-
Venga, compañero, no te creo – dijo Pedro con cara emocionada.
-
Pues empieza a cambiar tus creencias pues así fue.
-
¿Me quieres decir que Lucas y María se van a casar?
Andrés
le sonrió
-
Comienza a admitirlo, amigo.
-
Antes me creería que aquellas mujeres que te dejaron por no querer
cambiarlas por tus pensamientos y libros, volverían a buscarte.
-
Te has pasado.
-
Pero ¿me equivoco?
Andrés
levanto la mano, desde la mayor modestia posible como siempre, hacia
el barman
-
Posa'm un poliol
Se
lo trajo humeante.
-
Pero ¿no se odiaban a muerte? - siguió sorprendido Andrés.
-
Sí, pero la vida es caprichosa y juguetona y dentro de la tarta de
chocolate, la guindilla ahí te la pone o con el cartel de aquel
camino, al otro te llevará.
-
Pedro ¿no tenemos ningún destino?
Pedro
rió, sabía que era una pregunta literaria.
-
Te gusta el espectáculo y las artes, pero no aquí no hay más
destino que el que tú te prepares y la suerte del momento te
permita.
Seguían
ambos dos con la literatura pues, los dos también, dudaban de la
preparación para conseguir las metas.
-
Entonces- se irguió un tanto Andrés- habrá que sacarle
conclusiones a tus palabras y a las mías – acabando la frase con
una mirada enigmática a la que Pedro respondió con una cara de
extrañeza.
-
Vamos comienza.
-
Podemos definirla ontológicamente según estas interacciones con el
mundo circundante. Si no tiene teleología particular, no tiene por
qué tenerla colectiva, es decir, si tú vida ni la mía van en
concreto hacia ningún lado o destino, la de la humanidad, la de
todos, tampoco.
-
Estas haciendo un paralelismo equivoco – le dijo Pedro haciendo un
leve gesto con los dedos.
-
¿Por qué?
-
A la vida de la humanidad sí que podemos encontrarle un sentido
estudiando nuestras características principales formadoras y
deduciendo con ellas, las necesidades, actuaciones, aficiones o actos
que satisfagan a la especie humana.
-
Y, ¿por qué no lo aplicas al individuo? - le dijo haciendo gestos
de aproximación con las manos- explicale a tantas personas que tú y
yo conocemos le resolución de realización de la especie humana y
después, despacito y lentamente, les dices que se las apliquen como
individuos y personas particulares.
Se
quedaron mirándose unos segundos, hasta que los dos, se sonrieron
francamente, estaban claramente el el mismo equipo. El de los
perdedores con el juego más bonito.
-
bien sabes Pedro, que la vida pocas sorpresas me dará, pues yo por
experiencia propia y personal y tanto por lo bueno como por lo malo,
me he visto y venido de todo. La vida es una tómbola. Pero hay
tantos personajes para tan pocas bolas que en ocasiones cuando ésta
actúa como tal, nadie lo siente.
-
Y tú bien sabes también, Andrés, sigamos metaforizando, la tómbola
se pone en marcha tras comprar la entrada....¡se exagerado, dime que
es nacer, y después yo me levanto – se lo dijo sonriendo, pero
Pedro era algo más mayor que Andrés, iba siempre más formalmente
vestido, tenía un puesto de mayor responsabilidad y dentro de su
enorme amistad había algún momento milimétrico en el que cierta
autoridad moral se imponía
-
Concluyamos, amigo, que en esta vida, nunca jamás la forma ha de ser
final y ella está necesariamente y esencialmente unida al cambio –
dijo Pedro algo lento y bajito.
-
Sin duda, aquellos que no entiendan la vida como una variabilidad
compositiva estarán en el caldo del capricho de los dioses.
Había
días para todo y en aquel, ambos dos se habían levantado con el
hombro dislocado después de una noche soñando toda ella con
verdades.
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