El
por qué habían elegido al ser humano y no a otros animales como
suministro de CO2 intrigaba a Boris. No era una conversación
prohibida ni comprometedora con sus planes así que la mantenían
abiertamente y con tranquilidad.
-
Yo creo que es un tema de investigación – le dijo Carolina
mientras dibujaba unos planos numerando en ellos los pasos, tiempos y
movimientos-, somos para ellos y sin duda unos minúsculos seres con
los cuales querrán investigar las formas de vida más primitivas que
pudiérase que ellos también tuvieran.
Carolina
seguía siendo más proclive a desarrollar especulaciones atrevidas.
-
No, Carolina – le dijo moviendo el dedo mientras subía las
escaleras hacia su mesa de trabajo en la parte más alta del
observatorio - si tuvieron capacidad para venir, ni una minúscula
parte de información se les hubiera escapado tener aun siendo desde
la distancia.
Tras
la visita a la burbujas, estuvieron un par de días muy excitados por
lo visto. A penas habían hablado de nada pero aquello les dejo fuera
de su consciencia durante algún día. Aquella gran felicidad les
subía, como una gran duda, en espiral desde los pies y por todo su
cuerpo.
-
Pero¿tú viste autentica felicidad?
-
Sí, y mucha - le dijo Carolina a Boris clavando sus negros ojos en
los de él.
-
¿Crees que algún día, los visitantes, nos explicaran de manera
directa sus motivos? - comento Carolina, mirando al limpio y de
piezas de mármol del suelo, con un tono discreto, de melancolía en
su expresión.
-
Lo dudo muchísimo, pero deseo con todo mi corazón que así lo
hagan. Mi alma me duele por varios motivos, pero entre otros, por el
desconocimiento.
-
Y ¿viviremos para siempre?
Ahora
si que se miraron con interés y detenidamente. Parecían estar
investigándose. Vivirían siglos juntos. Estos días estaban siendo
maravillosos. Tras tantos años sin hablar ni relacionarse, el mundo
había cambiado de color para los dos.
En
ese momento y sin más motivo que ninguno, se oyó la voz de un
visitante, de alguno de ellos, o de él – decía Boris.
-
Mañana tarde, 17'30, vendrán a este observatorio los formadores,
junto a vosotros, del equipo responsable del traslado a nivel mundial
y la reagrupación de los individuos.
Y
tal y como empezó, terminó.
-
Bueno Boris, habrá que preparar todo el material de trabajo que
llevamos semanas arreglando.
Se
estaban acostumbrando a vivir en la mentira de sus conversaciones.
Ya, casi todas las palabras y sus correspondientes situaciones,
tenían ya una lectura diferente y personal. Boris seguía trabajando
apurando los supuestos colorantes para colocar a los participantes en
los diferentes grupos de felicidad. Eran inconscientes de su verdad y
esclavos de las voluntades externas, pero – Dios mio- se decía
Boris, temblándole la voz de emoción- son felices.
-
Los estudios de capacidad cuantitativa en las estructuras formadoras
ya está terminada, la formación cualitativa de los movimientos
grupales humanos, están casi acabados, pero necesito alguna
puntualización más por su parte.
Se
miraron los dos. Debía ser la primera vez que ellos, en un asunto de
su trabajo, tenían que hacerles alguna pregunta referente a éste.
¿Y la comunicación partiendo de ellos hacia los visitantes?
-
¿tenemos que hablar solos aquí y esperar a que se apiaden y nos
hagan caso? - Carolina tenía mucha fuerza y pasión por vivir, pero
comenzaba a sentir demasiado odio hacia los extraños visitantes.
-
Dudo mucho que tus prisas y pasión les importen más que nada.
-
Sí, vale, pero me estoy cansando de vivir en la resignación del
desconocimiento.
Levantó
las manos y mirando hacia la cúpula abierta del observatorio dijo
gritando
-
Por favor, por favor, ¡sacadme de este impás de siglos!
Tras
este movimiento, miró a Boris, le dió la espalda y se fue. Boris,
frio y calculador, sabía que no le valía de nada la desesperación
y siguió allí con los colorantes.
Al
día siguiente, tras sus trabajo matutinos y repetitivos que los
mantenía mentalmente vivos, esperaron en el máximo silencio y
tranquilidad la llegada del resto. No había nada vivo y la
inmovilidad era total. Los minutos en los que ellos estaban parados,
todo el mundo moría con ellos.
Tras
comer aquella comida sintética y plástica salieron al balcón
externo de la cúpula y comenzaron ver llegar a los aparatos
voladores. Ocho, de diferentes lugares y con un orden, lapso y lugar
de deposito.
Se
miraban y sonreía como si estuvieran felices, o enamorados, pero los
dos sabían que era mentira, al menos lo primero.
El
primer elegido ya había subido a mitad de la montaña y podía
distinguir a los dos del observatorio. Movió la mano para saludar y
Boris y Carolina y estos le devolvieron el saludo. El hombre cayó de
rodillas y puso su cara entre las manos.
Los
sentimientos estaban a flor de piel. Tras años en la rutina del
mayor abandono, estaban teniendo contacto humano. Carolina lloraba y
Boris miraba desde la distancia, desde la incomprensión y con la
necesidad de actuar.
La
escena se culminó cuando como hormiguitas, todos uno tras otro
comenzaron a subir hacia la esperanza que les habían preparado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario