La
tensión la podía sentir en el dedo meñique de su pie,
correctamente vestido con unos calcetines ligeros, pero uno buenos
zapatos de una piel de muchos milímetros.
Allí
había mucha pasta, ilusiones, risa y desesperación.
El
bingo, el desenfreno de la fiesta de la empresa a la hora que los
jefes ya se han ido, la suerte, las miradas de piratas, algún
ludópata de paseo usual nocturno y yo, jugándome mi destino
inmediato.
La
ruleta iba a comenzar a moverse pronto, debía de elegir.
-
Bien, vamos – dijo sonriendo hacia la cámara que no estaba -si
sale Rojo, no acepto el traslado más el aumento de sueldo, me quedo
como estaba pero si está entre el 15 y el 33 le pido que nos vayamos
a vivir juntos, cosa que ssi que es nueva.
Pensando
esto, levantó la cabeza y justo sobre él y al fondo, estaba Susana.
Era una mujer de curvas generosas, alegría y salud, a quilometros de
las grandes modelos en sus cánones de belleza. No saldría días de
la cama con ella, ni meses de la casa donde estuviéramos. Pero tenía
tanta confianza en la racionalidad y previsibilidad del futuro que
con la resolución azarosa siguió.
-
Vale, si sale negro, acepto el trabajo.
Sabía
que aquello significaría separarse en profundidad del mundo que aquí
tenía montado. Era su oportunidad de conocer otros lugares, más
gente, algunas experiencias nuevas, le resultaba muy atractivo. El
trabajo en la editorial, no era nada malo, pero tampoco su
realización personal. Podía realizarlo con cierta facilidad. Le
habían ofrecido ir a Barcelona ha pasar al equipo de composición
dejando el de impresión aquí, en Valencia.
Movía
rítmicamente las fichas sobre la repisa que se precipitaba hacia la
ruleta, pensando lo que aquella noche quería acabar.
-
Sí sale negro, del 15 al 33, le pido que se venga conmigo.
Se
preguntaba si aquella era una manera correcta de elegir los desvanes
y trayectorias de su destino, pero se decía - ¿Quien me garantiza
el acierto en mi decisión consciente y razonada?, ¿quien apuesta
por los mejores resultados que obtendremos con la razón y no con
esta magnifica ruleta?
Y
seguía hablándose como si se tratase de la presentación, via
televisión, del acontecimiento.
-
Y si sale, rojo o negro, menos que el 15, me voy o me quedo y
continuo con Susana con nuestra discreta relación – imaginando y
sólo imaginando, ella quiera, como esto y todo.
Andrés
no sabía el futuro, si se lo daba, que concebiría Susana para los
dos. Ella era una mujer pragmática y rara vez soñaba sobre posibles
futuros.
¿Que
sí quería compartir la cama todos los días?, ¿que sí quería
vivir solo?, ¿vivir lejos?, ¿nuevos retos?, ¿familia?, ¿amigos?,
¿dinero?. Lo tenía difícil y complicado.
Volvió
a levantar la cabeza y esta vez coincidió con la de Susana. Mirada
sincera, guapa, la cara algo redondeada. Se ahogaba entre los gemidos
de su sinceridad.
-
Y me queda una casilla – permaneció mirándola largamente- ¿qué
importancia tiene los actos de tu vida si es ella, realmente corta?,
no hay tiempo suficiente para morir en el arrepentimiento, al tiempo
la vida cambia y se modifica y cuando acabas de pasar lo último, ya
tienes lo primero, ¿y si te vas tú solo y a cualquier lado?
Era
el verde, el numero 0 quien decidiría esta opción.
Y
aquí entraba el juego a todo meter y sólo personas realmente
aventureras iban a ello.
Si
esta casilla casilla era la afortunada, dispuesto estaba Andrés a
dejarlo todo. Coger la mochila e ir a consolar sus inquietudes allá
Dios sabe donde.
Había
decidido con total afirmación que iba a hacer lo que la suerte de
devinguera en la ruleta.
Absolutamente
convencido de su validez y del propósito que qué mejor manera de
vivir.
El
empleado dueño y señor del movimiento en la ruleta, lo comenzó y
la bolita saltando entre su destino, hasta que ocupo su lugar entre
los haceres del futuro..
A
la mañana siguiente se levantó con un fuerte dolor de cabeza , que
comenzó a sentir en el mismo momento que se despertaba escuchando y
sintiendo la respiración de Susana entre sus generosos pechos. Su
sonrisa apareció al sentir que estaba abrazado a la vida y no a un
palo de la escoba.
-
Andrés, bomboncito – le dijo Susana con cara de regaño y cariño
– que borrachera cogiste ayer. Te vi mirando seriamente la ruleta y
pensé que tenias otro de tus conflictos existenciales – le dijo
mientras los dos sonreían- y cuando quise darme cuenta, estabas
riéndote muy fácilmente con nosotros. Conseguiste, otra vez,
llevarme a la cama pero sólo porque yo quise.
Se
volvió a acercar hacia sus labios mientras le decía
-
Me gustan los hombres valientes, pero llenos de dudas y que no paran
de buscar como tú.
Se
miraron con mucha sinceridad pues los dos también, sabían que era
verdad. Susana se sentó en el borde de la cama. Tenía la piel suave
y blanca, muy blanca y a Andrés le daba placer mirarla en todas las
direcciones. Susana se metió en la ducha y Andrés se dió cuenta de
todo lo acontecido mientras comenzaba a sonreír hacia la nada.
-
La decisión está tomada. Me lo voy a tatuar para no olvidar nunca
que la vida no es más que una ruleta, una bella ruleta.
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