Iván
Boris, inclinado hacia la mesa, mirando el folio, en la semioscuridad
y silencio de la sala, no tenía más conciencia del mundo que lo que
estaba leyendo.
Nació
en Ucrania, pero pronto los avatares de la vida le llevó, con su
familia, a la península y después a las islas Canarias, Tenerife.
Tenía
35 años, ere un hombre joven ya, con un montón de experiencia,
titulaciones y premios en su campo de trabajo.
Era
astrofísico.
Serio
y ordenado, tanto que todo improvisto fuera de lo planeado, le
alteraba.
Se
esperaban noticias increíbles, desde el momento en el cual se
comenzó a realizar la traducción, pero no de tal tamaño.
El
mensaje estaba codificado de la misma manera en la que fue mandado,
algo anticuada por el paso necesario del tiempo en el viaje, pero no
hubo ninguna dificultad para traducirlo.
Estaba
trabajando allí, en el observatorio hacia ya seis años. Vino cuando
Pedro lo dejó.
Eficaz,
eficiente, responsable, con muchos conocimientos en el campo de la
trasmisión del las ondas electromagnéticas y una gran capacidad de
trabajo, pero ordenado, demasiado ordenado. En los primeros tiempos
tuvieron algún pequeño enfrentamiento. A Andrés era realmente
difícil enfadarle pero a Carmen si, pero no por el orden exagerado,
si no lo era ella más, si no porque no le gustaba que nadie
invadiera su lugar de trabajo con sus maneras y formas. Pero pronto
se pasaron y su trabajo continuó con mucha normalidad. Por la
naturaleza, ritmo y afinidad de los componentes en su trabajo,
pronto tuvieron una buena relación.
Carmen
abrió la puerta con fuerza. A sus casi setenta años, tenía una
enorme energía.
-
¿Berilio y Estroncio?,¿Seguro?
-
Carmen, ¿te das cuenta del impacto vital a nivel mundial que tiene
este mensaje?
-
Sí, Iván, tengo bastante más consciencia de este asunto, pero no
sólo de éste, sino de muchos más – le dijo enderezándose y
señalando con el dedo hacia el techo y con cara tensa- empecemos
ocupándonos de lo nuestro, poco a poco – le decía mientras
trataba de relajar su expresión-, el mundo se va a enterar muy
despacito. El mensaje es combulsibo y muy fuerte y se lo voy a
dosificar, al mundo, con precaución – dijo rejuvenecimiento 30
años.
-
Si, Carmen – sin alterar su expresión como casi nunca lo hacia-
nos cuentan que su forma de desarrollo no está basada en una forma
líquida formada por Oxigeno e Hidrógeno, sino en Berilio y
Estroncio.
-
¿Explican como?
-
La fuerza nuclear no es estable allí, en Monolito como en la tierra.
La materia está en continuo cambio de estructura. Una roca se te
diluye en agua pues no existe esa fuerza que mantiene unidos los
átomos que forman las diferentes estructuras. Ellos – la miró con
cara de imprecisión y mascando un pequeño gesto con el labio
inferior- nacieron tras la expontaniedad de un rango mayor de fuerza
nuclear en los átomos del Berilio y el Estroncio que permitió unas
formas estables. No hay agua, pero si movimiento que es la
posibilidad de la vida. A saber la vida que tenemos a nuestro al
rededor habiendo buscado siempre agua.
El
mensaje era corto, concreto y conciso. Es más, estaba estructurado
como si fuera un trabajo de colegio. Tenía titulo, tres puntos y
despedida.
En
el titulo ponía LA COMUNICACIÓN.
En
el primer punto nos desarrollaba su forma de vida física y los
principios de funcionamiento de ella, sus formas, sus capacidades, su
tecnología, la vida en un mundo en continuo cambio, su forma de
trasporte, sus conocimientos astronómicos, leyes de funcionamiento a
todos los niveles, le dieron una increíble situación del planeta
tierra en una totalidad cósmica inalcanzable para los conocimientos
humanos de entonces. Un conocimiento técnico y científico muy
superior.
En
el segundo punto nos transmitían una serie de dudas sobre términos
que no comprendían en los mensajes.
En
la primera lectura que hicieron, tras la increíble emoción de
admiración, sorpresa, grado, alegría en la recepción esos
conocimientos científicos, técnicos, físicos y los caminos de
investigación y conocimientos que volaban sobre el horizonte, vino y
siguieron unos momentos de gran silencio ante una vergüenza total y
una pregunta consecuente, sentido y plantada por cada uno de ellos,
cuando comenzaron a las siguientes lineas.
Estas
hablaban de las dudas sobre los significados de 68 palabras que
habían encontrado en nuestro mensaje y que no eran capaces de darles
cabida ni traducción en sus ámbitos, maneras, formas o
conocimientos de su realidad y experiencia, vital. Eran algunas tales
como guerras, asesinatos, venganza, odio, holocausto, abusos,
violaciones y una serie de palabras parecidas. Si que entendían el
contenido de sus actos, pero no sus elementos formadores, ni sus
razones, ni sus elementos provocadores, ni las circunstancias
necesarias y otras circunstancias justificadora de cualquier acción.
Eran incapaces de entender cualquier acto que no fuera constructivo
en la formación de su grupo, que utilizando nuestros términos,
llamaban social. Dejaron inmediatamente de hacer especulaciones sobre
las consecuencias metafísicas de concepción de su vida y temas
similares cuando se vieron subiendo por las escaleras hacia el
precipicio.
Andrés,
llegó algo más tarde y dejó la hoja, exhibiendo sus ojeras, encima
de la mesa. Y dijo sin más
-
Ya me has dicho Carmen que vamos a estudiar la parte técnica y
física del mensaje con locura y afición, que vamos a conversar
interminablemente con el asunto de los términos que no conocen, pero
no me iré de aquí, ni nadie se irá, hasta que no decidamos que
hacemos ante el tercer punto del mensaje.
-
Sí – dijo Carmen- pero decidamos lo que decidamos, mañana lo
repasaremos y pasado también y comenzaremos a hacerlo publico por
partes y poco a poco aludiendo a problemas de trasmisión.
-
¡Carmen, Carmen!, ¡por favor!, ¡dentro de seis años estarán
aquí!
Debido
a la ligera unión de sus partículas formadoras podía acelerarlas a
la mitad de la velocidad de la luz. Haciendo y trasmitiéndonos unos
cálculos totales, absolutamente correctos, dentro de seis años,
tres meses y catorce días, vendrán, estarán aquí, tendremos
comunicación directa.
Continuó
-
Todo, todo, absolutamente todo va a cambiar, ¿qué hacemos?
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