viernes, 7 de marzo de 2014

MASS MEDIA Y LA DEFORMACIÓN



Ni objetividad ni veracidad en la información, y cada una en sendos diferentes momentos.
Me obnubilo, es decir, se oscurece mi capacidad de comprensión, en aquel momento en el que, con Internet, veo y leo las portadas de los diferentes periódicos al nivel nacional de España.
La misma noticia, la misma, es trasmitida y parece diferente en los varios periódicos.
Estamos sujetos a las inclinaciones ideológicas de los escritores siempre de acuerdo con las que fomentan o son los dueños de los susodichos medios.
La objetividad murió en el intento.
Los valores propios imperan en la medida de dar las noticias.
La información aséptica, siquiera, al momento de describir la acción se da.
Describir, describir y describir y en el interior artículos de opinión propios en los que los diferentes escritores o periodistas dieran sus interpretaciones propias.
Así debería de ser pero así no es.
Así debían de llegar la noticia a nuestras manos. Y así no lo hace.
Pero no. Parécese otras acciones, diferentes sucesos, los que divulgan.
¿Es la realidad que tiene muchas formas?
No, conforme a la descripción de los hechos no es relativa, en lo que opines de ello, si.
Pero no hay ningún tipo de objetividad cuando encabezan la noticia con una frase o foto sacada de contexto e impuesta con un orden determinado para provocar ciertas opiniones.
El control e interés de estos mass media es tremendo.
Habría o debían, mejor, de tener la capacidad de aparcar sus principios y valores y trasmitir los hechos de una forma ordenada y desinteresada.
Pues no, así no actúan.
La gente no somos conscientes de ello y siempre se encuentra el pecado en el periódico que no es el que tú compras y que te atreves a calificarlo como interesado, sin ver que el tuyo, por necesidad, entra en la misma dinámica.
A sabiendas de nuestra inclinación existente e influenciable a nivel descriptivo de los hechos, se debería de actuar consecuentemente a esto y realizar descripciones, digamos, sistemáticas, temporales, sucesivas y etc que huyeran lo máximo de cualquier valoración del producto, de la noticia.
Pero la malformación de la información se da, también, aun que de forma, así entiendo yo, menos consciente, en cuanto a la notificación de noticias internacionales.
Vivo aquí en España, momentos y lugares en los cuales una minoría de la población, pequeña pero bien organizada realiza desordenes públicos. Protestas escandalosas y violentas.
Y estas imágenes llegan a otros lugares y todos aquellos que no vivan o no sepan con totalidad lo que está pasando, claramente entenderán estos actos como hechos generalizados que apoyan una cantidad grande de ciudadanos.
En la televisión que yo, poco y mal, veo, sacan imágenes de diferentes sitios y lugares fuera de aquí, en los cuales ocurren desordenes públicos e inevitablemente todos sacamos conclusiones que normalmente son, al menos, puntualizables y corregibles.
Varias personas, diferentes medios, que acuden con sus cámaras a aquellos lugares y en aquel país donde están los problemas, nunca jamas nos dirán la verdad de lo que ocurre pues la información con la que ellos trabajan es mínima y además se conforma con momentos puntuales de los disturbios.
Hay datos y acontecimientos seguros. Pero son pocos.
Sí, es cierto, ¡claro que puede ser una descripción objetiva!, pero y cuidado, puede también que no.
La comunicación de los acontecimientos es realmente un asunto difícil y complicado de asumir con tranquilidad aquellos que lo recibimos.
Es una acción defendible dentro del sistema en el cual lo importante es la venta del producto y esto se hará dándole a cada uno aquello que quiere oír, leer, ver y no la verdad.
Pero esto no es información verdadera.
Eso es manjar para las palomas.
La objetividad y neutralidad son dos peces podridos en la pescadería que el hielo de la razón no ha conseguido salvarlos del olvido.
El esfuerzo de asumir el objetivo de los medios de comunicación como intento de trasmitir la información de la manera más descriptiva y no valorativa, apenas se da.
Y lo digo desde un país en el cual los medios de información tienen la máxima libertad de publicación siempre que cumplan unos requisitos legales y no hablo, por evidencia de aquellos países en los cuales la información se trasmite, deforma y construye por el propio gobierno impositivo, llegado al poder de una u otra manera.
En estos casos, el medio de comunicación estatal y único, convierte en tontos a aquellos que se lo crean y encuentren como verdadera esa información.


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