Ni objetividad ni veracidad en la
información, y cada una en sendos diferentes momentos.
Me obnubilo, es decir, se oscurece mi
capacidad de comprensión, en aquel momento en el que, con Internet,
veo y leo las portadas de los diferentes periódicos al nivel
nacional de España.
La misma noticia, la misma, es
trasmitida y parece diferente en los varios periódicos.
Estamos sujetos a las inclinaciones
ideológicas de los escritores siempre de acuerdo con las que
fomentan o son los dueños de los susodichos medios.
La objetividad murió en el intento.
Los valores propios imperan en la
medida de dar las noticias.
La información aséptica, siquiera,
al momento de describir la acción se da.
Describir, describir y describir y en
el interior artículos de opinión propios en los que los diferentes
escritores o periodistas dieran sus interpretaciones propias.
Así debería de ser pero así no es.
Así debían de llegar la noticia a
nuestras manos. Y así no lo hace.
Pero no. Parécese otras acciones,
diferentes sucesos, los que divulgan.
¿Es la realidad que tiene muchas
formas?
No, conforme a la descripción de los
hechos no es relativa, en lo que opines de ello, si.
Pero no hay ningún tipo de
objetividad cuando encabezan la noticia con una frase o foto sacada
de contexto e impuesta con un orden determinado para provocar ciertas
opiniones.
El control e interés de estos mass
media es tremendo.
Habría o debían, mejor, de tener la
capacidad de aparcar sus principios y valores y trasmitir los hechos
de una forma ordenada y desinteresada.
Pues no, así no actúan.
La gente no somos conscientes de ello
y siempre se encuentra el pecado en el periódico que no es el que tú
compras y que te atreves a calificarlo como interesado, sin ver que
el tuyo, por necesidad, entra en la misma dinámica.
A sabiendas de nuestra inclinación existente e influenciable a nivel descriptivo de los hechos, se debería de actuar consecuentemente a esto y realizar descripciones, digamos, sistemáticas, temporales, sucesivas y etc que huyeran lo máximo de cualquier valoración del producto, de la noticia.
Pero la malformación de la
información se da, también, aun que de forma, así entiendo yo,
menos consciente, en cuanto a la notificación de noticias
internacionales.
Vivo aquí en España, momentos y
lugares en los cuales una minoría de la población, pequeña pero
bien organizada realiza desordenes públicos. Protestas escandalosas
y violentas.
Y estas imágenes llegan a otros
lugares y todos aquellos que no vivan o no sepan con totalidad lo que
está pasando, claramente entenderán estos actos como hechos
generalizados que apoyan una cantidad grande de ciudadanos.
En la televisión que yo, poco y mal,
veo, sacan imágenes de diferentes sitios y lugares fuera de aquí,
en los cuales ocurren desordenes públicos e inevitablemente todos
sacamos conclusiones que normalmente son, al menos, puntualizables y
corregibles.
Varias personas, diferentes medios,
que acuden con sus cámaras a aquellos lugares y en aquel país donde
están los problemas, nunca jamas nos dirán la verdad de lo que
ocurre pues la información con la que ellos trabajan es mínima y
además se conforma con momentos puntuales de los disturbios.
Hay datos y acontecimientos seguros.
Pero son pocos.
Sí, es cierto, ¡claro que puede ser
una descripción objetiva!, pero y cuidado, puede también que no.
La comunicación de los
acontecimientos es realmente un asunto difícil y complicado de
asumir con tranquilidad aquellos que lo recibimos.
Es una acción defendible dentro del
sistema en el cual lo importante es la venta del producto y esto se
hará dándole a cada uno aquello que quiere oír, leer, ver y no la
verdad.
Pero esto no es información
verdadera.
Eso es manjar para las palomas.
La objetividad y neutralidad son dos
peces podridos en la pescadería que el hielo de la razón no ha
conseguido salvarlos del olvido.
El esfuerzo de asumir el objetivo de
los medios de comunicación como intento de trasmitir la información
de la manera más descriptiva y no valorativa, apenas se da.
Y lo digo desde un país en el cual
los medios de información tienen la máxima libertad de publicación
siempre que cumplan unos requisitos legales y no hablo, por evidencia
de aquellos países en los cuales la información se trasmite,
deforma y construye por el propio gobierno impositivo, llegado al
poder de una u otra manera.
En estos casos, el medio de
comunicación estatal y único, convierte en tontos a aquellos que se
lo crean y encuentren como verdadera esa información.
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