acrecentar
era mi cara de desilusión ante la falta de interés que iba
provocando en mi esclarecer cual era la naturaleza de los términos
genéricos y su consecuente abstracción.
Enamorado estaba de ello, pero el frio
viento del invierno se llevó el calor y mi amor por esta filosofía.
Y de rebote, en ese mismo lapso de
tiempo cayó algún párrafo de Hegel en el cual el mundo entendido
como una forma racional en desarrollo, en su totalidad, en su aspecto
social o en la individualidad, se desarrollaba. Mi comprensión
estaba como hacía tiempo, pero mi distancia se hacía máxima.
Y en el mismo libro que estaba
alojados los párrafos de Hegel, habían unos correspondientes a
Marx, que nos hablaba también de un desarrollo total y ordenado,
pero no huía de la realidad material.
Sin valorar sus conclusiones ni
sociales ni económicas, y hablando sólo de su modo operativo, me
sentí, claramente atraído por este modo de operar.
Utilicemos la razón, pero démosle
una utilidad.
Tras el idealismo máximo de Hegel, la
filosofía, empezando por Marx, comenzó a bajar a la altura de donde
ponemos los pies, pero y aún así, cometiendo el error de la
evacuación de la aplicabilidad y resolución del pensamiento.
Nietszche, es claramente interpretable
y aplicable, pero nos habla en unos términos que necesitan un
estudio para su comprensión, siendo además, sus escritos,
pasionales y llenos de figuras literarias. ¡Baja al suelo!
Hay que colocar a la Filosofía en un
lugar que se le pueda hacer atractiva, aplicable y que deje de ser un
hábito elitista y hecho para algunos pocos, ya sin solución.
La Filosofía nació como el arte del
pensamiento, pero el mundo y las personas hemos cambiado demasiado
para seguir por el mismo camino de la reflexión filosófica.
Dudo mucho que yo deje de encontrar
grandes a los pensadores de filosofía, ante su capacidad de utilizar
conceptos, asociarlos y concluir. Me apasiona, pero cada vez lo veo
más distante y fuera del alcance de mis manos envueltas en la
actualidad.
Y esto os lo dice alguien que ha
estudiado y leído filosofía y que comprende que o cambia el camino
y las formas, o va a ser, sólo, un pequeño y hermoso relieve en la
gran montaña de los conocimientos.
Si le quieres encontrar un sentido a
la vida o una explicación de ella en función de nuestra esencia,
busquémosle la explicación en los quehaceres diarios y sus
conclusiones pertinentes.
Digamos, y sólo como ejemplo a bote
pronto, lo que he visto en las fallas (fiesta de mi Valencia)
No voy a hacer Psicología pues no
estudio problemas surgidos en los individuos y su posible explicación
y solución, haré Filosofía pues trataré de comprender el por qué
de ciertas acciones de la muchedumbre.
Veamos y estudiemos los elementos que
forman la totalidad de las fiestas. Nos encontramos con Fuego,
Música, Arte, Agregaciones, Vestimentas y otros factores que animan
y lanzan a las almas de los individuos.
El fuego lo entenderemos como escape
de toda la realidad, como elemento informe que se escurre de los
límites que nos rodean, El Arte nos acerca más a nuestra propia
esencia, pues la belleza, como tal sólo la siente el ser humano y
así y así.
No he pensado estas razones, son a
botepronto, pero me valen como ejemplo del aquel motivo del pensar
sobre la esencia y las razones de actuación del ser humano, en
aquellos lugares en los que nos movemos y vivimos y pueden cambiar tu
visión de ellos.
O hacemos bello el pensamiento sin
finalidad, es decir no teleológico sino puramente inminente o
desaparecerá como tal y sólo los fines nos llevarán a utilizarlo.
No podemos huir de nosotros mismos y
olvidarnos de nuestra mayor componente esencial.
Pero tampoco podemos escaparnos de
nuestra dimensión temporal y meditar sobre elementos sin ningún
interés.
¡Hombre!, ¡estudia filosofía y
aprende a pensar!
Vale, eso es como comparar el estudio
de la filosofía con las largas horas de repetición para ser un
buen, en mi caso, mecanógrafo.
El pensamiento hay que amarlo.
Cuando los Griegos comenzaron a hacer
filosofía tal y como hoy es entendida, la llevaron lejos pues era un
elemento sorprendente que fue adaptado como algo interesante por una
élite social.
Pero, también en estos momentos la
filosofía tuvo una aplicación directa sobre la realidad pues
investigaban sobre la naturaleza humana para ver como montamos
nuestra existencia estatal.
Volvamos a ello.
Estudiémosnos en acción.
Concluyamos de estas observaciones.
No escondamos la filosofía en la
última estantería de esa enorme biblioteca como si fuera aquella
gran joya.
En la puerta de entrada, a la derecha,
donde los niños la utilicen y sepan por qué conviene tener orden en
nuestro desarrollo.
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