miércoles, 10 de febrero de 2016
EL CAFÉ Y SUS ARREPENTIMIENTOS
- Y cuando me vi arrepintiéndome de mis palabras, me dije que nunca más ocurriría.
- ¿crees que hablas demasiado? - le preguntó Pedro interesado.
- No amigo, el arrepentirme de haber hablado.
El día bonito. Buen clima, meteorológico, en el trabajo y en casa. Acercándose el verano, los colores claros iban ocupando su lugar y el sol comenzaba a entrar en el café en aquellos ángulos que tan prohibidos tenía en invierno.
- No te entiendo. Nos equivocamos, nos corregidos y nos decimos que no teníamos que haber hablado.
- No me entendiste, parece que nos hayamos conocido ayer.
- Yo afirmo, tú me corriges y ya comienzas a contestarme, bueno, puntualiza más.
- habló de la dificultad de aceptar nos tal y como somos y su complicado momento de aplicación.
- Continúa.
- Si tu persona, no sigue los cañones rígidos y propios a todos los niveles en el mundo social, corres el riesgo de decir alguna afirmación totalmente desubicado, no por su falta de validez, sino por la descolocacion teatral.
- ¿Me quieres decir que huyes de ti mismo cuando te ves desituado con tus respuestas, afirmaciones y comentarios?
- Sí, esa es mi primera intención con el comentario.
En aquel momento entró por la puerta del café, Carolina, la directora del personal. Era muy alegre, simpática y agradable. Sonriendo a medida que llegaba les dijo
- Mira que todos los días me preguntó cómo dos hombres tan diferentes pueden mantener tan enormes conversaciones - les dijo, mientras pasaba por su lado camino de allá donde fuera.
Rieron los tres
- Bueno, a parte de nuestras grandes empatía y coincidencias, disfrutamos, más que nada de nuestra conversación - la plaza hubiera ovacionado.
- Sí, además.....
Andrés calló. Iba a hacer un comentario primero sobre lo necesario que es el uso correcto mental y lingüístico y además de disfrutarlo lo consideraba constructivo en cuanto a los futuros usos y mecanismos generales del funcionamiento mental y también Te da......y aquí también calló sus pensamientos pero continuó
- Sí, y además, también escuchar a Pedro es enriquecedor y sabio y así, aprendo.
Se despidió alegremente y moviendo la mano se despidió. Era tremendamente estilizada toda ella.
- Ya nos conocemos y a ver, ¿por qué te has corregido?
- Porque iba a caer en la trampa de hablar para oídos sordos y las miradas lejanas. Me hubiera arrepentido del pequeño discurso. Me faltó nada para hacer una pequeña y escueta reflexión con la que luego me califican. No sé como actuar. Si tirar todos los trastos por la borda o permanecer en mi sitio y más bien cayadito.
- Poco te puedo ayudar. Eres un hombre un tanto especial en los asuntos que te inquietan. Por lo demás no tienes mayor diferencia. Ahora bien, déjame que sume y atento, el arrepentimiento pienso que no es por haber dicho aquello, sino por no decir siempre aquello qué tú piensas indiferentemente estés allí y con quien . Arrepentirme de tus palabras, no por el contenido, sino por la diferencia, mal camino, amigo.
Andrés escuchaba a Pedro por la enorme e inmensa sencillez del razonamiento y rara vez digavaba con lo imposible, especialidad de Andrés.
- ¡cómo me gustaría tener la mitad de mis inquietudes!
- Tampoco te creas muy diferente - le dijo guiñándole el ojo- lo único que lo hace más patente es que tú lo cuentas. Todos tenemos un poquito de todos aquellos síndromes que en tu persona encuentres.
Carolina volvió a pasar por donde vino y le dijo
- Pedro ¿puedes subir conmigo un minuto, te necesito otro momento más? , Andrés, guapetón, te lo robó.
Intercambiaban sonrisas, mientras Andrés se quedaba pensando en que lo de guapetón ha sido por ser el más joven de los dos.....
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