viernes, 23 de octubre de 2015

...de la Imposición anatural de los grupos sociales....



Los actos, modos, maneras, intenciones, motivos, funcionamiento y cuestiones similares a la dinámica de funcionamiento propios de cualquier grupo social, son artificiales e impuestas por las circunstancias propias surgidas en el desarrollo de la vida, pero, aunque nos duela, no son parte de nuestra esencia formadora, y por esto, es muy difícil y complicado, mantener esta artificialidad en su correcto funcionamiento.
Si esta agrupación social fuera una parte integrante y formadora de nuestra naturaleza y esencia, mi alma no estaría tan perdida, engañada, asombrada y temerosa, por el comportamiento de algunos individuos que me rodean, que jamás actúan, por motus propio, buscando el bien colectivo, más o menos amplio, como parte integrante de éste.
El interés propio y personal es el acto correcto, la preocupación y circunstancialización teniendo en cuenta los individuos o congéneres propios de tu especie, y tu raza, y tu país y barrio y tu trabajo, enajenan al individuo y lo apartan hacia la incomprensión.
El asunto de no saber actuar en función de tu naturaleza, es decir, dejándose desarrollar al gen egoísta que nos ha llevado a este punto evolutivo, es una pesada carga.
La inocencia en la creencia de la actuación de tus circundantes, pensando en su buena naturaleza de origen, es un muy mal asunto.
Quizás en aquellos lugares en los que la interacción social no esté tan desarrollada, la dimensión natural del ser humano, es decir, la acción en función de sus únicas y primeras necesidades, pueda ser alterada por la cercanía familiar o grupal.
Pero en aquellas grandes metrópolis, la natura se impone y la supuesta naturaleza social de la construcción colectiva como elemento formativo del ser humano, se derrumba en su propio funcionamiento.
No hay una intencionalidad en la conveniencia, hay una sumisión a unas normas de funcionamiento, atacadas y no cumplidas, cuando, es posible, si no actúan en función de tus propios y únicos beneficios.
La única acción natural en la cual el egoísmo propio se desacelera sería en el grupo familiar, en el cual, por natura, si que se establecen unos actos de contemplación y no beneficio directo en los que lo forman.
Como se ve y se entiende, este escrito es producto de unos acontecimientos de desengaño ante la sorpresa de la actuación de gente circundante.
Soy uno más de los egoístas que vivo sumergido en la burbuja social, como si ésta fuera un elemento diferencial de la naturaleza animal, hasta recibes y te impactan una serie de acontecimientos, que te sacan de tus primeras convicciones y te arrastran hacia el rincón de la angustia del engaño.
La sociedad es una estructura artificial que tuvimos que desarrollar ante las vicisitudes y dificultades que el desarrollo de la vida alrededor de la especie humana nos puso, como único camino para proteger al individuo, y no más que al individuo del ataque de elementos externos.
La supuesta cercanía grupal, el instinto de asociación, la naturaleza social de las personas, es falsa.
Quemado en el horno, salí de éste, sabiendo ya que no era el lugar donde, por naturaleza y felicidad directa como tal, debíamos estar todos.
Las personas débiles en nuestra naturaleza por la lucha egoísta en la protección propia, somos carne de cañón aquí.
Ilusos y soñadores, viviendo en un mundo que no existe en la realidad, al que solo se llega con un acto tremendo de catarsis y superación de los primeros instintos naturales, efectivos y lógicos de funcionamiento.

Sé y soy consciente que el raciocinio humano es el mismo a todas las horas del día, pero también soy consciente, que las consecuencias que obtengamos de sus conclusiones, dependen en muchas ocasiones del estado anímico del que piensa , escribe y razona.

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